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LA MUSICALIDAD POÉTICA


Enviado por   •  25 de Diciembre de 2020  •  Trabajos  •  3.564 Palabras (15 Páginas)  •  269 Visitas

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LA MUSICALIDAD POÉTICA

Realizado por:

- Carlos Lahora Pérez

- 3º Filología Hispánica

La música y la poesía, a mi parecer, vienen a ser como la noche y el día, una no tendría sentido sin la otra. Si nos retrotraemos momentáneamente a la antigua Grecia, veremos que ya existía la poesía como concepto lírico, es decir, como poesía cantada o recitada al son de una lira, por lo tanto, la poesía viene desde sus orígenes unida a la música. A lo largo del tiempo, y atendiendo a las evoluciones que ha sufrido la poesía, como cualquier otro arte, veremos que lo único que se ha mantenido ha sido la música que vive en los versos, sin embargo, los temas, estrofas y métricas han cambiado y evolucionado en función de las épocas, de las experiencias personales de los propios poetas y del fin que se quisiera conseguir. Podemos preguntarnos el por qué se ha mantenido esto hasta la actualidad, pero creo que es una cuestión bastante sencilla de responder, y lógica si se piensa un poco.

Hoy y siempre, la música ha tenido una influencia, positiva o negativa, en el oyente, en el público. No podemos olvidar que, al fin y al cabo, es un medio de divulgación, en este caso, literario, pues hablamos de música dentro de la poesía. Por ello, la música siempre ha contado con un papel privilegiado en la poesía, pues la propia poesía ha sido instrumento de crítica, de dar a conocer aspectos que la población no sabía, un instrumento con el que decir y expresar lo que oralmente no se podía. La música tiene varios pilares fundamentales, y uno de ellos es el ritmo junto a la armonía. Si un escrito cuenta con ello, la estructura calará más en la mente del oyente (o lector), se leerá con más facilidad y se recordará con más sencillez. Esto hace que la poesía no se haya deshecho de ella, ya que ayuda a contar lo que se dice, a hacer más atractivo el texto si se canta o a la hora de leerlo, y a exaltar lo que se dice si se quiere calar en la mente receptora.  

A lo largo de las siguientes líneas, intentaré ejemplificar que la música ha estado presente y de la mano de varios poetas muy conocidos, y que solo hay que prestar atención a su tradición, a su biografía y a sus letras para darse cuenta.

Podría evidenciar esto con cientos de autores pero, para sintetizar un poco, trataré de hablar de aquellos que más atañen a la asignatura o de aquellos que, de una forma u otra, están interrelacionados con la misma, por ello, he elegido a: Luis de Góngora, Gerardo Diego, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez.

En primer lugar, hablaremos brevemente de la música en la tradición gongorina. Góngora es otro de los grandes poetas en los que la música tiene un papel fundamental, pues subyace en sus poemas. En Góngora podemos encontrar varias características cuya génesis es  la subordinación del romance nuevo a la música. Algunos de los rasgos serían: La utilización de la asonancia mudada, el uso de la cuarteta octosilábica, que nos indica el ajuste con la tonada, la variedad métrica del estribillo, que ayuda a que el desarrollo del tema principal sea más ágil y el abundante empleo de léxico musical (atabales, compás, organillo, zampoña, arco…). Esto podemos ejemplificarlo con un fragmento de su romance Cuando la rosada aurora que diría lo siguiente:

            El macho piensa que baila                              

            No solo quiso tañer,

            y, por que no falte son,

            sino meter una voz,

            ya que ha engomado las cerdas,

            y debió entender, su amo,

            su rabelillo tocó.

            la letra de la canción;

            Diole viento, y fue organillo

            pues a un árbol de aquel prado

            donde con admiración

            pidió apriesa un varejón

            oyó su trompa el soldado,

            para levalle el compás,

            y, su zampoña, el pastor;

            mas el macho no aguardó:

            que instrumentos manuales

            hizo fuga a cuatro pies,

            como organillo y violón

            y el médico la siguió,

            taña, un macho, con un ojo,

            que es bestial músico el hombre,

            ¡Ni se ha visto, ni se oyó!

            y fue siempre en proporción.

Avanzando en el tiempo, en la época contrarreformista, hay una recuperación del ritmo de la canción tradicional. Góngora era consciente de esto, de modo que sabía que si no se interesaba por lo popular, no habría una renovación poética.

Por ello, se alejó del discurso racional e intelectual para acercarse y centrarse en el fondo musical que acompañaba al lenguaje. La ventaja de esto reside en que este fondo, cuenta con armonía, ritmo y dinamismo, por lo que el propio lenguaje se dotaría asimismo de mucho más contenido y simbolismo, es decir, diría más que si se centrara en otros aspectos como en el lenguaje conceptual, por el hecho de que este no está dotado de lo anterior.

Podemos observar la musicalidad sobre todo en los sonetos, mucho más que en los romances y letrillas. Uno de los sonetos más representativo sería En la muerte de tres hijas del Duque de Francia, donde además de observar esto, impera el poder sorpresivo de la muerte. Hasta el S.XVII, destacan las relaciones música-lenguaje. Conforme la poesía se empezó a alejar del uso común de la sintaxis, tendiendo a un ideal más musical, donde la palabra cobra más fuerza a la vez que pierde autoridad del lenguaje racional.

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