Naná y Hatsumomo
Yunuen PalmaEnsayo8 de Enero de 2019
3.039 Palabras (13 Páginas)175 Visitas
Palma Rodríguez Zaira Yunuen.
Naná y Hatsumomo: las mujeres fatales.
Introducción.
Es verdad que tal vez estoy haciendo una comparación fuera de lo normal o que no tiene mucho sentido. Como sabemos las culturas orientales y occidentales no tienen nada que ver, mucho se ha escuchado de la diferencia entre el pensamiento occidental y oriental. Pero, ¿Qué pasaría si un occidental escribe sobre algo oriental? ¿Lo oriental perdería su esencia? ¿Aquel tema oriental quedaría occidentalizado?
Japón y Francia son países muy, muy distintos que tal vez tengan muy pocas cosas en común. En el presente trabajo tomo a dos personajes de diferentes nacionalidades y de diferentes épocas, con similitudes como: ambas son mujeres, ambas pueden ser etiquetadas como mujeres fatales y ambas nacidas de las mentes creadoras occidentales. Lo que quiero demostrar con esto es que el personaje de Hatsumomo de la novela best seller de Arthur Golden tiene similitudes con Naná de la novela con el mismo nombre creada por el gran Emilé Zola, tomando como punto de unión a la famosa Femme Fatale nacida en el siglo XIX. Demostrando que a pesar de que el personaje sea de diferente país, la idea occidental del autor se queda en el personaje.
La Femme Fatale.
La mujer fatal surge a finales del siglo XIX en los países de Bélgica, Francia e Inglaterra. Su origen y las razones por la cual los la dice Pau García González en el artículo “La femme fatale en la literatura. Primera parte”:
“El concepto de femme fatale en la literatura sí que tiene nacimiento constatado. Fue el escritor irlandés G. B. Shaw quien empezó a usar esta denominación francesa allá por las últimas décadas del siglo XIX, con lo que sabemos que los escritores europeos fueron los encargados de la profusión de la imagen de la mujer fatal; la mujer cargada de feminidad que se alimentaba vanidad y de hombres. Pero, ¿qué motivos alegaban los hombres para realizar tal idealización de la mujer?
En la época de Shaw, la Revolución Industrial estaba en su apogeo y, en especial Inglaterra, Holanda y Bélgica, veían raudamente crecer sus áreas metropolitanas con insaciable marcha. Tan focalizados estaban estos países en amamantar a sus urbes de industria que no cayeron en la bomba de relojería que iban a ser los problemas sociales consecuentes de tamaño cambio. De esta manera, la revolución industrial dio el testigo a una revolución social en los lugares donde Shaw y los suyos daban vida a sus personajes.
El problema social principal surgente fue el rápido desarrollo de la prostitución femenina, que dio lugar a la propagación de enfermedades venéreas. Del contagio de éstas se culpaba en exclusiva a la mujer, que fue injusta y permanentemente clasificada como “portadora del mal”, creciendo así un infundado miedo hacia ella. Otros factores de la época como el crecimiento de los movimientos feministas (que dieron pie al incremento de teorías misóginas) o como la fotografía literaria que se tenía del hombre en la época (ingenuo e inexperto) y de la mujer (o buena o malvada; sin intermedios) allanaron más aún el camino hacia el mito. El mito de la femme-fatale”.[1]
Nacida de un movimiento, la mujer fatal debe tener las siguientes características:
“Las chicas galantes que aparecen en la literatura son mujeres suficientemente capaces de adoctrinar al hombre en los juegos del amor y la palabra. Son amorosas, coquetas, conocen mil formas de seducción para volver loco al cliente, pero también poseen altos vuelos intelectuales, y es justo en esa capacidad para equipararse intelectual y cultural mente al hombre, donde se alcanza el mayor grado de perversión. No hay mayor placer que el que pasa por el filtro de la inteligencia”.[2]
Físicamente debe ser una mujer de piel blanca, cabello largo rubio o negro, labios carnosos, pechos voluptuosos, caderas redondeadas, piernas torneada, en si, debe ser una mujer que atraiga sexualmente.
Naná.
Naná es un personaje femenino protagonista de la novela “Naná” del autor francés Emilé Zola. La novela es parte del naturalismo del siglo XIX. Abarca toda la vida de la protagonista, mostrándonos la cruda realidad del teatro de aquella época. Ella consigue un empleo como actriz mostrando en él casi todo su cuerpo y de esta manera cautiva a todo su público, en concreto a los hombres, y por ello se hace muy popular. De esta manera los hombres comienzan a satisfacerla en todos sus caprichos e incluso a empobrecerse por culpa de ella.
