Por Que El Sapo No Pudo Correr
pedroleyva26 de Agosto de 2012
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POR QUÉ EL SAPO NO PUEDE CORRER
[Una vieja, no teniendo con quién llamar a sus nietos, que asisten al juego de pelota, se encuentra afligida].
En seguida le cayó un piojo sobre la falda. Lo cogió y se lo puso en la mano, y el piojo se meneó y echó a andar.
—Hijo mio, ¿te gustaría que te mandara a que fueras a llamar a mis nietos al juego de pelota? –le dijo al piojo.
Al punto se fue el piojo contoneándose. Y estaba sentado en el camino un muchacho llamado Tamazul, o sea el sapo.
—¿A dónde vas? –le dijo el sapo al piojo.
—Llevo un mandado en mi vientre, voy a buscar a los muchachos
–le contestó el piojo a Tamazul.
—Está bien, pero veo que no te das prisa –le dijo el sapo al piojo–.
¿No quieres que te trague? Ya verás cómo corro yo, y así llegaremos rápidamente.
—Muy bien –le contestó el piojo al sapo. En seguida se lo tragó el sapo. Y el sapo caminó mucho tiempo, pero sin apresurarse. Luego encontró a su vez una gran culebra, que se llamaba Zaquicaz.
—¿A dónde vas, joven Tamazul? –díjole al sapo Zaquicaz.
—Voy de mensajero, llevo un mandado en mi vientre –le dijo el sapo a la culebra.
—Veo que no caminas aprisa. ¿No llegaré yo más pronto? –le dijo la culebra al sapo.
—¡Ven acá! –contestó. En seguida Zaquicaz se tragó al sapo. Y desde entonces fue ésta la comida de las culebras, que todavía se tragan a los sapos.
Iba caminando aprisa la culebra y habiéndola encontrado el Vac [gavilán], que es un pájaro grande, al instante se tragó el gavilán a la culebra. Poco después llegó al juego de pelota. Desde entonces fue ésta
Cuentos Mexicanos – De los orígenes a la Revolución 11 la comida de los gavilanes, que devoran a las culebras en los campos.
Y al llegar el gavilán, se paró sobre la cornisa del juego de pelota, donde Hunahpú e Ixbalanqué se divertían jugando a la pelota. Al llegar el gavilán se puso a gritar:
—¡Aquí está el gavilán! –decía en su graznido–. ¡Aquí está el gavilán!
—¿Quién está gritando? ¡Vengan nuestras cerbatanas! exclamaron.
Y disparándole en seguida al gavilán, le dirigieron el bodoque a la niña del ojo, y dando vueltas se vino al suelo. Corrieron a recogerlo y le preguntaron:
—¿Qué vienes a hacer aquí? –le dijeron al gavilán.
—Traigo un mensaje en mi vientre. Curadme primero el ojo y después os lo diré –contestó el gavilán.
—Muy bien –dijeron ellos; y sacando un poco de la goma de la pelota con que jugaban, se la pusieron en el ojo al gavilán. Lotzquic le llamaron ellos y al instante quedó curada perfectamente por ellos la vista del gavilán.
—Habla, pues –le dijeron al gavilán. Y en seguida vomitó una gran culebra.
—Habla tú –le dijeron a la culebra.
—Bueno –dijo ésta, y vomitó al sapo.
—¿Dónde está tu mandado que anunciabas? –le dijeron al sapo.
—Aquí está el mandado en mi vientre –contestó el sapo. y en seguida hizo esfuerzos, pero no pudo vomitar; solamente se le llenaba la boca como de baba, y no le venía el vómito. Los muchachos ya querían pegarle.
—Eres un mentiroso, le dijeron, dándole un puntapié en el trasero, y el hueso del anca le bajó a las piernas. Probó de nuevo, pero sólo la baba le llenaba la boca. Entonces le abrieron la boca al sapo los muchachos una vez abierta, buscaron dentro de la boca. El piojo estaba pegado a los dientes del sapo; en la boca se había quedado, no lo había tragado, sólo había hecho como que se lo tragaba. Así quedó burlado el sapo, y no se conoce la clase de comida que le dan; no puede correr y se volvió comida de culebras.
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