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LA PEQUEÑA HEIDI LLANERA


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2014  •  7.577 Palabras (31 Páginas)  •  324 Visitas

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LA PEQUEÑA HEIDI LLANERA (CUENTO)

LA PEQUEÑA HEIDI LLANERA

I PARTE

SENTIMIENTO

Mi corazón reboza de alegría, cada día al despertar cuando mis ojos cual dos lunas queriendo comerse de una la noche, absorta y colmada de embeleso deslumbro la naciente aurora que se engalana en un enorme bostezo me saluda desplegando poco a poco sus brazos candentes de luz, el hermoso cantar de la paraulata llanera me obsequia la más bella serenata mañanera, se levanta la mañana araucana, imponente, el sonar de los riachuelos que desembocan hasta la poza donde cada día al levantarme me enjugo la cara para despertarme.

Aun mi cuerpo celebra el rocío que yace cual vestido etéreo sobre las hojas y flores silvestres ocultando su desnudez y que bailan hermosa danza al compás del viento. Abro los ojos aun tendida en el suelo disfrutando el frio de la madre tierra, escuchando el sonido de los insectos que revolotean sobre mí como admirándome.

de repente siento que me llaman, una voz gruesa, fuerte como un relámpago en plena tormenta, despertándome de mi deleite, es el abuelo de pasos lentos, enorme como estatua, su barba blanca es como la espuma que forma la poza cuando el viento la hace enojar y en bravecida choca contra las piedras.

lo miro y me quedo mirándolo con embeleso lo adoro más que a mi vida, está sentado en su silla formando el queso luego del ordeño de la leche, me llama para comer mi primer alimento del día, y con voz fuerte vuelve a gritarme algo enfurecido: Heidi tu no piensas venir a comer? quieres desnutrirte y morir…

Yo algo abrumada me acerco poco a poco y le digo entre dientes solo admiraba la sabana abuelito…_pero mi niña_ me dice con voz lenta y cansada y ya bajando la voz__ si todos los días la ves, al parecer no te cansas de tu llano, además solo cuentas con 5 años de edad_ mientras me decía esa última frase fruncía el ceño cosa que me inquieto mucho, conocía demasiado a mi abuelo y el solo hecho de fruncir el ceño era señal de que algo le abrumaba e inquietaba.

Me quede sin moverme y le dije: que te pasa abuelito porque estas triste, cerro sus ojos, me dio la vasija con la comida y sin pronunciar una palabra dio la vuelta, y su mirada se perdió entre la maravillosa mañana sabanera , mientras los potros y caballos corrían luego de un inmenso silencio que me pareció eterno me respondió…tienes 5 años conmigo pequeña y solo conoces el ordeño de las vacas al amanecer, y contemplar el paisaje que nos regala la madre naturaleza, pronto vendrán por ti, para que aprendas cosas que aquí en el campo no podrás aprender. Caminando lentamente se alejó un poco de mi…yo camine rápido y tome su mano que estaba fría como un tempano de hielo, y le dije abuelito todo lo que quiero eres tú y mi campo nada mas no necesito nada más, me tomo entre sus brazos y me dio un abrazo enorme como todo él en su fisonomía, mientras sus ojos desprendieron dos grandes lágrimas, como dos riachuelos rebozando en plena llovizna, llore en silencio abrazándolo, y sentí el profundo amor que él sentía por mí.

LA PEQUEÑA HEIDI LLANERA

II PARTE

LA LLEGADA DE PEDRO

En ese momento mientras mi abuelo me abrazaba, sentí como era de pequeña entre sus brazos, pero sobre todo pude darme cuenta que detrás de tanta seriedad su más grande debilidad era perderme. Luego soltándome me estremeció y me dijo ya vete, a comer tu desayuno que ya se acerca la hora de darle de comer y beber a los caballos. Y tú me ayudaras, pequeña: me regalo la más linda sonrisa sus dientes blancos como las estrellas, y el brillo de sus ojos, nunca olvidare ese momento, era raro ver sonreír a mi abuelo. Mientras la emoción de atender los caballos me hizo dar un salto de alegría y me dedique a comer desenfrenadamente para terminar con rapidez mi alimento.

Sentí el galopar estruendoso de los caballos y mi corazón se aceleraba al compás de los mismos. Corrí hasta la puerta y pude verlos, hermosos de pelo brillante como los araguaneyes que vistosos cubrían sus cuerpos con su cascada de hojas de oro, fuertes y recios de mirada esquiva, me acerque hasta el establo y tome una carreta la cual con mis frágiles y agiles manos llene en cuestión de minutos de heno fresco, mientras mi abuelo fatigado por el peso de las botijuelas de agua, se acercaba cansado para darles de beber, ese era nuestro día a día, los días más felices de mi vida, rodeada de tan maravilloso paisaje venezolano.

Ya pronto caía la tarde y los tonos cálidos del atardecer se sumergían en tonos rojos, naranjas y violetas que se mezclaban para darnos un verdadero espectáculo crepuscular, el sol con un naranja intenso ya se ocultaba poco a poco, mientras que los gallos nos decían en su canto que ya el astro rey le daría en unas horas paso a la princesa luna. Eran ya como las seis de la tarde, y mi abuelo cansado de la faena preparaba su campechana para recostar su cuerpo desfallecido por el trabajo del día.

Mientras yo acariciaba a lucero una hermosa yegua de crines de sol, de mirada reluciente, negra como el azabache pero mansa y tierna, como los conejos que mi abuelo atrapaba en los lazos que colocaba por las noches.

su abdomen abultado indicaba que traería consigo un potrillo, mi ilusión de tenerlo se acrecentaba más y más, de pronto sentí unos galopes, alguien se acercaba a caballo, pude distinguir dos caballos enormes como los unicornios mitológicos de los cuentos de mi abuelo, eran un hombre y un niño, hasta que llegaron hasta mí, el hombre me grito. Niña. Llama a tu abuelo dile que aquí está el ayudante que me solicito.

El niño se bajó del caballo, era delgado, de tez muy morena sus cabellos rizados y de mirada esquiva sus ojos denotaban desconfianza y timidez, le dije me llamo Heidi y ¿tú? _ El me respondió_ mi nombre es Pedro, y volteo su mirada hacia otro lugar, diciendo entre dientes: ¿quién puede llamarse Heidi?_ El hombre replico_ Hija busca a tu abuelo que tengo que regresarme al brinco_ corrí hasta mi abuelo y le dije lo acontecido, y frunciendo el ceño, se levantó hasta el lugar dirigiéndose al hombre con voz gruesa: ¿así que este es el ayudante que me envías? ¿Un muchacho que no creo que sobrepase los doce años?_ Pues si viejo_ esto es lo que pude encontrar pero el muchacho hace bien su trabajo, sabe ordeñar, arrear el ganado, se ha dedicado hasta al cultivo, por estos lados, es muy conocido por su buen desempeño. Mi abuelo no dirigió palabra solo afirmo con su cabeza el que Pedro se quedara.

El hombre tomo su caballo y se alejó, Pedro amarro su caballo cerca de lucero, y coloco su bolsa

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