Medicos de cuerpos y almas
ST4Y FIREKILLResumen1 de Diciembre de 2018
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Médico de cuerpos y almas, sin duda es un clásico de la narrativa histórica. Una novela que narra el largo viaje del sanador Lucano, más conocido como San Lucas el tercer evangelista. Escrita por la reconocida escritora inglesa, Taylor Caldwell. El presente trabajo muestra una reseña de las tres partes que constituyen la novela; tomando como puntos de referencia las normas morales, los avances tecnológicos y científicos, las cuestiones culturales y religiosas visibles en cada uno de los 54 capítulos que comprenden dicha obra literaria.
Como lo dice Taylor Caldwell en el prólogo la construcción de la novela fue un proceso que duró alrededor de 46 años. La primera versión la escribió cuando tenía doce, la segunda a los 22 y la tercera a los 26. Durante ese tiempo y mucho más fue trabajando y afinado detalles. Un sacerdote ayudó a escribir el libro; todos los datos de la niñez de Lucano son históricos. Además del doctor George E. Sloktin quien ayudo a contribuir con sus conocimientos de medicina antigua y moderna.
PRIMERA PARTE
Síntesis. – Se narra la historia de Lucano, un niño de descendencia griega, hijo de Iris, esclava griega, dulce, bella e inteligente educada por su misma ama, Antonia; y Eneas, un esclavo comprado por el respetable Prisco, acomodado e intachable militar y justiciero romano. Una familia dominada bajo el yugo romano, pero que, por la nobleza de Antonia y Prisco, después de reconocerlos como libertos, y asignarles tareas de administración de sus tierras pudieron obtener un lugar privilegiado en sociedad. El hijo de Prisco, Diodoro Cirino, creció y se convirtió en un fuerte y valiente soldado, quien por sus logros obtendría el título de gobernador de Antioquia, quien después de la muerte de sus padres, reclutaría a Eneas para que le ayudara a administrar la ciudad. Diodoro era un hombre recio, musculoso, lleno de ira, pero también inteligente y con la misma nobleza que su padre. Tuvo una hija con su esposa Aurelia, a la que llamaron Rubria, quien sufría de una rara enfermedad. Una noche, Diodoro rogaba a los dioses, Esculapio, Mercurio, Higea y Juno que sanaran a su hija. En la oscuridad pudo divisar la figura de un pequeño, era Lucano quien también oraba por Rubria, pidiéndole al Dios desconocido su sanación. El joven Lucano, aquella noche llevaba en sus manos una roca, la cual obsequió a Diodoro junto con un saco de hierbas que el aseguraba sanarían a Rubria si ponían la roca bajo su almohada y daban a beber las hierbas con vino caliente. Diodoro se ofreció acompañar a Lucano a casa, puesto que el camino era peligroso. Durante el trayecto, el joven le platicó al gobernador romano los planes que tenía de servir al dios desconocido, que el afirmaba era el dios de los judíos, además de exhibirle sus deseos de estudiar en la escuela de Alejandría para convertirse en médico y ayudar a los demás. Ya en casa del liberto Eneas, el tribuno le dijo que enviaría a la escuela de medicina a Lucano cuando fuera mayor y mientras tanto sería educado por los médicos de Antioquía. También tuvieron una plática sobre un famoso filósofo llamado Filón, quien, según los romanos, era mejor que Aristóteles. Diodoro aseguraba que Aristóteles era mucho mejor que Platón, por que era objetivo, había sido soldado y eso le permitía conocer en experiencia propia el honor, la disciplina, el patriotismo y el respeto a la autoridad. Además, que había pertenecido a la fraternidad médica de Esculapio, y pensaba que Lucano sería también filósofo y médico.
Al regresar a su casa, Diodoro escucho llorar a su hija, quien sufría de mucho dolor. Keptah quien era el médico del tribuno junto con la enfermera y Aurelia, frotaban un ungüento sobre las articulaciones hinchadas de Rubria. Diodoro recordó la roca y las hierbas que le había dado el joven hijo de Eneas y con cierta incertidumbre se las dio al médico, quien puso la roca en el brazo de la pequeña, mientras pensaba que la fe en ocasiones podía conseguir lo imposible y ordenó mezclar las hierbas con vino caliente, brebaje que al instante hizo mejorar a la niña. Acordarían Keptah y Diodoro, que le daría la libertad y enseñaría al joven Lucano la medicina. Más tarde, al igual que Diodoro, Keptah encontró a Lucano observando una brillante estrella en la oscuridad. Charlaron hasta el amanecer. El médico le contaba al joven sobre el origen del dios desconocido y su importancia y como era que él creía que eran un niño bendecido. Como lo había prometido Diodoro, fueron con el pretor para dar libertad a Keptah, celebraron de mala gana y el tribuno empezó a quejarse y criticar con gran ira y rencor en lo que se había convertido el gran imperio romano: “La gran ciudad, la amada por el mundo, transformada ahora en un sumidero de corrupción, avaricia, placer, conspiración y decadencia, en una pestilente impureza de la que manaban fiebres, locura y enfermedad que estaba infectando hasta los más lejanos rincones del gobierno (Cadwell, 1959, pág. 72)”. Iracundo, desesperado y ansioso Diodoro caminaba por su casa pensando en lo que un amigo le había dicho ya hace tiempo, Roma solo será salvada si se apega a los valores religiosos, palabras que lo hicieron pensar en aquella estrella brillante y lo hizo pensar con determinación “Haré lo que pueda y viviré de acuerdo con los valores y verdades que me han enseñado, de acuerdo con las virtudes de la justicia que conozco y, sin duda. Él se acordará de mí, aunque el mundo se vuelva loco” (Cadwell, 1959, pág. 75). Pasado esto, unos jóvenes oficiales un tanto inquietos le hicieron saber que había rumores que dicha estrella indicaba la caída del imperio y la ira de los dioses hacia Roma.
