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Psicologia


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2011  •  2.412 Palabras (10 Páginas)  •  471 Visitas

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EL SENTIDO DE LA VIDA

Digo que sucumbí y que la tentación es grande porque para mi es el tema más importante de la vida, pues toda ella y todas ellas están supeditadas a la muerte. Y es que, preguntarse por la muerte es lo mismo que preguntarse por la vida, que es lo mismo que preguntarse por el ser. ¿Qué naturaleza tiene, pues, el ser? Sin duda lo primero que surge a nuestra mente al formular esta pregunta es la división de seres entre vivos e inertes. Aunque la división no está muy clara no veo que entrar en esa discusión sea objeto de este debate. Lo que parece evidente es que hay seres que están vivos y otros que no, o lo que es lo mismo, hay seres que mueren y otros que, en este sentido son inmortales* (pues carecen de vida). Son los primeros los que nos interesan en nuestra discusión. En este punto podemos llegar a la primera conclusión respecto a la muerte: si no existiera, tampoco existiría la vida; es la muerte la que pone los límites a la vida. Hay corrientes filosóficas que afirman que hay que afirmar la muerte para afirmar la vida. Yo, personalmente no estoy de acuerdo con eso; si me dieran a elegir afirmaba la vida y negaba la muerte (parcialmente).

Pero sigamos con la pregunta que interroga por el ser vivo. Para conocer la naturaleza del ser nos será útil conocer sus orígenes. Dice la ciencia: “todo ser vivo proviene de otro ser vivo”. Tenemos que preguntarnos por nuestros padres, por los suyos, etc., y así ir retrocediendo en busca del primer motor inmovil, que es precisamente de donde partió la asignatura a principio de cuatrimestre. Parece ser que la vida surgió de la materia orgánica, que surgió a su vez de la materia inorgánica. Parece ser que en un ser vivo no se encuentra más que materia, por mucho que se busca. Puede que sea un defecto de partida en mi razonamiento, pero no puedo creer en nada no empírico. Creer en el alma y en su inmortalidad sería demasiado sencillo, a parte de un trabajo un poco escaso. No puedo creer que el ser vivo sea otra cosa que mera materia, combinada de una determinada manera, bajo los efectos de unas determinadas leyes. Si somos sólo materia (y su energía), la respuesta a que es la muerte parece más cercana: la muerte es el fin.

Una objeción a los que afirman la existencia del alma y su inmortalidad. Si muerte significa ausencia de vida, y si algo de nosotros sigue vivo tras abandonar el cuerpo, eso significaría que no existe la muerte para los vivos. Y sin la muerte no existe la vida. Es decir, ese cambio de fase de vida tendría que ir seguido (no tendría porque ser inmediato) de la muerte. Esto está contemplado en ciertas religiones orientales que creen que tras cada cambio de fase te reencarnas y subes de nivel, hasta que llega un momento en que no puedes subir más y te conviertes en energía pura. Este no es mal concepto, pues como dije el ser vivo es materia y su energía.

Un problema a la hora de hablar de la muerte y la vida es que se tiende a considerar (sin duda porque estamos vivos y somos quienes consideramos) que es la muerte quien te aleja definitivamente de la vida. Pero si analizamos al ser vivo de manera un poco más amplia vemos que está precedido y seguido por estados caracterizados por la ausencia de vida. Por eso creo más conveniente considerar la vida como la que te aleja temporalmente de la muerte.

Parece necesario analizar esas dos fronteras de la vida. La primera nos lleva de nuevo a la búsqueda del primer motor inmovil, pues resulta difícil determinar en que momento un ser deja de ser parte de su progenitor para ser un ser en si mismo. La segunda frontera es la más interesante, y la que provoca también más polémica. Partiendo del mero materialismo no me parece que exista otra conclusión: traspasando esa frontera, nada. Se que es difícil de asimilar pues la primera idea que podemos hacernos de la nada es a nosotros en medio. Pero si estamos nosotros ya no es nada. Nos es tan complicado comprender el vacío, tanto físico como mental, como el infinito, pues somos (en nuestra mente no cabe el no ser), y somos limitados (en nuestra mente no cabe infinito). Nos es tan complicado asumir la no vida porque estamos vivos: nos es imposible imaginarnos no vivos.

¿Por qué decía, un par de párrafos atrás, que no es mal concepto el de aquellas religiones orientales, si creo que tras la vida nada? Según yo, somos materia y somos energía, igual que dicen los orientales. Pero esa energía es perfectamente conocible (mucha de ella conocida) y no una forma diferente de definir algo no empírico. Tras la perdida de vida, acontece un proceso de corrupción de la materia. Los microorganismos encargados de este proceso permiten que nuestra materia (que nosotros ya no vamos a necesitar) pase a formar parte del resto de los seres vivos, y que esta materia les proporcione la energía que lleva asociada.

Pero la muerte no es sólo eso; esa es la naturaleza que yo interpreto de la muerte. Lo más importante de ella es la propia idea que tenemos de ella. Esto es lo que me hizo decantarme por este trabajo y lo que seguramente promovió la proposición de este trabajo y puede que hasta la asignatura (a parte de hacernos recapacitar). ¿En qué habría variado esta si se hubiese llamado El sentido de la muerte? Y es que esta idea nos acompaña desde que adquirimos el uso de la razón hasta que lo perdemos. Es posible que hasta las personas que lo han perdido, bien por una enfermedad o bien por senilidad, conserven esta idea en sus maltrechas mentes. Porque como ya dije antes, hablar de muerte es hablar de vida, y mientras nos demos cuenta de que somos, que estamos, no podremos dejar de pensar que dejaremos de ser.

Ante esta idea la gente reacciona de dos muy distintas formas. Hay quienes, incapaces de ver o de aceptar la única conclusión lógica acerca de la naturaleza de la muerte a que se puede llegar, en mi opinión, partiendo de la base del materialismo, se refugian en dioses, energías, reencarnaciones, etc.. Son distintas formas de decir que tras esta vida hay algo; y mientras hay algo hay vida. Unos dicen que serán ellos mismos eternamente (los que creen en que hay en ellos algo inmortal, que pueden llamar alma o como quieran, y que ese algo se conservará eterno e inmutable tras esta vida), otros que volverán a ser ellos infinitas veces (los que creen en la metempsicosis). La otra reacción es la aceptación de lo efímero de nuestra vida. Nuestra vida es un suspiro, y ante la inexistencia de un ser o fuerza superior que dirija nuestra vida en alguna dirección no nos queda más remedio que buscar la dirección (el porqué y el para qué) en la materia. De esta forma regresamos a la pregunta que interroga por el ser. El proceso a seguir sería:

• ¿Por qué estoy vivo?

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