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Rebelion En La Granja

Ritchardson1022 de Octubre de 2014

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Rebelión en la granja, de George Orwell, fue editado por primera vez por Secker & Warburg en agosto de 1945, después de haber sido rechazado el original por cuatro editores el año anterior. En 1971 fue descubierto el manuscrito de un prólogo escrito para este libro y que hasta entonces había permanecido completamente ignorado. Dicho prólogo fue adquirido por el Archivo Orwell de la Universidad de Londres y se publicó pos- teriormente. El profesor Bernard Crick, del Birkbeck College de Londres, prueba la autenticidad de dicho prólogo y explica las extrañas y difíciles circunstancias en que fue escrito. Publicamos el trabajo del profesor Crick y, a continuación, el prólogo inédi- to de Orwell cuyo título es «La libertad de prensa».

Cómo fue escrito el prólogo Bernard Crick

George Orwell,en su columna «As I Please» del Tribune del 16 de febrero de 1945, escribía: «Es sabido que la Gestapo tiene equipos de críticos literarios cuya misión es determinar, por me- dio de análisis y comparaciones estilísticas, la paternidad de los panfletos anónimos. Yo he pensado muchas veces que, aplicada a una buena causa, ésta sería exactamente la clase de trabajo que a mí me gustaría hacer». Recurriendo, pues, a las similitudes de estilo, razonablemen- te no puede existir duda alguna de que el ensayo inédito recién descubierto y que debía servir de prólogo a Rebelión en la gran- ja fue escrito por el propio Orwell. Este ensayo fue hallado en mayo de 1971 entre unos libros pertenecientes a Roger Senhou- se, antiguo socio de Fred Warburg que fue precisamente el edi-

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tor de Rebelión en la granja, y en la actualidad se halla en el Ar- chivo Orwell del University College de Londres. Tengo que agradecer mucho a Mrs. Sonia Orwell el haber permitido su publicación, así como al bibliotecario Mr. Ian An- gus su valiosa ayuda en muchos aspectos. Mrs. Orwell, cono- ciendo mi deseo de escribir un estudio sobre Orwell como escri- tor político, me permitió ver el original, lo que hizo despertar mi interés en publicarlo añadiéndole algunas aclaraciones sobre sus antecedentes, aunque la historia completa de las dificultades por las que pasó Rebelión en la granja, a causa de sus repercusiones políticas, es algo que explicaré en otra ocasión. El ensayo está mecanografiado y ocupa ocho hojas en cuarto, escritas a un espacio, bajo el título de «La libertad de prensa», pero no lleva firma alguna. Escrita a lápiz sobre el título, y con letra de Senhouse, consta esta indicación: «Introducción pro- puesta por George Orwell para la primera edición de Rebelión en la granja». Fred Warburg, que fue quien trató personalmente con Orwell todo lo referente a la publicación del libro, no sabía nada acerca de esta «Introducción». Asimismo, ni Sonia Orwell ni Ian Angus conocían su existencia cuando editaron The Collected Essays. Journalism and Letters of George Orwell (1958). En cuanto a los amigos que Orwell frecuentaba en aquel período, ninguno entre los que he hablado recuerda haberle oído mencionar tal prólogo, excepto uno, el poeta Paul Potts, quien, además de co- nocerlo, lo hizo imprimir, aunque la copia impresa se extraviara después. Potts tuvo en aquella época una amistad íntima con Orwell, amistad nacida en los momentos que siguieron a la re- pentina muerte de la primera mujer del escritor. Potts puso en marcha la editorial Whitman Press utilizando una pequeña im- prenta significada por sus publicaciones anarquistas; cuando Orwell casi desesperaba de encontrar un editor para su Rebelión en la granja, Potts se ofreció como tal. En su libro Dante Ca-

