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Libro de los disparates


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2011  •  Tutoriales  •  9.745 Palabras (39 Páginas)  •  1.044 Visitas

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José Saramago

CAÍN

A Pilar, como si dijera agua

Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio

mejor que el de Caín; por la fe, Dios mismo, al

recibir sus dones, lo acreditó como justo; por

ella sigue hablando después de muerto

Hebreos, 11,4

LIBRO DE LOS DISPARATES

1

Cuando el señor, también conocido como

dios, se dio cuenta de que a adán y eva,

perfectos en todo lo que se mostraba a la vista,

no les salía ni una palabra de la boca ni emitían

un simple sonido, por primario que fuera, no

tuvo otro remedio que irritarse consigo mismo,

ya que no había nadie más en el jardín del

edén a quien responsabilizar de la gravísima

falta, mientras que los otros animales, producto

todos ellos, así como los dos humanos, del

hágase divino, unos a través de mugidos y

rugidos, otros con gruñidos, graznidos, silbos y

cacareos, disfrutaban ya de voz propia. En un

acceso de ira, sorprendente en quien todo lo

podría solucionar con otro rápido fíat, corrió

hacia la pareja y, a uno y luego al otro, sin

contemplaciones, sin medias tintas, les metió la

lengua garganta adentro. En los escritos en los

que, a lo largo de los tiempos, se han ido

consignando de forma más o menos fortuita los

acontecimientos de esas remotas épocas, tanto

los de posible certificación canónica futura

como los que eran fruto de imaginaciones

apócrifas e irremediablemente heréticas, no se

aclara la duda de a qué lengua se refería, si al

músculo flexible y húmedo que se mueve y

remueve en la cavidad bucal y a veces fuera, o

al habla, también llamado idioma, del que el

señor lamentablemente se había olvidado y que

ignoramos cuál era, dado que no quedó el

menor vestigio, ni tan siquiera un corazón

grabado en la corteza de un árbol con una

leyenda sentimental, algo tipo te amo, eva.

Como una cosa, en principio, no va sin la otra,

es probable que otro objetivo del violento

empellón que el señor les dio a las mudas

lenguas de sus retoños fuese ponerlas en

contacto con las interioridades más profundas

del ser corporal, las llamadas incomodidades

del ser, para que, en el porvenir, y con algún

conocimiento de causa, se pudiera hablar de su

oscura y laberíntica confusión, a cuya ventana,

la boca, ya comenzaban a asomar. Todo puede

ser. Como es lógico, por escrúpulos de buen

artífice que sólo le favorecían, además de

compensar con la debida humildad la anterior

negligencia, el señor quiso comprobar que su

error había sido corregido, y así le preguntó a

adán, Tú, cómo te llamas, y el hombre

respondió, Soy adán, tu primogénito, señor.

Después, el creador se dirigió a la mujer, Y tú,

cómo te llamas tú, Soy eva, señor, la primera

dama, respondió ella innecesariamente, dado

que no había otra. El señor se dio por

satisfecho, se despidió con un paternal Hasta

luego, y se fue a su vida. Entonces, por primera

vez adán le dijo a eva, Vámonos a la cama.

Set, el hijo tercero de la familia, sólo vendrá

al mundo ciento treinta años después, no

porque el embarazo materno necesitase tanto

tiempo para rematar la fabricación de un nuevo

descendiente, sino porque las gónadas del

padre y de la madre, los testículos y el útero

respectivamente, tardaron más de un siglo en

madurar y desarrollar suficiente potencia

generadora. Hay que decirles a los impacientes

que el fíat ocurrió una vez y nunca más, que un

hombre y una mujer no son máquinas de

rellenar chorizos, las hormonas son cosas muy

complicadas, no se producen en un ir y venir, no

se encuentran en las farmacias ni en los

supermercados, hay que dar tiempo al tiempo.

Antes de set llegaron al mundo, con escasa

diferencia de edad entre ellos, primero caín y

luego abel. Un asunto que no puede dejarse sin

inmediata referencia es el profundo

aburrimiento que supusieron

...

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