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Ensayo De El Libro El Llano En Llamas


Enviado por   •  14 de Marzo de 2013  •  2.046 Palabras (9 Páginas)  •  715 Visitas

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En las décadas de 1940 y 1950, México vivía una época de cambios, cuyo rasgo principal era el haber dejado atrás la Revolución mexicana. El país da¬ba señales de desarrollo: su población y producción crecían. El Distrito Fede¬ral se convertía en una ciudad moderna, y las universidades se multiplica¬ban. Sin embargo, el campo se despoblaba, porque la reforma agraria se ha¬bía detenido y aumentaba la marginación de los desposeídos.

Había concluido la época de las luchas encabezadas por caudillos, como Emiliano Zapata y Francisco Villa -que habían sido asesinados-, y se suce¬dían presidentes que ya no eran militares revolucionarios, pero que pertene¬cían al único partido con poder real, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). La sociedad estaba despolitizada.

Los intelectuales mexicanos adoptaron dos posturas frente a esta situa¬ción. Los que adherían al oficialismo consideraban que la revolución había producido los cambios que se buscaban, por lo tanto era una etapa conclui¬da cuyos temas y estética ya no eran representativos. Influidos por el Exis¬tencialismo, cuestionaban la existencia de un "ser mexicano" y proponían la necesidad de una expresión subjetiva y universal.

Otros creían que la revolución no había dejado resultados positivos, pues sus metas no se habían alcanzado o, peor aún, habían sido traicionadas. Con¬cebían el arte como un camino para manifestar una posición crítica.

En el medio de estas posturas, se ubicó la obra de Juan Rulfo. Si bien su narrativa se caracterizó por expresar la realidad del hombre mexicano, su drama existencial concreto y producto de su historia, no hizo un re¬lato de los hechos de la Revolución, ni una literatura panfletaria. Plan¬teó un conflicto subjetivo con raíces en la historia mexicana.

Situó sus cuentos indistintamente dentro de la Revolución o fuera de ella.

No narró "la Revolución" sino que mostró hombres, mexicanos concretamen¬te, que eran el resultado de la historia de su país. Los hizo transitar escenarios realistas, pero que adquirían un carácter de símbolo de esa misma historia. Por ejemplo, el campo yermo representa los ideales que habían dejado de tener el sentido que los originó; los pueblos incendiados, la destrucción por la destruc¬ción misma y la lucha de pobres contra pobres.

Por esta razón, el "aquí" y el "allá" se mezclan en un espacio indefinido, y el pasado y el presente parecen ser uno en su obra. El mecanismo para negar la espacialidad y la temporalidad es insistir en ellas. Mediante una continua referencia a lugares determinados y al tiempo cronológico, demuestra su intrascendencia o su paralización, pues nada cambia, por más que el tiempo pase y los lugares difieran. Por ejemplo, en "El Llano en llamas", aparecen referencias constantes a lugares específicos y al paso del tiempo: "Hacía cosa de ocho meses que estábamos escondidos en el escondrijo del cañón del Tozín, allí donde el río Armería se encajona ... ".

Sus personajes son campesinos, gente simple, que hablan como el mexica¬no común con sus mexicanismos, vulgarismos y características propias de un registro coloquial; pero su sentir coincide con el del resto de los hombres de la época, que viven la angustia de ver destruido todo lo que creen verdadero. En esta síntesis entre lo local y lo universal, reside el valor de la obra de Rulfo.

Los cuentos de El Llano en llamas están uni¬dos por coincidencias temáticas: la imposibilidad humana de escapar de un destino prefijado, la conciencia de culpa, el miedo a ser condenados, la guerra sin un sentido claro. Por esto, los perso¬najes se someten a lo que les toca vivir sin queja al¬guna. Son seres frágiles y mortales, que viven en ten¬sión entre la desesperanza y la esperanza, a quienes, inevitablemente, toda ilusión se les frustra. Esta es, para Rulfo, la esencia del hombre americano.

Frente a una realidad que no puede cambiar y que le es adversa, este hombre se encierra en sí mis¬mo, no se comunica con el otro, aunque este otro comparta su circunstancia. Si el acontecer histórico ha perdido el sentido, no queda otra posibilidad que resignarse; por lo tanto los personajes se paralizan, no reaccionan; por el contrario, adoptan una actitud contemplativa frente a lo inevitable: los comportamientos violentos no son reacciones, sino un modo de sometimiento a la fuerza de la costum¬bre. No hay esperanza de cambio posible, sólo se vislumbra el fracaso.

Los protagonistas de estos cuentos no actúan, recuerdan. La inten¬ción es mostrar la subjetividad del personaje, su propia existencia, y para ello el narrador en primera persona que monologa o habla con un inter¬locutor silencioso es el modo de expresión más preciso. Frente a la nada del mundo exterior, su soliloquio es el camino para entenderse, para encontrarle algún sentido a la vida, aunque finalmente no lo logre. El recuerdo es la ma¬nera de reconstruir su vida, pero tiene un carácter fragmentario y desorgani¬zado. Por eso, el relato no sigue un orden cronológico, constituye una serie de imágenes desordenadas en las que el tiempo parece estar suspendido.

Si no hay progresión temporal, no hay vida. Este tratamiento del tiempo es una forma de expresión de la falta de expectativas: no se diferencia el pa¬sado del presente, ni hay alusiones al futuro, pues este no existe. El tiempo es circular: lo que ya ocurrió es igual a lo que está ocurriendo y a lo que ocurrirá. El hombre vive la situación en la que se encuentra y es inca¬paz de alterarla, le viene impuesta por fuerzas exteriores que él no maneja.

También, el espacio generalmente se presenta difuso, ya que no importa dónde esté el personaje. No es el lugar el que lo determina, cualquier sitio es igual para mostrar su interioridad. De este modo, el espacio no es marco, es símbolo del acontecer monótono, reiterativo.

Más aún: el personaje mismo se presenta borroso en su apariencia exterior. No se lo describe, apenas se esbozan sus rasgos. Se trata, en reali¬dad, de una ausencia del afuera tanto espacial como personal. Esta indeter¬minación del tiempo, el espacio y la apariencia externa refuerzan la vi¬sión de una realidad carente de sentido.

Esta visión se ve reforzada, además, por el tono monocorde y reiterativo que emplea el narrador-personaje.

El "ser americano" se caracteriza por la presencia

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