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Hainuwele y el asesinato creacional


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2019  •  Ensayos  •  1.520 Palabras (7 Páginas)  •  208 Visitas

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“HAINUWELE Y EL ASESINATO CREACIONAL”

(CERAM, NUEVA GUINEA)

El presente informe tiene como fin analizar el mito creacional de los Hainuwele que habitan en las islas de Ceram, Nueva guinea. Este relato narra la historia de cómo la sangre de un cazador después de un hecho fortuito es derramada sobre una planta divina, el argumento se desarrolla presentando conceptos claves propios de los mitos creacionales y que nosotros nos daremos la labor de evidenciar y explicar.

“Los tiempos míticos, mientras cazaba, un hombre llamado Ameta, se encontró con un jabalí. Al tratar de escapar, el jabalí se ahogó en el lago. En su colmillo, Ameta encontró un coco. Esa noche soñó con el coco y se le ordenó que lo plantara. Cosa que hizo a la mañana siguiente. Tres días después había crecido una palmera de coco que floreció tres días más tarde. Ameta subió por ella para cortar algunas flores y preparar una bebida con ellas, pero se cortó el dedo y la sangre cayó sobre una flor. Nueve días después él encontró una niña sobre la flor. Tres días después la niña se transformó en una joven casadera, y él la llamó Hainuwele (“rama de coco”). En el gran festival Maro, Hainuwele permaneció en el centro del lugar de danzas y durante nueve noches distribuyó regalos a los bailarines. Pero al noveno día los hombres cavaron una tumba en el centro del lugar de danzas y arrojaron en ella a Hainuwele durante el baile. Se volvió a tapar la tumba y los hombres bailaron sobre ella.

A la mañana siguiente, al ver que Hainuwele no volvía a casa, Ameta se dio cuenta que había sido asesinada. Encontró el lugar, desenterró el cuerpo, lo cortó en pedazos y los enterró en lugares distintos, excepto los brazos. Los pedazos enterrados dieron origen a plantas antes desconocidas, en especial tubérculos, que desde entonces son el alimento principal de los hombres. Ameta llevó los brazos de Hainuwele a otra divinidad dema, Satene. Ella dibujó una espiral de nueve vueltas en un lugar de danzas y se ubicó en el centro. Con los brazos de Hainuwele hizo una puerta, y llamo a los bailarines. “Pues han matado”, dijo, “ya no viviré más aquí. Me iré hoy mismo. Ahora tendrán que llegar a mí a través de esta puerta”. Los que pudieron pasar por la puerta siguieron siendo seres humanos.  Los otros se transformaron en animales (cerdos, pájaros, pescados) o espíritus. Satene anunció que después de su partida los hombres solo la encontrarían después de muertos. Y desapareció de la faz de la tierra”.  (Eliade 1977:35)

Para empezar debemos definir que es un mito, para Levi Strauss mito corresponde a un sistema temporal que está conformado o sustentado por la lengua y el habla.  “La sustancia del mito no se encuentra en el estilo, ni en el modo de la narración, ni en la sintaxis, sino en la “historia” relatada. El mito es lenguaje”. (Levi- Strauss, 1968:190) Con esto Levi Strauss trata de hacer una brillante analogía con la teoría estructuralista del lenguaje de Saussure, el mito al igual que la lengua y el habla es un sistema temporal que es capaz de comunicar o transmitir sin la necesidad de comprender o abarcar la totalidad de signos. Esto ocurre puesto que los mitos están compuestos de mitemas que le dan una unidad narrativa mitológica, generando “armonías entre mitemas sincrónicas y diacrónicas”, conjugado los hechos míticos en base a un discurso narrativo estructurante, estas características se manifestarán a lo largo de todos los mitos, sin excepción.

El mito conforma una estructura que determina un pasado un presente y un futuro, puesto que la historia que relata el mito se sitúa particularmente en un momento antes del presente como conformación del mundo, es la verbalización de un tiempo pasado, una construcción simbólica que busca establecer la diferencia entre el tiempo sagrado y el tiempo profano, constituyendo así la noción de un tiempo fundamental, un instante primigenio. Además Levi Strauss recalca la continua complejización del mito, describiéndolo como una espiral que no se agotara hasta que se detenga el impulso intelectual que le dio origen (Levi-Strauss, 1968)

Lo primero que vemos dentro de este mito es el encuentro entre Ameta, el cazador y un jabalí que muere en su huida, al fallecer desprende un coco de su colmillo. Ameta en un sueño es empujado a plantar dicha semilla, de la cual brota una palmera de coco, después de unos días la planta da frutos y el cazador sufre un accidente al tratar de sacar los frutos del árbol.  La interacción entre ser humano y naturaleza es esencial dentro del discurso narrativo del mito, la sangre del sujeto en contacto con la flor de coco es lo que da origen a una deidad. Acá la sangre (fluido peligroso) posibilita el surgimiento de la deidad Hainuwele, al “contaminar” una planta (alimento) que dieron los dioses.  Estamos en presencia de una estructura de oposición en esta situación, una dialéctica subyacente que se manifiesta desde la tensión entre cazador y animal, y después de morir el animal, entre el cazador y el árbol,  puesto que Ameta subió el árbol para beber jugo de coco, más al contrario salió lastimado y el árbol “bebió” de él, pareciese ser que la primera oposición presente en el mito es entre ser humano y naturaleza.

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