Palabras de grado. Educar es lo mismo que ponerle motor a una barca

Educar es lo mismo que ponerle motor a una barca, hay que medir, pesar, equilibrar, y poner todo en marcha. Pero para que funcione aquella barca hay que llevar en el alma un poco de marino, de pirata, de poeta y un kilo y medio de paciencia concentrada ya que es uno de los procesos más importantes de la vida. En la antigüedad eran las nodrizas las encargadas de ponerle el motor a la barca con el anhelo de verla navegar  muy lejos. En la actualidad son nuestros padres los encargados de llevarnos hasta islas lejanas (la escuela) en donde nos encontramos con un mundo totalmente diferente, y al que después de unos meses de pataleta nos acostumbramos. Es ahora el profesor, el encargado de seguir este proceso de transmitir conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar, que desarrollan las habilidades del pensamiento y las competencias básicas para fortalecer el aprendizaje. Las puertas de la educación están abiertas para lograr los objetivos propuestos, y este momento es una gran muestra de ello, desde pequeñas la Institución Educativa Marillac, nos abrió las puertas para formarnos como mujeres integras, que vivimos con responsabilidad y ética nuestro proyecto de vida con un espíritu emprendedor, porque somos nosotras las que transformamos el mundo con proyectos creativos e innovadores, animadas por el querer de Dios, cultivando valores necesarios para enfrentarnos a la sociedad, abriéndonos una nueva puerta para la educación superior.

En este día tan especial queremos dar gracias a Dios todo poderoso, en primer lugar por darnos la dicha de ser mujeres, por permitirnos estar en este momento celebrando una de nuestras metas mas anheladas, por llenarnos de entendimiento y sabiduría, por colocar en nuestro camino personas que nos ayudaron en nuestro crecimiento espiritual e intelectual y por sobre todas las cosas por darnos los mejores padres del mundo, los que el primer día de escuela nos llevaron de la mano y por no mirar caer una lagrima mas por nuestro rostro nos llevaron de regreso a casa, porque no queríamos quedarnos en un lugar extraño en donde no conocíamos a nadie, pero nos fuimos acostumbrando y todo empezaba a ser mas fácil, ya teníamos nuevas amiguitas con quienes compartíamos las muñecas. Nuestros padres nos miraron crecer, reír y llorar con el paso del tiempo notaron nuestro cambio de niña a adolescente ya no estábamos en la primaria habíamos empezado una nueva etapa y ya estábamos en la secundaria, ya nada era como antes habían mas trabajos por hacer y menos tiempo para jugar, mirábamos a las niñas del grado once y deseábamos estar en el lugar de ellas para salir rápido y olvidarnos de las tareas, pero ahora, que vivimos la experiencia de estar en once, quisiéramos regresarnos nuevamente a sexto para recordar todas las travesuras que hacíamos, en este momento ya no quisiéramos salir del colegio, porque sabemos que afuera todo será diferente, nada será igual ya no compartiremos mucho tiempo con nuestras amigas, pero muy seguramente saldremos adelante y lograremos todos nuestros sueños y metas, porque gracias a nuestros padres que nos han inculcado valores morales y éticos  hemos logrado grandes proyectos, ellos están siempre en las buenas y en las malas, y así las circunstancias no fueran las mejores siempre sacaban una sonrisa para vernos felices. Nuestros padres lo han dado todo por nosotras y es deber de nosotras como hijas corresponder de la mejor forma posible, este logro no es solo nuestro, es también de nuestro padres que vivieron día a día nuestras tristezas y alegrías a ellos mil y mil gracias por ser el motor de nuestra vida.

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