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La vida duele


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  3.982 Palabras (16 Páginas)  •  321 Visitas

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ACTIVIDAD INTEGRADORA

CUENTO: “LA VIDA DUELE”

31/08/2015

EQUIPO 1: MICHELLE ALEJANDRA ZAMARÓN FLORES.                          ROBERTHA MABELIN LOPEZ VAZQUEZ.                                                            EDSSON BRYAN MENDOZA RAMIREZ.                                                              OMAR GONZALES NEVARES.                                                                             NAYELI QUETZALLI ORTIZ RADA.


LA VIDA DUELE.

Un grandioso día de verano de esos largo, bochornoso y sobre todo calurosos días como normalmente sucede en Monterrey, Nuevo león, exactamente el 16 de Junio de 1991 nací yo Alberto Torres Esquivel, un  pequeño bebé de no más de 3 kg. y 51 cm. Mi madre dice que el sostenerme en sus brazos fue lo mejor que cualquier ser humano puede sentir. Al tener entre sus manos una pequeña vida que necesitaba de ella y sus cuidados, todo el dolor se fue al observarme; parecía un ángel caído del cielo con una piel blanca, cabellos castaños y rizados y unos grandes ojos azules como el bello azul del cielo en Abril adornado con un gran arcoíris que semejaba mi sonrisa.

Mi madre, Bertha Esquivel, era una gran mujer y amorosa ama de casa. Se casó con mi padre Alberto Torres, un vendedor de productos médicos. Realmente no sé cómo se conocieron ya que jamás hablaban sobre eso; sin embargo, le agradezco a Dios por darme los mejores padres del mundo.

Mi infancia y adolescencia fueron perfectas, me daban todo lo que pedía, cualquier capricho me lo cumplían, no importaba lo que fuera; aunque en ocasiones me reprendían cuando era necesario y en esos momentos los odiaba, lloraba y pensaba que la vida era tan injusta pero ahora agradezco todas las enseñanzas, valores y educación que me brindaron.

Hoy en día ya no soy un niño, soy un hombre de 18 años; después de la adolescencia cambie drásticamente. Físicamente mi piel seguía siendo muy blanca, mis ojos azules, me había dejado crecer el cabello, era muy alto y un poco delgado, mi padre alardeaba que era tan parecido a él. Al comienzo de la adolescencia todo se tornó un poco extraño, me comenzó a preocupar lo que otros pensaban de mí en especial las chicas; sin embargo, jamás deje los valores que me inculcaron  ni mis objetivos como entrar a la Universidad y estudiar la carrera de Contaduría.

En Agosto del 2010, 2 semanas después de entrar a la facultad mi padre acudió a su cita mensual con el médico y es en donde todo comenzó a cambiar; al hombre que más admiraba y amaba de todo el  mundo le diagnosticaron cáncer de próstata en un grado elevado y con metástasis donde la única solución para darle un par de años más de vida era un tratamiento muy costoso y de alto riesgo, el cual según mi padre no podíamos pagar. Después de visitar bares, locales, restaurantes, hoteles, entre otros por fin encontré un empleo de mesero en un restaurante llamado Choice ubicado en San Pedro, solo era de medio tiempo pero me serviría para ayudar  a mi padre con los gastos.

Las jornadas laborales, más la escuela y las tareas me tenían desvelado con grandes ojeras. En ocasiones no aguantaba y me quedaba dormido en clases pero todo el esfuerzo que hacia valía la pena y no me molestaba hacer por mi padre lo que alguna vez el hizo por mí.

El 25 de octubre para ser preciso, sentí lo que nunca antes había sentido; me encontraba en la facultad de Psicología buscando una profesora, estaba perdido cuando de repente escuche una clara, fuerte y dulce voz:

  • Hola amigo, ¿Estás perdido?, ¿Puedo ayudarte?

