ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La loca historia


Enviado por   •  9 de Octubre de 2019  •  Apuntes  •  1.173 Palabras (5 Páginas)  •  130 Visitas

Página 1 de 5

1

Antonella

[5 años atrás]

 Al instante de habernos bajado del taxi contuve un escalofrío. Tenía esa extraña sensación en el estómago y un mal presentimiento instalado en lo más profundo de mi ser. Sin embargo, decidí ignorarlo. «Todo estará bien, relájate» pensé.

 Extrañamente, en un momento de debilidad, dejé que Natasha me arrastrara hasta ésta fiesta de fraternidad como excusa de mi vida poco social.

-- ¡ Debes divertirte un poco, chica! -había dicho Natasha a penas entrar a nuestra habitación-.

 Nos conocíamos hace poco, pero enganchamos al instante. Ambas compartíamos habitación en la residencia de estudiantes de la universidad. Ella era una chica increíblemente valiente, segura de sí misma y muy rebelde. Todo lo contrario a mí.

 El ajustado vestido negro que llevaba puesto resaltaba su espectacular cabello rubio y daba una sensual definición a sus delicadas curvas mostrando lo justo de piel, sin necesidad de verse bulgar. También hacía un lindo contraste con sus tatuajes. «Sí, Natasha Kuznetsov era una chica ruda».

--No creo que sea una buena idea Natti, sabes que...

--Nada. Iremos y punto -- cortante, rotundo y tras una pausa Natti continuó--. Será bueno para tí, además no me separaré de tí ni por un segundo.

 Natasha se me quedó observando; insitándome a aceptar, quizás con mucho entusiasmo. Pude percibir un brillo en sus ojos pero no pude descubrir en qué pensaba porque entonces siguió insistiendo.

--Vamos Ann -dijo, con voz suplicante-. ¡Será divertido!

 Llegados a este punto, ya había valorado todos los pros y los contras que podía acarrear esta situación y...

--Está bien, iré --miré a Natasha y rápidamente desvié la mirada pensando en otra cosa--. No tengo qué ponerme.

--Ya me encargo yo --me respondió sonriente--.

 Rápidamente rebuscó entre su ropa y me lanzó una minifalda negra y un top ajustado con cuello Halter. Me decidí por dejar que mi oscuro cabello cayera suelto por mi espalda, me maquillé un poco resaltando mis ojos color plata. En menos de treinta minutos ya estabamos saliendo de la residencia.

 Y es así cómo acabé aquí. La fiesta se celebraba en la casa de la fraternidad de Jasper Faulkner -el novio de Natasha-. Era un chico atractivo, debo admitir. Emanaba cierto misterio a su alrededor. Era un poco callado, muy pensativo; todo lo contrario a Natasha, que decía lo primero que se le cruzaba por la cabeza y sin pelos en la lengua.

 Sentí un tirón en el brazo y enseguida me vi arrastrada por Natti hacia el interior de la casa. La música salía a todo volumen de los altavoces, las personas se movían en un flujo constante, bailando, caminando, gritando y haciendo apuestas sobre quién ganaría la siguiente ronda de Beer-Pong.

 

--Ven, te presentaré a los chicos y luego buscaré algo de beber.

 Asentí silenciosa, sintiéndome nerviosa repentinamente. Aún tenía un mal presentimiento, pero decidí achacárselo a mis nervios de socializar con gente fuera de mi entorno.

Un pequeño grupo de personas se hallaban sentadas en torno al sofá. Esta área de la casa, a diferencia de las demás, estaba poco concurrida y enseguida me pregunté el por qué, pues marcaba un cambio, casi un poco drástico, en comparación al jaleo en las otras partes de la casa.

--Vaya... ¿A quién nos traes por aquí? --dijo el chico que estaba próximo a nosotras-.

 Este se levantó de su asiento y se acercó a mí, observandome atentamente con una sonrisa de medio lado. Gesto que llamó la atención de los demás presentes.

--¡Nat! -- exclamó la chica que estaba sentada en el regazo del otro chico--. ¡¿Quién demonios es ella?! Sabes que no puedes...

--Calla, Sarah --la cortó Natasha--. Sí puedo y tú no me dirás qué hacer.

 Si las miradas mataran... Probablemente Natti ya no seguiría de pie a mi lado.

--Entonces, preciosa, ¿nos dirás cuál es tu nombre? -- preguntó el chico que anteriormente se habia levantado-.

--Eh... Soy Antonella Di Castro --dije con más confianza de la que sentía--.

 La otra chica sentada en el reposabrazos del sofá, extrañamente, me miró sonriente antes de hablar.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (7.1 Kb)   pdf (65 Kb)   docx (10.4 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com