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La Noche De Los Cuchillos


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  4.012 Palabras (17 Páginas)  •  433 Visitas

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Hitler y las Sturmabteilung

El presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler canciller el 30 de enero de 1933.10 A lo largo de los meses siguientes, durante la llamada Gleichschaltung («Sincronización» en alemán), Hitler logró prohibir todos los partidos políticos rivales de Alemania, y en el verano de ese mismo año, el país se había convertido en un Estado unipartidista bajo el control del partido único, el Partido Nazi. Sin embargo, pese a la rápida consolidación de su autoridad política, Hitler no ejercía el poder absoluto. Como canciller, no lideraba el ejército, que estaba subordinado a Hindenburg, un respetado mariscal que se encontraba débil y senil. Aunque muchos militares estaban impresionados por las promesas de Hitler sobre un ejército mayor y mejor y una política exterior más agresiva, el ejército se mantuvo independiente durante los primeros años del régimen nazi.

Logotipo de las Sturmabteilung.

Las SA, una organización paramilitar, se mantenían autónomas respecto al Partido Nazi. Esta evolucionó a partir del movimiento de los Freikorps surgido tras la Primera Guerra Mundial. Los Freikorps eran una organización nacionalista compuesta básicamente por veteranos alemanes desencantados y enfadados que creían que su gobierno había traicionado a Alemania y los había vendido a los países enemigos al rendirse y aceptar los humillantes términos del Tratado de Versalles. Los Freikorps se opusieron a la nueva República de Weimar. Ernst Röhm era su comandante en Baviera, donde recibió el sobrenombre del Rey de las ametralladoras de Baviera porque era el responsable de almacenar y repartir metralletas ilegales a las unidades de los Freikorps. Posteriormente se convirtió en jefe de las SA. Durante las décadas de 1920 y 1930, las SA funcionaron como una milicia privada que Hitler usaba para intimidar a sus rivales y sabotear los mítines de los demás partidos políticos, especialmente de socialdemócratas y comunistas. También conocidos como «camisas pardas», los miembros de las SA se hicieron muy notables por sus batallas callejeras contra los comunistas.11 Las confrontaciones violentas entre los dos grupos contribuyeron a la desestabilización del experimento democrático de la Alemania de entreguerras, conocido como República de Weimar.12 En junio de 1932, uno de los peores meses de violencia política, hubo más de 400 altercados callejeros, que causaron 82 muertes.13 Esta desestabilización fue crucial en el ascenso de Hitler al poder, sobre todo porque aseguró que si llegaba a la cancillería, acabaría con la violencia.

El nombramiento de Hitler como canciller, seguido de la supresión de todos los partidos políticos menos el nazi, redujo, aunque no terminó, con la violencia de los camisas pardas. Estos últimos, desprovistos de mítines comunistas que interrumpir y acostumbrados a la violencia, a menudo protagonizaron altercados callejeros. Golpeaban a los viandantes y posteriormente se enfrentaban a los policías que acudían a terminar con los altercados.14 En 1933 hubo numerosas quejas del comportamiento de los miembros de las SA; incluso el Ministerio de Exteriores alemán se quejó de los ataques a diplomáticos extranjeros.15 Este comportamiento molestaba a los elementos más conservadores de la sociedad, como el ejército.

El siguiente movimiento de Hitler fue reforzar su posición con respecto al ejército enfrentándose a sus enemigos, las SA.16 El 6 de julio de 1933, ante un grupo de oficiales nazis de alto rango, Hitler declaró que, tras el triunfo del nacionalsocialismo en Alemania, debían consolidar el poder. En ese discurso afirmó que «La corriente revolucionaria no se ha detenido, pero debe ser canalizada en el seguro curso de la evolución».17

El discurso de Hitler señaló su intención de frenar a las SA, cuyo poder había crecido rápidamente en los años 1930. Este no era un objetivo fácil, ya que las SA habían aportado muchos de los votos que había recibido el Partido Nazi. Las SA registraron un gran crecimiento en sus filas durante la Gran Depresión, cuando muchos alemanes perdieron la fe en las instituciones tradicionales y habían conseguido llenar de fervor nacionalista y solidario a la clase media.18 Muchos de sus miembros creían en la promesa del nacionalsocialismo y esperaban que el régimen nazi tomase medidas económicas más radicales, tales como acabar con las grandes fincas de la aristocracia. El hecho de que el gobierno no llevase a cabo tales reformas desilusionó a aquellos que esperaban una revolución económica ligada a la política.19

[editar]Conflicto entre el ejército y las SA

La voz más disconforme con la situación y la que pedía con más insistencia la continuación de la revolución alemana era la de Röhm.20 Como uno de los primeros miembros del partido nazi, Röhm había participado en el Putsch de Múnich, el fallido intento de Hitler de alcanzar el poder por la fuerza en 1923. Era un veterano de la Primera Guerra Mundial que alardeaba de que ejecutaría a doce hombres por cada camisa parda asesinado.21 Röhm veía la violencia como un medio para alcanzar fines políticos. Se tomó muy en serio la promesa socialista del nacionalsocialismo y pedía a Hitler y al resto de los líderes del partido que iniciasen una reforma a gran escala en Alemania.

No contento con la simple dirección de las SA, Röhm presionó al canciller alemán para que lo nombrase Ministro de Defensa, un cargo que ejercía el general Werner von Blomberg.22 Aunque algunos críticos lo apodaban el «León de Goma» por su devoción a Hitler, Blomberg no era nazi y, por tanto, representaba el nexo de unión entre el ejército y el partido. Blomberg y muchos de sus oficiales fueron reclutados entre la nobleza prusiana y consideraban que los miembros de las SA eran plebeyos que amenazaban el tradicional alto estatus del que gozaban los miembros del ejército en la sociedad alemana.23

Ernst Röhm fue el principal dirigente de las SA. Sus ambiciones políticas y el recelo que inspiraba en los líderes nazis fueron unos de los principales motivos que llevaron a la «Operación Colibrí».

Si el ejército regular mostraba desagrado por las masas que pertenecían a las SA, muchos camisas pardas sentían la misma aprensión hacia el ejército, ya que no lo veían suficientemente comprometido con la revolución nazi. Max Heydebreck, un líder de las SA en Rummelsburg, denunció al ejército ante sus compañeros, diciéndoles que «Algunos de los oficiales del ejército son unos cerdos. La mayoría de los oficiales son demasiado viejos y necesitan ser reemplazados por jóvenes. Nosotros queremos esperar hasta que Papá Hindenburg muera, y entonces las Sturmabteilung marcharán contra el

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