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Estetica Escolar

6 de Abril de 2014

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LA RELACIONES ENTRE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

Resumen. En este trabajo se hace una consideración sobre algunos de los aportes de Raymond Williams a las teorías de comunicación. Se define lo que significa ser un “clásico” y en qué sentido tal atributo cabe en este autor dentro de los estudios de comunicación. Hacemos una definición de las nociones básicas en su bibliografía fundamental para los estudios de comunicación.

En la segunda parte se resume la idea de cultura y comunicación. Se coloca la atención en la manera como el autor abre dichas nociones y posibilita nuevas relaciones entre sí. Finalmente nos preguntamos sobre la posibilidad de una comunicología en el autor para el estudio de la cultura y específicamente la literatura.

Palabras Claves: Lenguaje, Literatura, Teoría, Comunicación, Estudios Culturales

1. Williams, ¿un “clásico” para los estudios de la comunicación?

Williams es uno de los autores que aceptan la acepción de “clásico” en varios sentidos. Si bien la afirmación resulta irrefutable en la sociología cultural o los estudios culturales, en el campo de la comunicación demanda precisiones a riesgo de resultar vacía. Ahora bien, la noción de “clásico” para los estudios de comunicación resulta polémica y remite, a discutir sobre un campo conceptual que de hecho no es algo delimitado, por más que la fórmula comunicación=medios (o bien comunicación = a nuevas tecnologías) impere en su institucionalización.

Dada la juventud de los estudios de comunicación y su relativa desorganización institucional (que no proliferación, pues ya se pueden encontrar en las ciencias sociales y/o humanidades, más profesionales de los estudios de comunicación que de cualquier otra área), la noción de “clásico” o la referencia estable a una vida-obra, la vemos como un ejercicio para definir y precisar cuánto sea posible lo que por estudios de comunicación puede concitar. La idea de “clásico” se vincula también desde nuestra perspectiva, a “modelos de enseñanza” de la comunicación. Por ejemplo, el modelo mediático de la enseñanza de la comunicación tiene como “padres fundadores” a la corriente del mass communication research (Lazarsfeld, Lasswell, Hovland, Lewin) que constituye el icono más preclaro de lo que por “clásico” se entiende. Al mismo tiempo, las fuentes históricas del pensamiento comunicacional demandan una explicación de su genealogía y deja ver cómo un caso marca las fuentes del pensamiento comunicacional y las ideas de un profesional dedicado a los estudios de la comunicación.

Una de las consecuencias en los estudios de comunicación, tal vez sea que muchos de estos “clásicos” no tienen un régimen sostenido de tratamiento en la investigación de la comunicación, sea porque son referidos a través de citas más que a sus obras directas, por los problemas de traducción que dificultan su difusión o sencillamente por una tendencia un tanto superficial en la producción científica en comunicación. La figura del clásico en comunicación resulta esquiva y confusa en la medida, que por ejemplo Marx, Weber, Dukheim o Parsons son “clásico” para la sociología; Skinner, Watson, Rogers o Piaget para la psicología educativa, o Radcliffe Brown, Malinowski o Levi-Strauss para la antropología.

El hecho de marcar a Raymond Williams como “clásico en comunicación” desde la perspectiva cultural, es una hipótesis que puede tener fundamentos en algunos aspectos: En 1962 publicó Communication, estudio que gozó de gran influencia para quienes comenzaban a estudiar comunicación en el Reino Unido a principios de los sesenta; además participó en las polémicas sobre el sentido de la televisión, realizó varios programas para la BBC. Parte de esta experiencia quedó registrada en Television: Technology and Cultural Form (1974), donde sintetiza su aporte como analista del medio. Williams además posee una reflexión original y una personalidad claramente identificable que asocia a su extracción de clase, su militancia y su sensibilidad por las transformaciones culturales del Reino Unido; en su momento, fue contestatario a una tradición central y hegemónica con respecto a las instituciones universitarias británicas. A este elemento educativo, hay que sumar el vinculo en la clase obrera y la cercanía a los movimientos de Nueva Izquierda y el Partido Laborista como componentes estructurales que son imprescindibles si se quieren conocer las condiciones que expliquen cómo y por qué se dio un viraje en la concepción académica de la cultura.

