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El Refugio


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2014  •  1.018 Palabras (5 Páginas)  •  196 Visitas

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“El Refugio” por Miguel Delibes Setíen

En la ciudad de Madrid, para tiempos de guerra, el refugio de los allegados a don Serafín y del propio, era un sótano repleto de ataúdes que hacían inevitable caminar sin toparse de bruces con ellos. Se componía por filas interminables de ataúdes blancos, negros y otros de caoba reluciente. Don Serafín era un empresario de Pompas Fúnebres, a quien le complacía que entendieran el genero y que la presencia de los aviones hiciera a los ciudadanos reflexionar sobre la importancia de conservar intactos los restos durante una temporada, lo único que mortificaba aquel hombre la posibilidad de deterioro de los ataúdes al aglomerarlos. Visitaba el refugio un catedrático de la Universidad, que por la guerra se encontraba de vacaciones. Acostumbraba sentarse en un féretro de caoba con herrajes de oro e insistía en que don Serafín guardase aquel ataúd para el. Cuando la ametralladora y los cañones de San Vicente se hacia sentir todos barruntaba el duelo que provocaría la muerte de cualquiera de los contrincantes que generaría ganancias al genero de don Serafín. La estrategia de ataque aéreo de aquellos soldados no era la mas efectiva, por eso el vecino cazador del tercer nivel de la estructura se unía a la batalla lanzando fuego desde su ventana con su escopeta de dos cañones; luego esa modalidad de soldados espontáneos fue caducada y este liberaba su ira de pensamiento en refugio. Al igual que todos los que visitaban el refugio el adolecente, narrador de la historia, acudía a aquel sótano para sentir una sensación de seguridad en aquel ámbito rodeado por muerte.

En ocasiones se encontraba la presencia de don Ladis en el refugio, el dueño de un colmado cercano. No hacia mas que pronunciar palabrotas y su barba no concordaba con la modalidad de la era. A este señor le hervía la sangre ver que su dependiente, el mas afortunado de todos, había encontrado amor en aquel tiempo tan devastador y que aquella chica que cuidaba una anciana en el segundo piso le brindara una sensación de felicidad y seguridad a aquel joven. Mientras todos se consumían en el refugio por aquellos tiempos tan difíciles olvidaban la magia que brinda el amor.

Un día el Sargenton enfrento a don Ladis culpando la clase empresarial por la ausencia de un avión para la defensa del pueblo por causa de judíos como el, que se aferran a su dinero. Pero era evidente que el sargento solo hablaba sin saber porque don Ladis había aportado quinientas pesetas a la suscripción de vecinos para adquirir un avión y todos lo sabían gracias al diario quien publicaba los donantes a diario. Y fue entonces cuando don Ladis responde; “Nadie le ha dicho que usted es una enredadora y una asquerosa, dona Constantina?”. Pero este comportamiento brusco y el trato seco era a causa de la desesperación que penetraba el peligro en aquellos seres. El niño revivia la memoria de su hermana Cristeta y en aquel momento recordó la promesa de dos Serafín; que le regalaría cajitas fúnebres barnizadas para que jugara con sus muñecos

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