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LA CALIDAD

jairvaron22 de Junio de 2014

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LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO

HIPÓTESIS RECTORAS

Para una mejor comprensión de esta temática, la del desarrollo de las competencias básicas en el ser humano, se tomarán prestadas unas hipótesis planteadas por Louis Raths y Selma Wassermann (1.971) en los siguientes términos que contextualizar, demarcan y permiten la mejor exposición de las ideas, más que todo, en el desarrollo de las competencias intelectivas que tienen que ver con el pensamiento, la racionalidad y lo cognitivo.

1. El comportamiento humano se debe en gran parte al pensamiento que se posee. Este es uno de los grandes parámetros a considerar. Las personas, normalmente actúan según como piensan, según sus ideologías, valores, creencias. Independientemente si esas creencias son válidas o no, científicas o no. Este tipo de pensamiento arraigado en los individuos, pero de carácter social colectivo, hace que algunos comportamientos estén determinados por el pensamiento que se posee.

Las personas elevan sus concepciones con la experiencia, los estudios y sus ideales y, en esta medida, es posible que cambien sus comportamientos y mejoren sus relaciones sociales. Los educadores cumplen un papel fundamental en la transformación social al dar herramientas y crear posibilidades de canje en el pensamiento de las personas, buscando que sean más correctas, más maduras, más positivas, más resolutivas, y se espera entonces, que el comportamiento sea más madura, más adaptado, más equilibrado e inteligente. Por lo anterior se desprende que educar es forjar pensamientos más racionales y mejor estructurados cada vez.

2. La segunda hipótesis está íntimamente relacionada con las demás y expresa que el pensamiento es un resultado de las dimensiones del ser humano. Se entiende pues, que no es una resultante exclusiva de los estudios cursados, sino que en él han intervenido e intervienen las condiciones físicas, los instintos, las pasiones, los afectos, las relaciones, la capacidad intelectual, las experiencias vividas, el contexto social, económico, político, religioso, cultual, etc. Ellos son factores determinantes del pensamiento. Por lo tanto hay factores internos o propios del individuo y factores externos que lo alimentan, lo condicionan, lo transforman y lo determina, también.

Entonces, la complejidad del pensamiento se debe a muchísimos factores ya mencionados, y otros como el sexo, la edad, la profesión, la familia, las amistades, etc. que lo dificultan o lo facilitan e intervienen en su desarrollo y consolidación.

3. La tercera hipótesis implica el papel de la educación, el cual se puede enunciar de la siguiente manera: educar es facilitar experiencias que permitan pensar y desarrollar las dimensiones humanas. Sí la educación, entonces, apunta al desarrollo de las competencias básicas, los educadores deberán generar espacios y brindar oportunidades de experiencias donde se permita la puesta en práctica del pensamiento. Esta consideración afecta muchos frentes; tales como: el de la formación de docentes, la cual se enfocaría en lograr que los educadores desarrollen habilidades para aplicar estrategias que faciliten el desarrollo de las dimensiones humanas, más que el de la entrega de informaciones disciplinarias.

Habría que estructurar docentes capaces de hacer que los estudiantes pongan en juego - en los procesos de enseñanza, aprendizaje, evaluación - sus competencias afectivas, donde se vivencie el perdón, la comunicación, la tolerancia, la sinceridad; pero, no como temas de clases sino como vivencia cotidiana.

A través de los procesos formativos se deben desarrollar actividades que permitan poner en juego las capacidades para analizar, deducir, comparar, sintetizar, tomar decisiones, resolver problemas y, se vuelve a hacer el énfasis, no como seminarios puntuales, sino como cotidianidad pedagógica, donde se apliquen las capacidades mentales, físicas, afectivas y de personalidad que se tienen.

Como pueden darse cuenta, estas concepciones afectan no sólo la formación de docentes, sino a quienes ya están en ejercicio, afecta en igual medida al currículo, a los ambientes educativos, a los medios didácticos y al contexto tanto escolar como social. Se generaría una nueva cultura que comprenda que el comportamiento humano depende en gran medida del pensamiento, que éste es complejo, que depende de factores internos y externos al individuo que lo estructura, que la educación como sistema, se encarga de promover y contribuir al desarrollo humano y que didácticamente se apunta a la ejecución de experiencias que permitan el desarrollo de las dimensiones y el pensamiento humanos.

