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CAPITULO 1: “Aprender es casi tan lindo como jugar”


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2016  •  Resúmenes  •  7.694 Palabras (31 Páginas)  •  5.481 Visitas

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LIBRO 01

“PONER EN JUEGO EL SABER.”

ALICIA FERNANDEZ.

CAPITULO 1: “Aprender es casi tan lindo como jugar”

(Silvina una niña, habla con una amiga del significado de la palabra “aprender” y como sus papá es el que le enseña a andar en bicicleta). LEER  el dialogo Pag.33

Enseñantes: Enseñar y aprender están imbricados, no puede pensarse uno si no es en relación con el otro, pero para explicar que es aprender se necesita nombrar primero a quien enseña 8en este caso al padre). Para llegar al “yo aprendí”, es necesario partir de “él me enseñó”.

Entre el enseñante y el aprendiente se abre un campo de diferencias donde se sitúa el placer de aprender. El enseñante entrega algo para poder apropiarse de aquello, el aprendiente necesita inventarlo de nuevo.

Los objetos y máquinas pueden tener una función enseñante, la persona enseñante con todas sus características singulares, más allá de sus cualidades pedagógicas es prioritaria, porque más allá del contenido enseñado es cierto molde relacional que se va imprimiendo sobre la subjetividad del aprendiente. Para que la niña pueda apropiarse del placer de autoría Necesitó de un enseñante que la invistiera de la posibilidad de ser aprendiente y le otorgara el lugar de sujeto pensante.

Más que enseñar (mostrar) contenidos de conocimiento, ser enseñante significa abrir un espacio para aprender. Espacio objetivo-subjetivo donde se realizan dos trabajos simultáneos.

  • Construcción de conocimientos.
  • Construcciones de sí mismo, como sujeto creativo y pensante.

Enseñamos y esto es prioritario, pero el niño aprende solo: en esta aparente paradoja está la clave de todo proceso saludable de aprendizaje. Del mismo modo que enseñar y favorecer (soportar) que el aprendiente no nos necesite.

El desear y la corporeidad en el aprendizaje.

El desear. La energía deseante es mucho más que el motor de aprender, es el terreno donde se nutre. El aprender se introduce entre las ganas y el andar. No viene programado todo requiere de un aprendizaje, Es por eso que los procesos de aprendizaje son constructores de autoría. Lo esencial del aprender es que simultáneamente se construye el propio sujeto.

¿Cuál es el plus que el aprender otorga? aquello más profundo subjetivante que permanece más allá del olvido del contenido aprendido, y se traslada a todo accionar del sujeto aprendiente: el placer de dominar, de superar los límites, de trascender en el tiempo, de moverse en el espacio, etc.

Así para que las ganas de andar en bici otorguen el plus de alegría, se necesita de la “experiencia de vivencia de satisfacción”, la experiencia de realización subjetiva se requiere que el enseñante se abstenga d imponer al aprender un fin utilitario.

Que entrega el enseñante.

El enseñante entrega la herramienta (bicicleta), no ofrece directamente el conocimiento (andar). La herramienta que entrega no es la misma que utiliza. En muchas escuelas los profesores actúan pretendiendo que los niños aprendan usando la bicicleta (las herramientas conceptuales) del tamaño del maestro o inversamente, pero igualmente imposible, andando ellos en bicicletas pequeñas, es decir infantilizándose, que es otro modo d no respetar al niño. El padre de Silvina no se subió a una bicicleta grande, ni a una pequeña, solo sostenía la bicicleta-instrumento-conocimiento-proceso constructivo, no sostenía a la niña de su cuerpo, así facilitó la apropiación de la autoría.

Lugar de las técnicas.

Los métodos, las técnicas, los diferentes procedimientos pedagógicos “solos se caen hay que sostenerlos andando” como en la bicicleta. El padre de Silvina corría su lado, si la bici se cae caían los dos, allí es donde se encuentra el aprendiente y el enseñante, en el terreno de riesgo en el desafío de enseñar y aprender, para llegar a la necesaria responsabilidad.

A veces los profesores intentan que los alumnos aprendan colocándose en una competición. Con el peligro de aprender y quedar afuera. La escuela transformada en un campo de entrenamiento y competición, es productora de neurosis.

El lugar del desafío en el aprendizaje.

En todo aprendizaje se pone en juego cierta cuota de temor. Temor que es propio de encuentro con la responsabilidad que la autoría supone.

El deseo de conocer (la pulsión epistemofílica) supone el contacto  con la carencia, la salida de la omnipotencia. Algunos problemas de aprendizaje tienen el anclaje en cierta dificultad para conectarse con la propia carencia, con la fragilidad humana. Una sociedad que tiende a endiosar a niños y jóvenes, puede provocar prob. de aprendizaje al esperar paradójicamente todo de ellos, quitándoles la responsabilidad que la autoría supone.

Alegría que la autoría supone.

“papá me enseñó””yo aprendí”. Aprender es a-prender. Es decir no-prender. Des-prender y desprenderse. La riqueza de esta diferencia nos obliga a pensar en cuatro cuestiones.

a.- una prueba de que el enseñante aprendió es que el aprendiente no continúe necesitándolo.

b.-Para aprender se requiere un quantum de libertad.

c.- La libertad supone responsabilidad, que va de la mano de la autoría.

d.- Los padre y maestros como enseñante necesitan nutrir su propio deseo de aprender.

Los espacios del jugar, del aprender y del trabajar.

Ser enseñante es poder hacer el trabajo subjetivo de aceptar que, tal como un objeto transicional, la prueba de que servimos la da el que no nos necesitó más. El osito de peluche nos sirvió cuando tenía dos años si, ahora que tiene 15 o 25, sigue necesitándolo para dormir. Si lo sigue necesitando no le sirvió cuando era chico, por eso tiene que tenerlo siempre a su lado para poder descansar. Po el contrario si esa persona se olvidó del osito, quiere decir que el osito sirvió. El lugar del enseñante tiene mucho que ver con esto. (Silvina empieza con papá me enseño, y finaliza con yo aprendí con la alegría de la apropiación, del hacer propio y de la autoría.

Jugar y aprender se procesan diferencialmente. Aprender es apropiarse del lenguaje, recordar el pasado para despertarse en el futuro, dejarse sorprender por lo ya conocido. Creer y crear. Sólo será posible que los maestros puedan generar espacios del jugar-aprender para sus alumnos, cuando ellos simultáneamente lo construyan para sí mismos. Jugando se descubre la riqueza del lenguaje, aprendiendo nos vamos apropiando del mismo.

Poder ser un maestro suficientemente bueno no se logra con técnica ni con cursos. Requiere un trabajo contante consigo mismo para construir una postura, un posicionamiento como aprendiente que redundará en los modos de enseñar. Un buen enseñante es un buen aprendiente. Así poder lograr enseñante que disfruten del proceso de aprender, del jugar con las ideas y las palabras, con el sentido del humor con las preguntas de sus alumnos. Que no se obliguen a la urgencia de responder desde la certeza, sino que consigan construir nuevas preguntas a partir de las preguntas de sus alumnos.

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