Al voltear sentí como mi cuerpo se estremeció, se me enchino la piel, mi corazón latía tan rápido que el pecho  me dolía, mis manos sudaban y no comprendía nada. Pero como no quedarse  plasmado ante tal figura de mujer, su piel era tan linda, morenita, bella y tersa; esa cabellera larga negra y rizada, su rostro era aún más bello que el de una princesa o un ángel, los ojos o esos ojos negros como la noche y profundos tanto que puedes perderte en ellos como marinero en mar abierto y sin brújula, sus ojos lo decían todo y a la vez nada.

Cuando recobré la razón conteste:

  • Hola, buenas tardes. Así es estoy perdido podrías decirme donde localizar a la profesora Zambrano.

Amigablemente me respondió:

  • Sí, ella está en el tercer piso, en la sala de conferencias por el momento está ocupada pero puedes esperarla, en media hora termina la reunión.
  • Gracias muy amable- respondí.

Ella me sonrió. Se dió la media vuelta y comenzó a caminar; no podía dejarla ir necesitaba conocerla y grité:

  • ¡Espera!

Rápidamente volteó y me dijo:

  • ¿Necesitas algo más?
  • Disculpa la molestia pero me preguntaba si podrías decirme donde está exactamente la sala de conferencias.
  • Claro, si quieres puedo llevarte cuando termine la junta.
  • Sí muchas gracias.
  • Podemos platicar mientras termina la reunión.
  • Eso me parece perfecto y bueno señorita ¿cuál es tu nombre?
  • Me llamo Amelia mucho gusto y ¿tu cómo te llamas?
  • El gusto es mío yo me llamo Alberto  y tengo 18 años.
  • Excelente yo también tengo 18. ¿En qué Facultad estas?
  • Estudio Contaduría y tu Psicología supongo.
  • Así es, estoy muy emocionada; te ves muy cansado, ¿te dejan muchas tareas?
  • Sí, estoy un poco cansado. En ocasiones si me dejan tarea pero normalmente me desvelo porque salgo muy tarde de mi trabajo.
  • ¿Enserio trabajas?, yo también. Yo trabajo porque mis padres están divorciados y tiene meses que no veo a mi padre y pues como ya no nos da manutención por ser mayores de edad necesito cubrir los gastos de la escuela;  yo quisiera que me apoyara hasta que termine de estudiar.
  • Que mal, espero que pueda solucionarse, no has intentado comunicarte con él, pienso que si quieres que te apoye deberías visitarlo ya que a pesar de todo es tu padre.
  • Lo sé y lo entiendo, pero no sé dónde vive y no ha contestado mis llamadas, incluso estoy muy preocupada. ¿Y tú por qué trabajas?
  • Yo trabajo porque mi padre está muy enfermo ya que le diagnosticaron cáncer de próstata y su tratamiento es costoso, entonces para poderlo ayudar decidí comenzar a trabajar. ¿En que trabajas?
  • Amm yo soy bailarina y en ocasiones trabajo de edecán.
  • Qué bien. ¿Te gusta bailar?
  • Sí, pero solo tengo ese trabajo porque lo necesito, realmente no me agrada.
  • Entiendo perfectamente. Oye me has caído muy bien.
  • Tú también me agradas.
  • Sé que tenemos muy poco de conocernos pero me pregunto si quisieras salir algún día conmigo no se tal vez ir al cine o a comer.
  • Sí, me encantaría. ¿Qué te parece este sábado?
  • Sí, estaría perfecto, ¿A qué hora?
  • A las 5 pm.
  • ¡Excelente!, puedo pasar por ti si gustas.
  • Sí, mi dirección es: colonia Cerro Alto, calle Abedul, 432 y mi número es: 8115623090.
  • Ok, paso por ti a las 5.
  • Sí, es una cita.

En ese momento empezarón a salir las maestras de su reunión, así que nos despedimos con la esperanza de vernos muy pronto.

Toda la semana estuve ansioso y trabajaba horas extras para nuestra primera cita. Nunca antes había estado tan nervioso, ni siquiera había tenido una cita, no sabía que hacer o que no hacer, que decir o que no; en fin no tenía idea de cómo era una cita.

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