GERONTOLOGÍA MÁS QUE UN RETO SOCIAL.

GERONTOLOGÍA MÁS QUE UN RETO SOCIAL.

La historia de la humanidad nos revela la forma de como el hombre ha construido su realidad social a partir de métodos, estructuras y procesos que apuntan a un sistemático discurrir de lo que ahora se denomina sociedad. Es el hombre, quien en su imperiosa necesidad de orden, ha tenido que enfrentar diferentes tipos de conflictos que van desde los personales hasta los sociales, que acompañados de la ineficiencia y poca legitimidad del Estado, la crisis económica y social, los cambios y transformaciones de la era de la globalización y la manera actual de enfrentar y resolver las dificultades; han contribuido a una evidente hostilidad social.

Sin embargo, en los ámbitos concretos de la realidad humana se apela profusamente a la dignidad humana, como marcador determinante en todos los procesos sociales: sistema familiar, económico, militar, religioso, político, educativo, entre otros. Pues todos en conjunto forman una estructura macro, encaminada a la construcción de un diálogo necesario entre la Sociología y la Gerontología, en sincronía con las mediaciones de la sociedad. Allí radica justamente el reconocer la interdisciplinariedad de la Gerontología, con una dimensión amplia como ciencia social que estudia el envejecimiento.

Se hace entonces necesario ubicar la Gerontología dentro del contexto global de la Sociología, reconociendo la dinámica interrelacional del adulto mayor en el entorno social; como clave fundamental del desarrollo de una sociedad que se transforma. A sí mismo, reconocer la vida del ser humano en proceso de envejecimiento, incluso, desde el mismo vientre materno. Lo que me hace pensar en un conjunto de factores psicosociales determinantes a la hora de un adecuado desarrollo del hombre como miembro de una sociedad y sujeto portador de una cultura en favor del cambio social.

Por otro lado, se debe comprender entonces el proceso de desarrollo general de la sociología y sus formas de organización, sin desconocer al hombre como poseedor de un rol social que lo habilita para asumir con resilencia las adversidades que acaece el conflicto social. Más aún, conociendo que habitamos un mundo globalizado y permeado por los intereses de unos cuantos, en detrimento de la gran mayoría.

En base a lo anterior, reflexiono en la existencia del conflicto a partir de la interacción y realidad social, bajo el modelo socio cultural; tristemente pareciera que este es inherente a la sociedad y a la vida del ser humano; tal como lo expresa Estanislao Zuleta:

La erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable; ni en la vida personal (en el amor o la amistad), ni en la vida colectiva.

Es preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro, conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo. (COMFENALCO, 1999, p. 1).

Aunque difiero con el autor en relación a que la erradicación del conflicto no es una meta alcanzable ni deseable; porque sin desconocer que si bien es algo complejo, no es imposible de lograrlo; es decir, vivimos en un mundo absorbido por el caos y la indiferencia social; no obstante, soy una de las que piensa, sueña y desea una sociedad mejor. Aquella guiada por la equidad, y sobre todo, por el reconocimiento del mismo hombre en esencia creadora y por lo tanto transformadora de espacios armónicos y rebosantes de amor, paz y armonía.

Ahora bien, más que criticar indiscriminadamente en contra de evidentes problemas sociales (pobreza, marginación, desempleo, guerras absurdas, entre otros), que como bien sabemos son producto de años de hegemónico poder de los gobernantes, acelerado aumento de la población debido a los grandes avances tecnológicos y de la medicina, a las fronteras

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