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La Alegría De Jugar Y Aprender

ManuSavanni22 de Marzo de 2014

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LA ALEGRÍA DE JUGAR Y APRENDER.

El ser humano se ve expuesto continuamente a grandiosas oportunidades para aprender algo nuevo cada día de su vida. Vivencia y experimenta sucesos y acontecimientos que fortalecerán o transformarán su modo de vida, que le dejarán huellas marcadas en su pensar y proceder manifestándose estás en el modo en que tratará y se conducirá ante ciertas pautas o normas que primeramente adquirirá de la familia y que posteriormente confrontará durante su vida en sociedad al socializar con otros semejantes. Es en el transcurso de la primera infancia del hombre (que comprende el periodo prenatal hasta los ocho años de edad) en que se da un crecimiento y desarrollo potencial de todas las capacidades que tenderán a perfilarse en el niño. La primera infancia es la fase más importante para el desarrollo general, ya que dependiendo de las experiencias vividas en la edad temprana se determinan en gran medida el tipo de salud, la educación y la participación económica, ya que los niños experimentan un crecimiento rápido en el que influye mucho su entorno. Muchos problemas que sufren los adultos, tales como problemas de salud mental, delincuencia, una deficiente alfabetización y destreza numérica, pueden tener su origen en la primera infancia. Las familias y en sí, los cuidadores de los niños, cuentan con formas sencillas y eficaces para garantizar el desarrollo óptimo de los pequeños. Cuanto más estimulante sea el entorno en la primera infancia, mayor será el desarrollo y el aprendizaje del niño, pero, los niños que pasen su primera infancia en ambientes y entornos menos estimulantes o menos acogedores, emocionalmente y físicamente, se verán afectados en su desarrollo cerebral y sufrirán retrasos cognitivos, sociales y de comportamiento. Sin embargo, el factor nutricional del niño es una constante de gran peso que influye con demasía durante los primeros tres años de vida, ya que es en estos años cuando el cerebro de un niño es más sensible a las influencias del entorno exterior, por lo que dar una alimentación adecuada es de suma prioridad.

Una forma en que el niño va descubriendo, tratando y entendiendo su realidad y contexto inmediato es a través del juego. El juego es un momento placentero donde no existe el riesgo o por lo menos no debería. A todos nos gusta jugar y ponernos en situaciones atípicas que salgan de nuestra realidad y nuestra rutina ya sean de humor blanco o bastantes chuscas. Adentrándonos, caemos en cuenta de que el juego coadyuva al rápido desarrollo cerebral del infante el cual estimula el desarrollo cognitivo, social y emocional, garantizando que cada niño o niña alcance su potencial y se integre como parte productiva y activa en una sociedad mundial en constante cambio. La importancia del juego en los niños es innegable, ya que es pieza clave para el desarrollo de muchas de las habilidades que manifestará en la educación básica y en las relaciones interpersonales dentro y fuera de su zona de confort. Todo ser humano desde pequeño tiende a jugar para comprender y adaptarse al medio ambiente que le rodea, es de naturaleza innata, es un instinto, la cual nos permitirá en nuestra vida adulta la conservación de la vida e integridad física, emocional.

El niño posee varias capacidades que le influyen en la forma en que el mismo suele tratar o adquirir la nueva información que ha recibido en el momento que entabla comunicación y recibe información de otras fuentes humanas o bien por su propia cuenta, las cuales son: la imaginación, la fantasía, la creatividad, la imitación, la curiosidad y la capacidad de asombro y extrañeza. El juego puede efectuarse de dos maneras, bien a manera personal o compartida, siendo fructífera la segunda. El juego compartido siendo ejecutado hasta el más sencillo permite fortalecer los vínculos afectivos y sociales y sientan una primera base para la comunicación. Con el tiempo, el niño es capaz de representar situaciones cotidianas a través de la imitación, en la cual a través de su atenta observación escudriña los modelos y lenguajes empleados en el entorno familiar, los cuales tienden a crear en su mente una cosmovisión interina de los valores practicados en casa y de los modos de interacción propios de los integrantes de la familia.

El juego puedo definirlo como una actividad necesaria y de suma importancia para los seres humanos en la esfera social, ya que permite ensayar ciertas conductas sociales; siendo, a su vez, una herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectuales, motoras o afectivas. Todo ello se debe realizar de forma gustosa y placentera, sin sentir obligación de ningún tipo y con el tiempo y el espacio necesarios.

