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Hipólito y Santa


Enviado por   •  6 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  2.337 Palabras (10 Páginas)  •  162 Visitas

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Hipólito y Santa se habían tomado un gran afecto más que simpatía y menos que amor, una noche en la que casi no había clientes ellos hablaron por primera vez de sus existencias, Santa le contó su historia completa y cuando terminó se encapricho en que él le contara la suya así que éste se dispuso y le contó que sus padres se habían separado cuando él tenía entre seis o siete años y que su madre al no poder enseñarle como valerse por sí mismo ya que por su ceguera le costaba mucho trabajo adaptarse al mundo decidió llevarlo a la Escuela de Ciego y un día de visita ya no regresó, en la escuela aprendió a leer, escribir, tocar el piano y también aprendió a sufrir, mientras se contaban sus historias llegó un grupo de personas y Santa tuvo que ir a agasajar a los visitantes, a partir de esa noche la amistad de los dos se hizo más fuerte, Santa lo consultaba cada ves que tenía que tomar una decisión e Hipólito le pedía consejos.

Una noche Santa le peguntó a Hipólito que debía hacer ante la petición de un tal Rubio para irse a vivir con él, le respondió que debía aceptar, Santa le dice que la vida que llevaba ahora es como el aguardiente o la cárcel ya que una vez que lo pruebas no puedes dejarlo, Hipólito le contestó que algún día ella regresaría a esa casa o a otra igual, pero que en ese momento ella debía aprovechar y disfrutar de lo que la vida le ponía enfrente, en eso estaban cuando llegó el Jarameño a proponerle a Santa que dieran un paseo y fueran a dar el grito de Independencia al zócalo donde se reunía lo mejor de la sociedad, Santa acepta y dice que pase por ella al día siguiente.

Al día siguiente se dirigen hacia el Zócalo donde hay cientos de personas que esperan la presencia del Presidente de la República para llevar acabo el tradicional grito, caen miles de papeles de colores del cielo, toda la gente grita y disfruta el momento sin embargo Santa se hecha a llorar, el Jarameño sin entender le pregunta que le pasa a lo que ésta contesta que su patria es la casa de Elvira y que nunca va a dejar de ser una prostituta palabra que le causa mucho dolor y asco.

Capitulo IV.- Una de las noches que Santa se encontraba en pleno periodo triunfal cenaba con su destacamento de gentiles hombres en el Trivolí Central cuando vio entrar a sus hermanos Esteban y Fabián vestidos de negro, se levantó de la mesa y fue a un rincón para hablar con ellos, sus hermanos fríamente le dijeron que su madre había muerto y que su última petición había sido que le avisaran que no la despreciaba, que la había perdonado, Santa tomó las manos de sus hermanos y lloraron los tres, Esteban pronto se separo de ella y dijo que eso era todo lo que tenían que decirle, que jamás los buscara y que pensara que ellos también habían muerto, sin mas se fueron dejando a Santa aterrorizada con la noticia y salieron, Santa salió del salón y sin decir más se fue a un hotel de donde envió un mensaje a la casa de Elvira para que le enviaran el vestido negro más elegante que estaba en su guardarropa y un mantón negro.

Cuando llegó el vestido Santa se lo puso y se fue caminando hasta la iglesia de Santa Clara donde un grupo de personas hicieron que la sacaran de allí cuando la reconocieron, ya que según ellos por su profesión ella no tenía derecho de estar en ese lugar, según las leyes católicas que allí regían, Santa les pedía que la dejaran rezar por la muerte de su madre, pero la actitud de esas personas la hicieron sentir tan indigna de todo que salió sin decir más, camino por las calles sin ningún rumbo y sin poder defenderse de lo que era su verdad.

Capitulo V.- En los días siguientes a la muerte de su madre, se encerró en su habitación, cuando el doctor vino a ver que era lo que tenía se le olvido apuntar en la libreta de registro de Santa estaba sana, un día llegaron los agentes, que llevaban el control de la casa para que todas pagaran su registro y se llevaron a Doña Pepa y Santa, ésta última estaba conciente de que no había pagado sus últimos registros, pero en realidad se la llevaban por que pensaban que estaba enferma, Hipólito estaba platicando con Jenaro y le pedía que le describiera a Santa, cuando oyó lo que pasaba y se levanto, pero las dos mujeres eran llevadas a las autoridades superiores, entonces le pidió a Jenaro que fuera a investigar lo que pasaba, después de un rato entró el muchacho y dijo que ya regresaba Doña Pepa con el Jarameño, pero Santa se había quedado presa para después llevarla al hospital, Hipólito tomo su sombrero para ir en busca de ella, el Jarameño se fue junto con Hipólito para ver de que manera podían sacarla, esa noche estaba de guardia solo el secretario y a cambio de unos boletos para la corrida de toros que le regalo el Jarameño, le dijo que fuera con el doctor que atendía a Santa y le dijera que él la sacaría de la prostitución y que la haría su querida y solo así la dejarían salir, hizo lo que le habían recomendado y Santa regresó con ellos a la casa de Elvira, llegó y saco sus cosas para irse a vivir con el Jarameño, aturdida por todo lo que estaba pasando solo le dijo a Elvira cuando los acompaño a la puerta que la despidiera de Hipólito.

SEGUNDA PARTE

Capitulo I.- En la Guipuzcoana una casa de huéspedes española, se encontraban Ripoll un ingeniero que pretendía vender al gobierno mexicano un submarino de su invención, Don Praxedes Luro un cura carlista que esperaba que el obispo le asignara una parroquia, Feliciano Surdo dizque minero arruinado, de quien se decía ser el amante de la dueña de la casa, Izquierdo agiotista, Abascal dependiente de la Covadonga y Gallegos un cómico, todos ellos bajo la regencia de la dueña Doña Nicacia Azpeitia de Flores, viuda de un militar, cuando llegó el Jarameño acompañado de Santa la presento como la mujer de su alma, todos se asombraron de su belleza y los aceptaron inmediatamente instalando allí su nido de amor.

Se acercaba el domingo y Santa sentía que el Jarameño ya no la quería, pero lo que pasaba es que el Jarameño era torero y cada vez que se acercaba el Domingo y le tocaba torear sentía una gran preocupación porque decía que en ese arte el torero entra al ruedo y no se sabe si es por última vez, cuando llegó el Domingo el Jarameño se preparó para irse a su corrida dejando a Santa en la casa, cuando apenas se alejaba se presento Jenaro, el lazarillo de Hipólito, fue a verla para saber como estaba por mandato de su amo y le pidió a Santa que fuera discreta

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