La Verdadera Historia De Salomón Y Sus Nietos

La verdadera historia de Salomón y sus nietos

Han pasado muchos años y siempre fui soñadora, alegre y bondadosa. Me gusta ayudar a los demás y aprendí amar el mundo que me rodea. Mi historia nunca fue perfecta… Tengo un pasado difícil y triste, pero nunca perdí las esperanzas de tener un futuro y soñar. Mi nombre es Rosario y vengo a contarte mi historia, la de mi familia y la de mi amado abuelo Salomón.

Vivía en el bosque en una casa solitaria y humilde con mi abuelo y el resto de mi familia. Tenía dos hermanos: Alejandro y Milagritos. Alejandro, mi hermano mayor, era un joven de 23 años aproximadamente, muy delgado, con abundante cabello largo y de temperamento rebelde y amargado. Mi hermana menor, Milagritos, era una niña de cabellos rubios y grandes ojos azules. Pero era muy sentimental, graciosa y traviesa. Recuerdo siempre que llevaba alegría al hogar. Salomón, mi querido abuelo, estaba lisiado de unos setenta años. Era un anciano cariñoso, pero muy desconfiado. Yo, era una adolescente alta, trigueña y delgada. Una joven que soñaba con estudiar justicia criminal, para convertirse en abogada.

Era una tarde lluviosa y fría, mis padres regresaban a la casa después de un día arduo de trabajo. De repente un golpe fuerte de agua los arrastra mientras cruzaban el puente del bosque en su automóvil. Estos fueron encontrados por la policía después de varias horas de búsqueda, atrapados debajo de los escombros y sin vida. La autopsia reveló que ambos murieron ahogados a causa de la inundación.

Han pasado siete años… En el bosque donde vivía, sólo se escuchan los sonidos de la naturaleza, el cantar de los coquíes y el sonido melodioso de las aguas del río. Mis hermanos y yo quedamos bajo la tutela de mi abuelo Salomón después de la muerte de nuestros padres. En la humilde y vieja casa se vivía un ambiente de suspenso y ansiedad. Mi abuelo recibía un sueldo de $300.00 de seguro social con los que sufragaba todos los gastos del hogar. Hubo momentos en que pasabamos necesidades. A veces no teníamos los materiales educativos para asistir a la escuela. Mi abuelo sufría mucho… Alejandro abandonó la escuela, no terminó su cuarto año de escuela superior. Se volvió adicto a las drogas y se convirtió en deambulante. No vivía con nosotros y sólo iba a la casa para hostigar al abuelo por dinero para complacer sus adicciones. Hubo ocasiones en que la familia se quedaba sin dinero para poder comer.

Era el día séptimo de la semana, y el sol del amanecer era hermoso. Milagritos y yo estabamos en el patio trasero buscando mariposas entre las flores y mi abuelo estaba en la casa descansando en su habitación. De repente, mi hermana y yo sentimos una discusión. Podía escuchar los gritos del abuelo pidiendo ayuda. Mi cuerpo se estremeció de miedo, los latidos de mi corazón estaban raudos de angustia. Milagritos empezó a llorar preocupada por lo que podría sucederle al abuelo. Le dije claramente a mi hermana que se quedara en el patio, que no subiera a la casa. Cuando entro por el portal de la cocina, encuentro a Alejandro amenazando de muerte a mi abuelo. Sin razón, le pide al abuelo Salomón que le entregue todo el dinero que tenía disponible.

Yo enfrenté como pude a mi hermano:

-¿Qué haces? ¿Por qué quieres hacerle daño a nuestro abuelo? No ves que está enfermo.

-Necesito la plata… sino lo entrego, me matan, me entiendes. Salomón tiene el dinero del seguro social. Él me puede ayudar. Debo dinero por causa de la droga. ¡Maldito vicio que me tiene desesperado! ¡Qué me entregue la plata o lo mato!

El abuelo Salomón empezó a sudar, se lamentaba de no poder moverse de la silla. Maldecía de estar lisiado y de no poder ayudar a Alejandro de salir de las drogas:

-¡Ay, mi querido nieto! Mi corazón sufre de verte hundido en las drogas,

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