1.3 EL PENSAMIENTO Y LAS COMPETENCIAS BASICAS.

Según el Diccionario Webster se entiende el pensamiento como el mecanismo mediante el cual se ponen en juego las facultades intelectuales. Es emplear la mente para llegar a conclusiones. Es utilizar las facultades que conforman el intelecto. Por otro lado, pensar es tomar decisiones, es sacar inferencias, es ejecuta operaciones mentales conforme a la razón. El pensamiento también es juzgar, concluir, criticar, decidir, optar por algo. Pensar es formar un propósito, tener una intención. El pensamiento es reflexionar, meditar, sopesar algo mentalmente.

El pensamiento no está determinado, únicamente, por la actitud corporal de inmovilidad para adoptar la posición de meditación. Hay que tener en cuenta que el ser humano piensa moviéndose, actuando, hablando, explicando, incluso durmiendo. Se piensa con el lenguaje u sin él. En los momentos de intercambio social formales e informales surgen juicios que antes no se tenía conciencia de ellos; se construyen conceptos que antes no se habían manifestado. En los momentos de alta motivación se tiene la experiencia de mezclar conceptos, sacar deducciones, inferir aspectos que quizá, en otro momento, no se había tenido, y entonces, se construyen argumentos, nuevos conceptos, surgen nuevas ideas; es decir, pensamos.

1.3.1 SÍNDROMES DE CONDUCTAS AFECTADAS POR EL PENSAMIENTO.

Como ya se expresó anteriormente, el pensamiento rige el comportamiento, por ello se considera que valdría la pena reflexionar sobre algunas conductas que se ven afectadas por el pensamiento, conductas consideradas negativas y que podrían cambiar si se cambia la forma de pensar. Entre estos comportamientos se podrían mencionar la impulsividad, la dependencia, la incapacidad para concentrarse, el dogmatismo, la falta de confianza, la incapacidad para captar el significado de algunas cosas, la resistencia misma a pensar y otras.

Sí se dan estos tipos de conductas es porque consciente o inconscientemente así se conciben las personas, así se perciben, así es su auto imagen, así se repiten que son mentalmente. Sí se les preguntara si quieren tener pensamientos rígidos, inflexibles, dogmáticos o negativos, con toda seguridad responderían que no; sin embargo, se tienen en mayor o menor medida. Se construyen de tal forma que un día se asumen comportamientos que dan resultados, entonces se vuelven a asumir y si vuelven a arrojar buenos resultados se refuerza la conducta, se introyecta como positiva y, desde entonces, se asumen en próximas situaciones, sin darse cuenta que no se dieron la oportunidad de ensayar otro tipo de conducta y, con el paso del tiempo, se volvieron rígidos, monoconductuales en circunstancias aparentemente similares, Se les vuelve regla personal hasta el extremo de rechazar pensamientos alternativos o conductas diferentes, por el sólo hecho de ser diferentes. Se cree, entonces, que el único punto de vista válido es el propio, sin entrar a considerar que puede ser el más inválido en un momento dado y entre una gama de enfoques sobre un mismo aspecto y que pueden ser más eficientes que el que se posee.

Socialmente son conductas rechazables porque dificultan las elaciones, las tiranizan, crean dominantes y dominados, impiden el diálogo, los acuerdos e imposibilitan la práctica de la libertad y la democracia.

En la formación, ya sea de niños, jóvenes o adultos, hay necesidad de revisar los tipos de pensamientos que se estilan, a través de los comportamientos manifestados para hacerlos conscientes y, de esta manera, empezar a cambiarlos. Hay que tener en cuenta que contrario a algunas tendencias o a algunas ideologías populares, los adultos cambian. Los cambios hormonales, las experiencias vividas, los cambios biológicos hacen cambiar el comportamiento; los aciertos y logros tanto como los fracasos y frustraciones hacen cambiar. Entonces, de manera planificada y gratificante se puede contribuir al cambio de comportamientos en aras a lograr personas más felices, más armónicas, más maduras dentro de la pluralidad y la complejidad socio cultural. Por supuesto que no hay que soslayar la importancia de las experiencias infantiles, las que en ocasiones, marcan de manera definitiva la personalidad al llegar a adulto. Pero, tampoco es menos cierto, que exista un determinismo absoluto a partir de la niñez.

Los seres humanos cambian en la medida de sus deseos o de acuerdo a las necesidades y expectativas, cambian de acuerdo a las circunstancias, motivaciones u obligaciones. El ser humano tiene un alto nivel de conciencia; es decir, tiene la capacidad de darse cuenta de sí

mismo, de cómo y qué piensa, de qué y como hace las cosas; por eso es capaz de reírse de sí mismo, de auto reprenderse, auto perdonarse, exigirse, fijarse propósitos personales

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