Ensayo Mujer papel casa-trabajo
rosa martha buenoEnsayo24 de Septiembre de 2019
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Introducción
El día 8 de marzo de 1975 la ONU hizo oficial el “Día Internacional de la Mujer” en conmemoración a la firme lucha de las mujeres por el derecho de equidad de género. Actualmente es común ver a las mujeres desenvolverse en diversas facetas como profesional, madre, esposa, administradora de su hogar, etc. esto fue la consecuencia de una larga lucha por el derecho a votar y la igualdad laboral que todavía continúa.
En México encontramos hogares donde las mujeres no solo realizan trabajos domésticos, si no que a la par de este esfuerzo también se desempeñan en el campo laboral, pues 25% de las amas de casa tienen un trabajo remunerado.
Este documento trata de explicar cuál ha sido la interacción que ha tenido la mujer a lo largo de la historia como ama de casa, esposa, madre y trabajadora.
Presenta cómo la mujer ha tenido que incursionar en el ámbito laboral debido a las necesidades que las épocas han presentado y deja ver en claro que esto ha sido a lo largo del tiempo, que no existe una época o un año específico en el que la mujer haya salido del hogar para trabajar y aportar a las necesidades del hogar.
También deja ver en claro que esto, el que la mujer haya salido a trabajar en lugar de beneficiar a sido perjudicial para esta, debido a que solo se le ha cargado más la responsabilidad, porque independientemente del trabajo de oficina o fuera de casa debe llegar al hogar a cumplir con sus demás “obligaciones”; el de ser esposa, madre y ama de casa. Claramente actividades y roles que no le son retribuidos, roles que se consideran que son su obligación.
La interacción de la mujer en la vida del hogar y el trabajo
Durante la historia de la sociedad, el papel de la mujer se ha visto transformada. En sus inicios, en las llamadas culturas prehistóricas, el papel de la mujer era esencialmente de recolección, mientras que el hombre se encargaba de la caza. En una época más reciente, la mujer era la encargada del cuidado de los hijos y del hogar, y solo en caso de una situación económica muy precaria en el entorno familiar, la mujer buscaba trabajo fuera del hogar.
Con la llegada de la industrialización, se permitió a las mujeres una mayor inmersión en el mercado laboral. Las mujeres de diversas clases o estratos sociales, tanto del medio rural como urbano, fueron participantes activas de importantes cambios sociodemográficos (incremento en la esperanza de vida, baja en la tasa de fecundidad, mayor educación de la población) y económicos (modernización, urbanización), dinámicas que se refieren a los cambios ocurridos en el contexto familiar.
La Revolución Industrial ocasionó la separación del hogar y del trabajo en ámbitos característicos y la imposibilidad de combinar las actividades laborales con las domésticas, Entonces es cuando se produce el cambio de actividad laboral de la mujer a las nuevas fábricas, alejadas de sus domicilios y con jornadas rígidas de trabajo.
Aunque Tena y Asín en su trabajo de “La Mujer: los por qués de su discriminación en los estudios históricos y los cambios habidos en la participación en el mundo laboral” mencionan que las mujeres han trabajado desde siempre por lo que la Revolución Industrial no supuso una novedad para ellas. En el mundo preindustrial se daba una economía familiar rural. La familia era una unidad de producción y consumo y la mujer debía de trabajar y ayudar a la subsistencia de la familia; mientras los hombres trabajan en el campo, las mujeres debían dedicarse a la casa, a la crianza y cuidado de los animales, trabajaba en la huerta y vendía en el mercado el excedente de productos. También trabajaba en el campo en la época de recolección y siembra. Algunas hacían trabajos temporales como lavar ropa, coser, criadas, etc. En el medio urbano la situación era similar. En este periodo no se daba conflicto entre su trabajo y su función de esposa y madre.
Se debe pues enfatizar que históricamente siempre han trabajado las mujeres. Por eso cuando decimos que en la actualidad se incorporan las mujeres al trabajo, estamos descartando el trabajo no remunerado que se ha establecido a lo largo de la historia como instrumento absoluto para la supervivencia de las familias y esencial de la vida de la mujer. La actividad del hogar, establecida fundamentalmente en el trabajo de la mujer, con un importante componente económico directo o indirecto, era esencial para la supervivencia. Hoy que ha sido analizado ya todo ese enorme componente de tareas no retribuidas, se ha evidenciado que ha sostenido siempre la vida nacional, por lo menos en este país. (Iglesias, 2004)
Los cambios e impactos en las familias.