En ocasiones, solemos pensar que el niño juega para entretenerse o bien, para dejar tiempo libre a sus cuidadores, por lo que esta realidad es bien distinta, los niños no juegan para entretenerse ni mucho menos para dejar o dejarnos tiempo libre, sino porque es a través de este medio por el que comprenden cómo es el mundo y se integran en él. El juego es sinónimo de recreo, diversión, alborozo, esparcimiento, pero el niño juega para descubrir, conocerse, conocer a los demás y a su entorno. El juego favorece el proceso de enculturación y surge de manera natural. Todo niño jugando desarrolla sus aptitudes físicas, su inteligencia emocional, su creatividad, su imaginación, su capacidad intelectual, sus habilidades sociales y al mismo tiempo que desarrollan todo esto, siendo imperceptible estas aptitudes ante los ojos del espectador (padres, abuelos o cuidadores), se visualiza a simple vista que el infante disfruta, se esparce, se recrea y se entretiene con esta magnífica actividad. El juego no solo es una forma de diversión sino también la mejor manera de aprendizaje, a través de él, los niños aprenden a afrontar situaciones diversas que deberá enfrentar a lo largo de su vida. Los niños suelen imitar ciertas actividades que ve en su contexto familiar y que visualiza en los medios de comunicación específicamente de la televisión, la cual le aporta un amplio panorama de la vida, viéndose reflejado en los típicos juegos de roles tales como el de las comiditas, al papá y la mamá, el de ser maestro, el de policías y ladrones, la tiendita, entre otros, los cuales son actividades que les agrada desempeñar ya que son las mismas que desempeñan los adultos, adquiriendo de esa forma habilidades útiles para su vida.

Dentro de las características que acompañan al juego encontramos que es una actividad placentera, ello por el hecho de que causa alegría pura en el niño; el juego debe ser libre, espontaneo y totalmente voluntario, tiene su ventaja en permitir al infante llevar a cabo la actividad sin presiones ni ataduras permitiéndole emplear lo que desee para su satisfacción, aunque ello conlleva a ver con muy buenos ojos a los juegos estructurados, ya que en ellos se hace presencia de normas y reglas para efectuar y llevar a un buen término o fin al juego; el juego tiene un fin en sí mismo, el cual es adentrarnos a la vida cotidiana a través de continuos mensajes simbólicos, esto es, durante la primera infancia iniciamos este tipo de juego que será decisivo para nuestra vida adulta a través del cual tenemos que dar simbología a los objetos, personas o situaciones para entenderlos mejor, es a través de los símbolos donde el niño y la niña consigue reducir la complejidad de su realidad y la llevan a un territorio en la que ellos lo pueden dominar mucho mejor, esto a su vez beneficia al infante ya que le da a comprender lo que es y le permite darse cuenta de lo que es capaz de lograr a hacer; el juego implica actividad, viéndose involucrados los aspectos cognitivos, de comportamiento y lo social los cuales serán expuestos ante estímulos de carácter negativo o positivo; todos los juegos tienen una limitación espacial y temporal, bien establecido de antemano o improvisado en el momento del juego; el juego es una actividad propia de la infancia, aunque es un elemento que nos acompañara durante todo el transcurso de nuestra vida; el juego se desarrolla en una realidad ficticia, ya que podemos jugar con nuestra futura realidad pero no estamos dentro de ella, por lo que es algo seguro, ya que podemos experimentar y probar, equivocarnos u herrar cuantas veces sean sin el temor o peligro de pagar las consecuencias a las que le haríamos frente en nuestra vida normal; el juego es innato, es decir, se nace con ella no es necesario adquirirla o aprenderla, es un instinto natural que nos brinda la maravillosa oportunidad de mostrarnos un camino una alternativa para poder comprender nuestra realidad.

El juego muestra en qué etapa evolutiva se encuentra el niño o la niña, manifestándose esto en la capacidad del niño para además de poder aprehender el mundo, pueda resolver sus conflictos y dificultades internos, la misma deja entrever el tipo de juego que está realizando, bien de naturaleza libre o estructurada; el juego permite al niño o la niña afirmarse, esto es, la ubicación de su rol de acuerdo a las actividades propias del género, supeditados en la familia y por la sociedad que le envuelve; el juego favorece su proceso socializador, ya que el infante interactúa con sus iguales; el juego cumple una función compensadora de desigualdades, integradora y rehabilitadora; y una de las más importantes, es que el juego ayuda en la educación en niños. El juego es un derecho. Esta condición inherente al ser humano es defendida y proclamada en la Declaración de los Derechos del Niño (20 de noviembre de 1959) el cual manifiesta en su Principio 7 que “el niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación, la sociedad y las autoridades públicas se

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