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El Cuento


Enviado por   •  5 de Marzo de 2014  •  1.083 Palabras (5 Páginas)  •  226 Visitas

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El cuento: personajes, acciones y narradores

Objetivo de aprendizaje

Reforzar los contenidos de comprensión lectora para la identificación de los tipos de personajes presentes en un relato, las acciones principales que en él ocurren y el tipo de narrador que cuenta una historia.

Recuerda

Los cuentos narran historias que son vividas por los personajes. Estos son seres ficticios que realizan las acciones de un relato y, dependiendo de la importancia que tengan, se clasifican en: a) Protagonista: es el personaje central; b) Antagonista: es el enemigo del protagonista o aquello que se opone a que se logre su objetivo; c) Secundarios: son los personajes que participan en el relato, pero en menor medida que el protagonista.

Todos los relatos tiene una secuencia narrativa, que consiste en diferentes acciones que van determinando el desarrollo de la historia. Primero, existe una situación inicial de armonía que es alterada por una complicación. Luego, se desarrolla esa complicación hasta llegar al punto de mayor intensidad, llamado nudo. Finalmente, ese nudo se resuelve en un desenlace que puede o no restablecer la situación de armonía inicial.

Por último, a partir de diversos rasgos del relato podemos descubrir quién es el narrador. Por ejemplo, si el narrador conoce todo lo que piensan y dicen los personajes, es omnisciente. Además, este tipo de narrador se caracteriza por presentar los hechos en tercera persona gramatical. Un narrador protagonista, en cambio, no puede conocer lo que piensan los demás personajes y cuenta los acontecimientos en primera persona. Por último, el narrador testigo también narra en primera persona, pero no nos habla sobre él, sino que nos cuenta lo que le sucede al protagonista del relato.

Ejercicios

1. Lee el siguiente cuento y resuelve los ejercicios.

La piedra misteriosa

Como todos los años, a principios de marzo nos fuimos de campamento a un lugar llamado El Salto. Es fantástico: tiene un río, varias cascadas y pozas de agua, muchos árboles, una cueva y dos albercas llenas de agua de manantial. Casi todos los alumnos de la escuela, de primero a sexto, van con sus papás, ponen sus tiendas de campaña, sacan mesas, sillas y comidas, y a jugar, nadar y pasarla bien, desde el viernes hasta el domingo.

El sábado por la mañana, Paula, Tomás y yo nos fuimos a explorar cerca de una de las cascadas. Llevamos con nosotros una mochila con provisiones (jugos y cacahuates) y dos frascos, por si encontrábamos animales raros.

Cuando estábamos por regresar, Paula sintió que alguien le había lanzado algo. Buscó un poco entre la maleza y se encontró con una piedra extraña. Era negra, brillante, redonda, lisa como una canica, del tamaño de una pelota de tenis y estaba demasiado caliente.

–¿Y si es un meteorito? –les pregunté.

–Los meteoritos son muy grandes –contestó Paula. Los que hay en el museo son casi del tamaño de un coche.

–Esos no son meteoritos, sino meteorotes… –les dije de broma.

–No seas payaso. Yo nunca he visto uno chico.

–Pues es obvio, en los museos solo ponen los más grandes. ¿A quién le va a impresionar un meteorito como este?

Tomás vació un poco de jugo que le sobraba sobre la piedra. Se escuchó un sonido semejante al de una fogata cuando se le echa líquido encima y de inmediato salió una buena cantidad de vapor. Nos quedamos con los ojos abiertos y sin pronunciar palabra.

En el camino, mi amiga hizo otro raro hallazgo: eran monedas extranjeras. Mi papá nos dijo que eran monedas de un país europeo llamado Polonia. ¿Cómo habían llegado allí esas monedas? Era un misterio. En cuanto a la piedra negra, lo único que notamos al rato es que la piedra, o lo que fuera, se había encogido un poco.

Al día siguiente, domingo, nos fuimos a explorar a otra parte. Justo cuando llegamos al río, Tomás se topó con una larga pluma de pájaro. Tan bonita como la de los pavorreales o las guacamayas, pero de un verde muy intenso.

La hermana de Marta, que es bióloga, la identificó después: era una pluma de quetzal. Lo extraño, nos comentó, es que los pocos quetzales que quedan, no viven en ese tipo de climas y necesitan de árboles mucho más altos que los que hay en El Salto. ¿De dónde había salido la pluma? Ese era otro misterio, como el de las monedas de Polonia.

El lunes

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