Decir que Williams representa una de las formas clásicas para designar al intelectual de la comunicación significa colocar en nuestro horizonte formativo y de trabajo unos determinados valores, que al margen del espacio y el tiempo, pueden ser aspiraciones permanentes de un ejercicio laboral. Creemos que Williams no se aleja mucho de ese intelectual de la comunicación que más o menos nos dejó entrever por la misma época la célebre carta de Sánchez Villaseñor, quien postulaba ese profesional, mezcla de individuo sensible al acontecer (no olvidemos que Williams proviene de la clase trabajadora: fue hijo de un ferrocarrilero, militante en su juventud del partido comunista británico, se enlista en el Ejército Británico durante la II Guerra Mundial), sólida formación en las humanidades, e imaginativo para proponer nuevas relaciones conceptuales.

Williams deja ver una figura que nos ayuda a conocer cómo las ciencias sociales y las humanidades pueden tener en los estudios de comunicación un lugar fructífero de encuentro. También queremos proponer a Williams como ejemplo para el diálogo intelectual, académico y social que se puede dar entre los estudios literarios y la comunicación, y ello supone algo más que manidas esquematizaciones de un supuesto emisor (autor) que escribe algo (mensaje) a cualquier lector distraído lo lee (receptor). Williams, como pocos, insistirá desde las categorías de ‘clase’, ‘cultura’, ‘industria’, ‘arte’, que la literatura dista de ser un aparato únicamente estético, para resaltar de él su dimensión cultural, política y social. Esto supone una descentración importante con respecto a la concepción de la literatura y lo literario. Williams nos enseñará que la cultura sociológica o los estudios históricos culturales son prácticas y relaciones sociales, las cuales producen no sólo “cultura” o “ideología”, sino y más significativamente, las dinámicas dentro de las cuales hay no solamente continuidad y determinaciones sino tensiones, conflictos, resoluciones e irresoluciones, innovaciones y cambios actuales

Gómez (2007) señala que de todos los autores de la genealogía de la Tradición Cultural, la obra de Raymond Williams es la que tendrá más presencia e impacto en los estudios de la comunicación a partir de la década de los sesenta. Su obra en diálogo permanente con una diversidad de tendencias intelectuales de ese periodo, es amplia y fructífera, y permanece en una tensión entre mantener una coherencia interna a lo largo de su historia intelectual y de renovar perspectivas teóricas, conceptuales y reflexivas. Sobre la influencia de la obra en Williams, Nick Stevenson (1998: 42) señala que su obra puede ser entendida como un progresivo intento de presentar las prácticas culturales como materiales, para ello traslada el acento inicialmente puesto en la necesidad de que la larga revolución sostenga una cultura literaria trascendental orientada por “ciertos valores absolutos o universales”. Su segunda obra sobre los medios, que básicamente se refiere a la televisión, es quizás el ejemplo fundamental de la aplicación del materialismo cultural al análisis histórico.

1. Obras básicas

La obra donde al parecer reflexiona de manera más clara es Cultura y Sociedad 1780-1950 (1958), donde muestra un panorama crítico desde el romanticismo hasta Orwell. Lo literario se define como proceso cultural que no debe entenderse mediante sus mecanismos de adaptación e incorporación. En este libro, el autor hace una revisión del estudio de la crítica de la cultura, de manera paralela a la realizada por Leváis en 1948 (The great tradition). Williams hace una revisión por algunas de las personalidades más importantes de la literatura inglesa (Coleridge, Arnold, Morris, D.H. Lawrence, Eliot…) a partir de la cual, hace evidente que el uso moderno de la palabra ‘cultura’ apareció en la revolución industrial junto con otros términos que forman parte de una jerga común, tales como ‘arte’, ‘industria’, en una tensión con el industrialismo; con ello, deja claro que estas nociones entreven visiones y actitudes las cuales expresan más de aquello que denotan; es decir, regímenes, percepciones y sensibilidades. Es por ello que Williams va ver a la cultura más como un proceso y no simplemente como los productos más elevados de la sociedad, las grandes obras de un genio individual. En esta obra, va esbozar una crítica al capitalismo industrial.

En The Long Revolution (1961) realiza un análisis de la historia evolutiva de las formas y las instituciones culturales en Gran Bretaña durante los últimos 200 años; desarrolla también un marco teórico dentro del cual explora ese proceso de cambio dinámico. Williams desarrolla nociones como “Estructura de Sentimiento”, “cultura dominante”, “cultura residual”, “culturas emergentes” para contribuir a la comprensión de las complejas negociaciones ideológicas que pueden existir en un momento determinado, y a los modos desiguales en que esas “estructuras

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