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Garcilaso De La Vega


Enviado por   •  9 de Octubre de 2011  •  1.334 Palabras (6 Páginas)  •  988 Visitas

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En tanto que de rosa y azucena – Garcilaso de la Vega

En tanto que de rosa y azucena

se muestra la color en vuestro gesto,

y que vuestro mirar ardiente, honesto

enciende el corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena

del oro se escogió, con vuelo presto,

por el hermoso cuello blanco, enhiesto,

el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado

cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,

todo lo mudará la edad ligera,

por no hacer mudanza en su costumbre.

Si de mi baja lira – Garcilaso de la Vega

Si de mi baja lira

tanto pudiese el son, que un momento

aplacase la ira

del animoso viento,

y la furia del mar y el movimiento,

y en ásperas montañas

con el suave canto enterneciese

las fieras alimañas,

los árboles moviese,

y al son confusamente los trajese:

no pienses que cantado

sería de mí, hermosa flor de Gnido,

el fiero Marte airado,

a muerte convertido,

de polvo y sangre y de sudor teñido,

ni aquellos capitanes

en las sublimes ruedas colocados,

por quien los alemanes,

el fiero cuello atados,

y los franceses, van domesticados;

mas solamente aquella

fuerza de tu beldad sería cantada,

y alguna vez con ella

también sería notada

el aspereza de que estás armada,

y cómo por ti sola,

y por tu gran valor y hermosura,

convertido en viola,

llora su desventura

el miserable amante en tu figura.

Hablo de aquel cativo

de quien se debe más cuidado,

que está muriendo vivo,

al remo condenado,

en la concha de Venus amarrado.

Por ti, como solía,

del áspero caballo no corrige

la furia y gallardía:

ni con freno le rige,

ni con vivas espuelas ya le aflige.

Por ti, con diestra mano,

no revuelve la espada presurosa,

y en el dudoso llano

huye la polvorosa

palestra como sierpe ponzoñosa.

Por ti, su blanda musa,

en lugar de la cítara sonante,

tristes querellas usa,

que con llanto abundante

hacen bañar el rostro del amante.

Por ti, el mayor amigo

le es importuno, grave y enojoso;

yo puedo ser testigo,

que ya del peligroso

naufragio fui su puerto y su reposo;

y agora en tal manera

vence el dolor a la razón perdida,

que ponzoñosa fiera

nunca fue aborrecida

tanto como yo dél, ni tan temida.

No fuiste tú engendrada

ni producida de la dura tierra;

no debe ser notada

que ingratamente yerra

quien todo el otro error de sí destierra.

Hágate temerosa

el case de Anajérete, y cobarde,

que de ser desdeñosa

se arrepintió muy tarde;

y así, su alma con su mármol arde.

Estábase alegrando

del mal ajeno el pecho empedernido,

cuando abajo mirando,

el cuerpo muerto vido

del miserable amante, allí tendido,

y al cuello el lazo atado,

con que desenlazó de la cadena

el corazón cuitado,

que con su breve pena

compró la eterna punición ajena.

Sintió allí convertirse

en piedad amorosa el aspereza.

¡Oh tarde arrepentirse!

¡Oh última terneza!

¿Cómo te sucedió mayor dureza?

Los ojos se enclavaron

en el tendido cuerpo que allí vieron;

los huesos se tornaron

más duros y crecieron,

y en

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