“Naná es una joven actriz de entre veinte o veintiún años de edad. Naná recuerda mucho al prototipo de las modelos de los cuadros impresionistas, voluminosas, de largos cabellos, grandes muslos, y níveas pieles. Precisamente así es como Zola describe a Naná. La belleza de Naná es tal que provoca los actos más atroces entre los hombres, desde la lujuria, el adulterio, el hurto, la traición, hasta el suicidio. Pero, no sólo eso, su propia belleza la convierte en una ególatra narcisista, obsesionada con su reflejo”.[3]
Después de haber consumido a los hombres, ella muere en el Gran Hotel, sola y desfigurada a causa de la viruela.
Hatsumomo.
Hatsumomo es una joven geisha del Gion (un distrito de Japón) personaje femenino de la novela “Memorias de una geisha” del estadounidense Arthur Golden; el libro fue un best seller que según su objetivo era dar a conocer este mundo femenino.[4] Una geisha es:
Las geishas son mujeres que dedican su vida a las artes tradicionales japonesas y usan sus talentos para entretener clientes durante banquetes y espectáculos.
Las geishas se destacan por el dominio de varios tipos de arte que son generalmente las danzas tradicionales (incluyendo la del abanico), el canto, la literatura, la poesía, arreglos florales y el tocar instrumentos tradicionales. Además de entretener a través de las artes, las geishas también son expertas en el arte de la conversación y debe tener una gran cultura general.[5]
En el libro leemos las confesiones de Sayuri/Chiyo, una de las más hermosas geishas del Japón de entreguerras, un país en el que aún resonaban los ecos feudales y donde las tradiciones ancestrales empezaban a convivir con los modos occidentales. De la mano de Sayuri/Chiyo entraremos en el mundo de las geishas, se nos dará a conocer todas las tradiciones que ellas tienen, así como los rituales y la vida que lleva una geisha desde que se inicia. Se combina con una historia de amor imposible que tiene la protagonista y de todos aquellos obstáculos que tienen que pasar.
Hatsumomo es una mujer pequeña, de largos cabellos negros, de una belleza exquisita según la descripción que se hace en el libro. Es manipuladora, mentirosa, engreída, ególatra, en general usa sus encantos para obtener lo que quiere. Es una de las geishas más famosas del Gion. Es la rival de la protagonista, ella es más como el tipo de femme fatal que le hace la vida imposible a la protagonista. Su objetivo es ser dueña de la casa de geishas Nitta.
Después de que falló en su intento de “destruir” a Sayuri termina por acabar por su salud mental, la dueña de la casa de geishas la hecha a la calle, en el libro se dice que no se sabe exactamente que paso con ella después de eso, pero se cree que murió de alcoholismo.
Similitudes.
Al leer ambos libros noté que ambos personajes tienen muchas similitudes, puede que Golden haya tomado ciertos aspectos de las mujeres fatales para hacer a sus personajes. Pondré los que más llamaron mi atención.
El aspecto físico.
Recordemos que, como puse en el inicio, el aspecto físico es de las características importantes de la femme fatale, es algo que nunca debe fallar y es algo que tienen estos dos personajes.
Naná:
“Naná, muy alta, muy desarrollada en proporción a su mayoría de edad; envuelta en su blanca túnica de dioses con su larga cabellera rubia suelta sobre los hombros, […]
Naná conservaba su sonrisa que iluminaba su boquita roja y relucía en sus grandes ojos de un azul muy claro. Al llegar a ciertos versos algo picarescos, dilatábase su nariz, cuyas sonrosadas alas palpitaban, en tanto que una llamarada abrasaba sus mejillas. El público no encontraba feo aquello, sino muy al contrario; los hombres asentaban sus gemelos.”[6]
Hatsumomo:
“Allí, en el escalón de entrada, calzándose unos zori lacados y vestida con un kimono que era más bonito de lo que yo hubiera podido imaginar, había una mujer de una belleza exquisita. […]. Y la ropa no era lo único extraordinario en ella; también llevaba la cara pintada con una espesa capa blanca, como una nube iluminada por el sol. Sus negros cabellos, moldeados con ondas, brillaban como la laca y estaban decorados con adornos de ámbar y con un pasador del que colgaban unas tiritas plateadas que relucían con sus movimientos.
[…]
Sinceramente, nunca había visto una mujer más sorprendente. Los hombres por la calle se detenían a veces y se sacaban el cigarrillo de la boca para mirarla.” [7]
En las dos citas que se acaban de mostrar podemos ver que ambas tienen una belleza sin igual y que ambas atraen a los hombres con ella.
Seductoras, inteligentes y manipuladoras.
A lo largo de ambos libros vemos a estos dos personajes usar sus encantos para obtener beneficios para el caso de Naná o para hacerle la vida imposible a la protagonista en el caso de Hatsumomo; aunque para Hatsumomo podría decirse que también ganaba beneficios si hundía a la protagonista ya que ella se quedaba a cargo de la casa de geishas. En sí, ambas usaban sus encantos para tales cosas, como por ejemplo:
...