Guerra Del Agua
Eiver12122 de Diciembre de 2014
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INTRODUCCION
La “guerra del agua” en Cochabamba constituye el fracaso más dramático entre los proyectos de privatización caso más dramático entre los proyectos de privatización da en las amplias resonancias mediáticas del caso, que en su momento fue llamado “una lucha de David contra Goliat” y que tuvo todas las características noticiosas para recibir una cobertura exitosa en los medios masivos de información a nivel global. Para algunos observadores, Cochabamba representó “una gran victoria popular contra las fuerzas de la globalización neoliberal” (Lobina 2000). Otros analistas destacaron en cambio que “la verdadera tragedia es que tras cinco años de lucha, los cochabambinos aún carecen de un adecuado servicio de agua Epotable”, y finalmente hay quien sostiene que, en ausencia de inversiones privadas, “ésta será la situación predecible, no únicamente para ellos, sino para cerca de 130 millones de latinoamericanos” (Forero 2005). Este debate álgido y ampliamente publicitado, convirtió el episodio de Cochabamba en un media-star, mientras que las lecciones perdurables de este suceso aún esperan a ser comprendidas y asimiladas. En lo que sigue, sostendré que el caso de Cochabamba fue una protesta social enmarcada en términos culturales indígenas, en la que el uso del agua como un poderoso símbolo político tuvo una función central; por otra parte, mostraré que el proyecto de privatización de los servicios de agua potable fue diseñado desde el contexto político de las organizaciones financieras internacionales, sin atender al desarrollo de un asidero adecuado en las necesidades y valores de la comunidad local. Desde esta perspectiva, el caso de Cochabamba resultó ante todo un desencuentro entre dos órdenes de discurso. Intentaré demostrar que la naturaleza subyacente de este conflicto no se encuentra circunstancial o regionalmente constreñido, sino que, en general, los proyectos de manejo privado de recursos hídricos para el servicio público enfrentan importantes obstáculos, relacionados con la carga simbólica del agua. Comprender cuándo y cómo pueden hacerse presentes estos obstáculos puede ayudarnos a construir fundamentos más sólidos para las políticas de desarrollo de infraestructura. Para alcanzar este último objetivo, puede ser necesario realizar algunos cambios significativos obstáculos, relacionados con la carga simbólica del agua. Comprender cuándo y cómo pueden hacerse presentes estos obstáculos puede ayudarnos a construir fundamentos más sólidos para las políticas de desarrollo de infraestructura. Para alcanzar este último objetivo, puede ser necesario realizar algunos cambios.
LA GUERRA DEL AGUA EN COCHABAMBA Y SUS REPERCUSIONES EN EL AMBITO ECONOMICO
1. Privatización del agua en América Latina.-
La Conferencia de Dublín sobre el Agua y el Ambiente, de la Organización Meteorológica Mundial, WMO, en 1992, fue probablemente el momento en que una nueva perspectiva sobre el agua y el desarrollo tomó carta de naturalización en las políticas de las agencias internacionales En esta conferencia, el papel de los mercados fue resaltado como una herramienta para el desarrollo, y el cuarto principio en las resoluciones finales, estableció: “El agua tiene un valor económico, en todos y cada uno de sus usos en competencia, y en consecuencia debe ser reconocida ante todo como un bien económico (…) En el pasado, el error de no reconocer un papel central al valor económico del agua ha conducido a dilapidar y a usar el recurso en forma dañina para el ambiente. Manejar el agua como un bien económico es una estrategia importante para lograr su uso equitativo y eficiente” (WMO 1992).
Posteriormente, a lo largo de la década de los 90, la privatización del agua se convirtió en una política impulsada por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) así como por diversos organismos financieros regionales y bilaterales. Como política, la privatización se ubica grosso modo entre las “reformas económicas neoliberales”, y fue frecuentemente incluida en los paquetes de “ajuste estructural” y de “terapia de choque”, prescritas a diversos países por el BM y el FMI. En este entorno político, los proyectos de privatización se multiplicaron hasta alcanzar un máximo hacia 1997, y a partir de entonces comenzaron a declinar, probablemente, como consecuencia de las crisis financieras del sureste de Asia, de Brasil y de México (Budds, 2003). Destacan algunos aspectos generales de este proceso.
• Como se mencionó, las políticas de privatización han sido fuertemente apoyadas por los principales organismos financieros internacionales Cerca del 80% del mercado se ha concentrado en unas cuantas corporaciones multinacionales: Suez, Veolia (anteriormente conocida como Vivendi), Thames y Saur (Budds, 2003).
