Inferencia
gemma14045 de Octubre de 2014
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INFERENCIA.
La inferencia es un proceso que puede ser aplicado al análisis de la información.
Si decimos “José fue a la escuela” ¿qué podemos pensar de esta oración?
Primero que José estudia en la escuela; segundo que José trabaja en la escuela; tercero que fue de visita a la escuela.
El proceso por medio del cual suponemos y establecemos relaciones entre los conceptos, situaciones, objetos y sujetos se llama inferencia.
Las inferencias, que en el ejemplo hemos puesto, son suposiciones susceptibles de verificación o de sustentación. Al hacer este tipo de inferencias estamos haciendo inferencias del tipo inductivo.
La inferencia inductiva está presente en la vida cotidiana, cuando razonamos a partir de la experiencia. Este tipo de inferencia es débil, ya que sólo permite suponer que si las premisas son verdaderas la conclusión o inferencia también lo será.
Antier llovió en la tarde, ayer llovió en la tarde. Hoy lloverá en la tarde. La inferencia se basa en la probabilidad matemática. Simple y llanamente inferencia inductiva.
La inferencia deductiva es más fuerte que la inductiva. Al usar este tipo de inferencia se pretende que la conclusión sea segura, si las premisas son verdaderas; y esto se debe a que, de algún modo, la inferencia ya está presente en las premisas v.gr: Todas las casas son sostenidas por los cimientos; esta casa no tiene cimientos, la casa no soportara un terremoto.
Las inferencias permiten extraer conocimientos implícitos en la información. Este proceso se aplica con frecuencia durante el análisis de la información .
Para extraer una inferencia de un escrito se requiere:
A.- Decodificar la lectura. (Entender su sentido y significado)
B.- Suponer relaciones acerca de las ideas implícitas dadas en el texto.
C.- Formular supuestos.
Las relaciones que dan lugar a las inferencias se deducen de conocimientos existentes o de relaciones previamente establecidas
La interpretación del contenido de un escrito implica un proceso en el cual la persona relaciona lo que se dice en el texto con su experiencia previa; este proceso implica la asociación de los estímulos dados en el texto, con ideas que muchas veces se alejan de la realidad observada y que constituye suposiciones acerca del tema tratado. Dichas suposiciones se llaman inferencias.
La inferencia deductiva e inductiva permite “leer entre líneas”, es decir, extraer información implícita en los contenidos de los textos. Es una estrategia que permite profundizar el análisis y la comprensión de los mensajes escritos.
A continuación se proponen algunos ejercicios que ameritan la aplicación del pensamiento inferencial.
LA DESHONESTIDAD EN CIENCIA
El fraude es un fantasma que ha merodeado el camino de la ciencia durante toda su historia. Lo mismo si se trata de exploración polar, síntesis de oro, impacto del medio ambiente en el coeficiente intelectual de gemelos fraternos o en la búsqueda del unicornio viviente. En los últimos años la ciencia también ha tenido su dosis de científicos deshonestos; por la fama y jerarquía de algunos de ellos, sus casos han alcanzado gran notoriedad. Tres ejemplos, el último apenas conocido, bastarán para mostrar sendas caras del mismo problema.
Los ratones pintados
En 1973, William Summerlin, investigador del más grande e importante centro mundial de investigación sobre el cáncer, el Instituto Sloan-Kettering de Nueva York, dio a conocer un hallazgo espectacular: con sólo cultivar piel mediante “técnicas especiales” es posible transplantarla con éxito de un animal a otro de la misma especie aún entre individuos evolutivamente distantes. Este descubrimiento fue recibido con gran júbilo pues, entre otras posibilidades, por primera vez en la historia de la medicina ofrecía una medida eficaz para tratar las quemaduras graves. El problema empezó cuando varios investigadores alrededor del mundo incluso dentro del mismo Sloan-Kettering no pudieron repetir los resultados de Summerlin. Que un grupo no pueda reproducir los hallazgos de otro no es cosa rara en la ciencia; sin embargo, las sospechas de que algo estaba mal aumentaron cuando Summerlin se mostró especialmente renuente a compartir los detalles metodológicos de sus investigaciones. La razón no tardó en aparecer: Summerlin reconoció que había pintado parcialmente a sus animales para simular injertos de piel obscura en ratones blancos; también confesó haber publicado resultados de operaciones quirúrgicas nunca efectuadas. La historia terminó un año después, cuando Ninnermann y Robert A. Wood publicaron un trabajo que acabó con el engaño.