Han pasado dos años ya desde que Cusa, un esclavo bastante sabio se encarga de dar lecciones a Lucano y Rubria. Cusa sentía mucha envidia hacia Lucano, él era bello además de ser sorprendentemente inteligente, Con el paso del tiempo, las habilidades y la inteligencia de Lucano se fueron desarrollando ávidamente. Entablaban conversaciones sobre los grandes filósofos y poetas. Keptah se encargaba de instruir al joven en la medicina y Diodoro ponía a su disposición su amplia biblioteca. Una tarde mientras Cuso daba una de sus lecciones apareció Keptah y se llevó a Lucano a Antioquía, decía que había recibido un llamado. Llegaron a una gran casona, les abrieron la puerta y dirigieron al hijo de Eneas a un cuarto blanco, similar a un templo iluminado con una luz de intensidad tenue, en donde estaba postrada una gran cruz transparente; es aquí donde Lucano quedó totalmente pasmado ante las sensaciones y la estupefacción que le producía dicha cruza. Instintivamente, se arrodilló y la contempló durante varios minutos. Posterior a esto entraron al cuarto tres hombres con vestimentas ostentosas, que terminarían siendo miembros de la hermandad, llamados los reyes magos.
Keptah lleva a Lucano a su taberna favorita para darle una lección. El joven hijo de Eneas nacido libre no conoce la maldad que rodea a la humanidad. Toda su vida ha vivido en condiciones justas y agradables y a sus trece años no ha podido ver como es que se tratan a los esclavos en el mundo real. Mientras el maestro y su discípulo beben vino y comen aceitunas, se acerca un mercader llamado Linus quien ofrece una fortuna por el bello muchacho, alto, fuerte y de cabello dorado. Lo inspecciona como si fuera un animal en venta mientras piensa la fortuna que podría conseguir en la metrópolis por un esclavo como él. El médico le sigue la corriente a Linus sólo para que Lucano se percate de la realidad. Al final, Keptah llama al capitán de las fuerzas del procónsul para que los escolte y queden fuera de peligro.
Diodoro se encuentra de muy mal humor. Despierta al amanecer y hay tres cosas que lo tienen furioso. Tiene como huésped a Carvilio, su cuñado, senador de roma. Un aristócrata de los que tanto odia el procónsul. Es día de dejar Siria, para dirigirse a Antioquia a una Reunión en el Tribunal de Justicia que también le desagrada bastante y, por último, tiene un dolor de cabeza insoportable, se le nubla la vista, tiene nauseas y vómitos repentinos, según Keptah, es una migraña.
Ya en la cena, Diodoro y Carvilio tuvieron una fuerte discusión. El patricio senador se quejaba de las condiciones en las que vivía en tribuno, que, a pesar de su posición social y su estatus económico, eran sencillas y humildes; de alguna manera quedaron en acuerdo que Rubria se casaría con su sobrino, Piso. Por otro lado, pasada la cena, Diodoro le haría saber a su esposa los planes que tenía para Lucano. Liberar a una de las esclavas de Aurelia y regalársela al joven cuando partiera a Alejandría para continuar con sus estudios. La esposa del tribuno, al digerir la noticia se encontraba bastante indignada. No era posible que intentara obligar a un individuo libre a casarse. Además, que Aurelia ya sabía, a voces de Iris que lucano había hecho una especie de juramento o voto, en el que prometía que no se casaría nunca.
Por la mañana Diodoro y Carvilio arreglarían los últimos detalles del casamiento. En un mes mandarían a Aurelia, Rubria y Keptah a Roma. Lo que Diodoro no sabía es que su hija tenía la enfermedad blanca que no tenía cura y esa misma mañana había regresado con más fuerza que nunca. Rubria moriría antes del otoño. Keptah suplicó al tribuno que no mandara a Rubria a Roma, sin poder decirle que su amada hija moriría; como éste no aceptó no quedó mas opción que acudir a Aurelia, decirle la verdad y convencerla de que hablara con su esposo para que su hija se fuera después del otoño. Más tarde, el médico habló con Lucano, le dio la mala noticia y el joven aprendiz con odio en su voz expresó que dios no existía, que era malvado, no era posible que se llevara a su amada, un ser lleno de amor, bondad y alegría.
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