Entre los principales cambios acontecidos en la estructura familiar se encuentran la caída en la tasa de proliferación, una reducción porcentual de familias biparentales nucleares clásicas, el aumento de familias uniparentales y de familias sin hijos, las familias extendidas y compuestas, las familias de jefatura diversa con menos hijos y con hijos mayores que tienden a permanecer más tiempo en los hogares parentales. En suma, se trata de una reproducción de diversas formas o arreglos familiares que apuntan a cuestionar el modelo clásico e ideal de la familia nuclear y biparental con hijos, donde el padre se constituye en el proveedor y el agente en la esfera productiva-pública y la madre en el ama de casa desde la esfera reproductiva privada. (Díaz-Muñoz, 2009)
En el contexto latinoamericano, Jelin (2007) mencionado por Díaz-Muñoz, realiza una recuperación sociohistórica desde la colonización hasta fines del siglo XX. Ve, entonces, en una América Latina colonizada por España y Portugal al catolicismo como parámetro normativo básico y descubre que a principios del siglo XX existían dos modelos de familia: el católico en las ciudades y clases medias y el de uniones conyugales libres e hijos ilegítimos. En ambos modelos, Jelin afirma que las mujeres eran subordinadas. Un ejemplo de ello es la legislación latinoamericana, la cual avanzó lentamente hacia una mayor igualdad: hasta 1985 en Argentina con la patria potestad compartida y en 2001 en Brasil con la responsabilidad compartida, mientras que el divorcio fue reconocido en Argentina hasta 1987 y en Chile en 2004. Así, los cambios y tendencias son producto de los procesos de urbanización, modernización y secularización, por un lado, pero también producto de los cambios políticos desde regímenes autoritarios y represivos hacia más democráticos. A los factores anteriores habría que añadir el movimiento feminista de los 80´s mediante el impulso a la igualdad de género y los derechos sexuales de las mujeres y reproductivos (educación sexual, libre opción sexual, control del propio cuerpo, sexualidad sana, prácticas reproductivas) pero sin aceptación universal.
Para el caso mexicano, Díaz-Muñoz menciona que, en su estudio histórico de las familias, Gonzalbo (2004) sostiene que en cinco siglos las familias mexicanas se han adaptado a los cambios macrosociales gracias a su resistencia y su arraigo en la sociedad mexicana y que la familia rural y la urbana no han sido homogéneas en su ritmo y modalidades: a principios del siglo XX el 90% de la población mexicana era población rural y, hacia fines del siglo, más del 75% es urbana. Así, permanecen formas familiares seculares junto con nuevas formas de menor equidad debido a las desigualdades socioeconómicas. Los cambios en las estructuras familiares han sido producto de los procesos macrosociales como la urbanización, la industrialización y terciarización de la economía, pero también de procesos culturales como la individuación o el acceso de las mujeres al poder compartido. Otras dinámicas sociodemográficas han alterado las formas familiares tradicionales, como la transición demográfica: aumento de la esperanza de vida de 35 a 75 años, la duración promedio de las uniones de 18 hasta 42 años, las relaciones de miembros hasta tres generaciones, el uso de anticonceptivos, los cambios culturales y simbólicos en la familia de la reproducción a la realización personal, la capacidad de planeación, las migraciones rurales y de las mujeres, la opción de elegir pareja fuera del ámbito familiar y comunitario, entre otros.
Así, para Esteinou (1999), la diversidad mexicana es una realidad en sus estructuras o formas familiares como la nuclear completa, la monoparental, la extensa, las familias reconstituidas o familias integradas, así como en sus relaciones entre la pareja, entre padres e hijos, entre generaciones o en su bienestar expresada en la fragilidad e inestabilidad combinada con la fuerza de los vínculos familiares (red de parentela, familias living apart togheter (LAT), padres separados con sus hijos). Pero se trata de una realidad complicada que obedece a factores de tipo económico, sociodemográfico y cultural. Entre los económicos enfatiza los arreglos, estrategias y respuestas de los hogares y familias como la maximización de la fuerza de trabajo familiar mediante el aumento del trabajo, actividad adicional, ampliación de jornada laboral e incorporación de más miembros en el mercado de trabajo y el trabajo remunerado de las mujeres (solteras, viudas, separadas, divorciadas, madres amas de casa en las edades centrales y con hijos pequeños). Entre los cambios estadísticos se encuentra el descenso de la tasa global de fertilidad (de 6.11 en 1974 a 2.48 en 1999), el descenso en las tasas de mortalidad, mayor esperanza de vida, cambios en modelos de casamientos y de disolución de las familias. Y finalmente, entre los culturales, las orientaciones de valores contrapuestas como la tolerancia, el respeto a las diferencias y la planeación de vida y a la vez el amiguismo, el nepotismo, la sexualidad, la familia sobre el individuo y la planificación familiar.
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