• Tanto el alcance como los beneficios de los proyectos han resultado menores a lo esperado.
• Un debate altamente ideologizado se ha presentado entre los defensores de la acción del estado y los promotores de las fuerzas del mercado con amplia cobertura en los medios.
• Aunque se han visto mayormente como casos aislados, es un hecho que han ocurrido graves conflictos políticos que ocasionalmente han culminado en la ruptura de contratos.
No obstante, los proyectos de privatización se han extendido sobre cuatro continentes, con Latinoamérica ocupando un lugar central en este escenario de acuerdo con las siguientes cifras.
La elevada participación de Latinoamérica en este mercado puede explicarse parcialmente por los siguientes factores
A. La existencia en esta región de un número importante de localidades de ingreso y tamaño medios, que resultan muy funcionales a la estrategia de inversión de las corporaciones, la cual ha sido descrita como “pizcar cerezas” (cherry picking).
B. El rápido crecimiento de antiguas y nuevas áreas urbanas, principalmente como consecuencia de las migraciones rurales, con el subsiguiente incremento de las necesidades de infraestructura y servicios.
C. La consolidación relativamente alta de las firmas locales de ingeniería, que facilita la formación de consorcio los cuales son preferidos tanto por las corporaciones (como estrategia de imagen y para protección de responsabilidades legales), como por los gobiernos, por diversas razones políticas y económicas.
D. La aplicación de alianzas público-privadas y otros esquemas contractuales innovadores, como cooperativas y joint-ventures.
Sin embargo, y a despecho de estos factores, Latinoamérica es también la región donde los proyectos de privatización han encontrado oposición significativa y han ocurrido sonados fracasos.
En términos generales, estos fracasos han seguido un guión semejante. En sus inicios se han caracterizado por altas expectativas, tanto de los inversionistas como del público, y en consecuencia han recibido fuerte soporte político dentro y fuera del país. El proceso ha pasado usualmente, a una desilusión temprana y luego a una creciente lucha de posiciones, con amplia cobertura en los medios, hasta llegar eventualmente al punto de ruptura. Al menos en un caso, Buenos Aires 2004, la decisión de ruptura fue iniciada unilateralmente por la compañía contratada.
2. Escases del agua en Cochabamba.-
El asunto del agua en Cochabamba existe mucho antes de que sus habitantes hayan escuchado alguna vez las palabras “Betchel” o “privatización”. La ciudad, que se expande por un extenso valle a 2 600 metros de altura sobre el nivel del mar, a los pies de los Andes, debe su nombre al agua: Kucha Pampa, que en lengua quechua significa “terreno pantanoso.”
La ciudad de Cochabamba tiene sus orígenes a mediados del siglo xvi, cuando era una verde fuente exuberante de fruta y otros productos agrícolas para los mineros de Potosí, donde se encuentra el Cerro Rico, lleno de plata, que financió al imperio español durante dos siglos. En sus primeros años, el pequeño pueblo de Cochabamba y la tierra de sus alrededores estaban rodeados de pequeños lagos y lagunas. A mediados de 1900, la riqueza líquida se estaba convirtiendo en leyenda como resultado de tres fuerzas antagónicas sobre las cuales los residentes de la ciudad no tenían control alguno.
Cochabamba estaba creciendo mucho y muy rápidamente. En 1950, la ciudad contaba con una población de 75 000 habitantes. Por 1976, la cifra se había elevado a más de 200 000. En el 2001, superó el medio millón.
Las otras grandes minas de plata y estaño de las alturas bolivianas habían caído en un colapso económico; las pequeñas aldeas rurales que habían constituido el corazón de la nación, también se volvían económicamente insostenibles, y familias enteras llenaban camiones y autobuses que se dirigían a los cálidos climas de Cochabamba.
Surgió en la ciudad un crecimiento descontrolado de nuevos barrios, principalmente habitados por contingentes enteros de comunidades mineras que llegaban a la ciudad, poblando las laderas de los cerros que circundan el norte y sur de la ciudad. Tierras que durante mucho tiempo fueron el hogar de árboles de molle, ovejas, cerdos, vacas y productos agrícolas, de pronto se llenaban de modestas viviendas de adobe con débiles techos de calamina sujetos por grandes piedras. Y si bien los nuevos residentes relocalizados podían vivir sin electricidad, sin teléfono y sin cañerías de gas instaladas en sus hogares, no podían vivir sin agua.
Cochabamba se estaba quedando sin agua justo cuando la demanda comenzaba a aumentar. La deforestación de las montañas colindantes y años de sequía suprimieron tanto el verdor de la otrora frondosa
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