El virus ajeno
Por la jerarquía del actor involucrado y por los millones de dólares en juego, este caso de gran relevancia actual lleva años causando asombro e incredulidad en el mundo científico: ¿quién descubrió el virus del síndrome de inmunodeficiencia adquirida?
En 1983, la revista Science publicó simultáneamente tres artículos, dos encabezados por Robert Gallo, de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesada, Maryland, y el otro del grupo dirigido por el doctor Luc Montagnier del Instituto Pasteur de París. Ya que para entonces Gallo tenía mucho tiempo estudiando el virus causante de un tipo especial de leucemia, publicó que el SIDA podría ser producido por ese virus. Montagnier estaba seguro de que el origen de esta enfermedad era viral, pero en 1983 no pudo asegurar su identidad exacta. Ahora sabemos que el francés tenía razón, pues el virus de leucemia aislado por Gallo sólo era un contaminante de sus muestras iniciales.
La llamada “guerra franco-norteamericana” se inició en 1985 cuando Montagnier acusó a Gallo de que sus publicaciones estaban basadas en datos obtenidos del mismo virus que tiempo antes él mismo le había enviado desde París. El asunto se torno más ríspido cuando se descubrió que Gallo había publicado fotografías para las que usó –según el mismo Gallo reconoció- el virus aislado por el propio Montagnier. Es decir, todo apunta al investigador francés como descubridor del virus del SIDA y el plagio parece evidente.
Fechas alteradas
En 1985, la famosa revista The New England Journal of Medicine publicó un artículo en el que investigadores de 484 instituciones hospitalarias mostraron que la extracción del tumor propiamente dicho era igual de efectiva que la cirugía radical para el tratamiento del cáncer temprano de mama. Cuartro años después otro estudio confirmó estos resultados.
En junio de 1990 un trabajador de la agencia coordinadora de los estudios, la National Surgical Adjuvant Breast and Bowel Project (NSABP), notó algunas discrepancias en los datos enviados por el doctor Roger Poisson, jefe del estudio en el Hospital St. Luc de Montreal. Después de que las auditorías de rigor comprobaron que algunos datos efectivamente habían sido falsificados, la NSABP notificó el hecho a varias agencias gubernamentales estadounidenses, incluida, desde luego, la ahora llamada Office of Researchh Integrity (ORI) u oficina de integridad en Investigación, organismo encargado de averiguar los fraudes que ocurran en estudios patrocinados por el gobierno de ese país. Posteriormente, la ORI dictó su sentencia en contra del doctor Poisson: culpable de “mala conducta científica”.
En marzo de 1994 Angell y Kassirer, editores del New England, recibieron una llamada del Chicago Tribune para saber su opinión acerca del “fraude” llevado a cabo en los estudios de NSABP. Sorprendentemente, esta era la primera vez que la revista se enteraba del asunto con todo y que, como se anota, ya llevaba 4 años de haberse descubierto. Recientemente Angell y Kassirer publicaron los siguientes datos: de las 2163 pacientes incluidas en el estudio, 354 pertenecían al Hospital de St. Luc; la ORI encontró que Poisson modificó la fecha del diagnóstico microscópico de cáncer de 6 (sic) enfermas para que pudieran participar en el estudio. Como resultado de todo ese embrollo, el doctor Brenard Fisher –autor principal de esos trabajos- renunció el 28 de marzo de 1994 a la coordinación de NSABP, y en junio de 1993 el doctor Poisson acepto “retirarse” como Profesor de Medicina de la Universidad de Montreal y desde entonces tiene prohibido involucrarse en cualquier actividad de enseñanza. Justificadamente, el doctor Poisson sigue viendo pacientes pues, según la ORI, su “mala conducta” no estuvo relacionada con su actividad clínica.
Comentarios
En 1984 nuestro admirado Peter B. Medwar afirmó que el delito más horrible que un científico puede cometer es declarar cierto lo que no es. Los tres casos son reprobables pues la falsificación, el plagio y la
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