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lled You Beatrice, Potts dedicó a Orwell un capítulo cuyo título era: «Don Quijote en bicicleta», en el que, con viva memoria, recuerda: « Por un momento estuve a punto de convertirme en editor de Rebelión en la granja, tarea que íbamos a llevar a cabo noso- tros solos y por nuestros propios medios. Orwell estaba dispues- to a pagar la impresión utilizando el cupo de papel que se adju- dicaba a la Whitman Press. Estábamos listos para llevarlo a cabo e incluso yo fui dos veces a Bedford con el manuscrito para visi- tar al impresor. La cuna de John Bunyan parecía ser de buen au- gurio. Orwell nunca me había hablado del contenido de su libro y por mi parte yo no quería plantear ninguna cuestión que pudie- ra traslucir un interés como editor. No obstante, él me había di- cho que tenía intención de añadir un prólogo sobre la libertad de prensa. Este prólogo no fue solicitado cuando más tarde, en el último momento, Secker & Warburg aceptaron el libro y lo edi- taron». Potts recuerda que esto ocurrió durante el verano de 1944 y que después Orwell nunca más habló del proyectado prólogo. Pero hay otro hecho. Las primeras pruebas de Rebelión en la granja que se conservan en el Archivo Orwell presentan correc- ciones hechas de puño y letra por Roger Senhouse. En ellas hay ocho páginas dejadas en blanco, antes del capítulo primero, lo cual hizo que, al imprimirse el libro, hubiera necesidad de vol- ver a numerar todas las páginas. Ello puede significar que el ori- ginal quedó en la imprenta a la espera de un prólogo que nunca llegó. Esta ausencia pudo ser debida a que el prólogo no fuera escrito, pero también a que lo fuera y a que el autor decidiera no publicarlo por iniciativa propia o tal vez porque le disuadieron de ello. ¡Y al leer dicho prólogo es cuando se adivina por qué! Tengo dos razones para creer que el ensayo fue escrito en la primavera de 1945 y no antes. La primera se basa en que Orwell escribió a Senhouse desde Francia remitiéndole unas correccio-

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nes de última hora y lo hizo con fecha del 17 de marzo de 1945. Dichas correcciones tendían a aminorar la cobardía de «Napo- león», el personaje de Rebelión en la granja explícitamente identificado con Stalin, y no aparecen en las primeras pruebas sin fechar que incluyen las páginas en blanco, pero sí se hallan, en cambio, en la primera edición de agosto de 1945. La segunda de las razones afecta a las dimensiones del prólogo, pues el número de páginas sin imprimir no coincide con las que tuvo dicho prólogo una vez terminado. El ensayo consta de cuatro mil palabras, mientras que no más de 2.800 caben apretadamente en las ocho páginas reservadas, lo cual indica una cifra sos- pechosamente redondeada dado que nadie sabía el espacio que ocuparía. Ello confirma la tesis de que el ensayo fue escrito pos- teriormente, esto es, al final de la primavera de 1945 o a princi- pios del verano del mismo año. (He examinado muchos libros editados por Secker & Warburg en aquel año y ninguno tiene prólogo impreso en un tipo de letra menor que el usado en el texto, cosa que, por lo visto, no era usual en las ediciones de aquella casa.) Tal vez estoy siendo deliberadamente cauteloso y hasta pe- dante al recurrir a todos los testimonios posibles para afirmar que el prólógo, en cuanto a estilo y contenido, no puede ser más que de Orwell. En él resuenan muchos temas que hallamos en sus escritos ocasionales redactados en 1944. En tanto que perio- dista, Orwell repetía sus ideas dentro de los más diversos con- textos, insistiendo sobre ellas en gran parte porque, al estar per- suadido de su certeza, no podía evitar hacerlo. Y existe muy po- ca relación entre el prólogo mencionado y el pesado y autobio- gráfico prólogo que redactó para la edición ucraniana de Rebe- lión en la granja, fechado en marzo de 1947. Las acusaciones que se contienen en este prólogo acerca de la autocensura, de la rusofilia y de la inclinación al totalitarismo de muchos intelec- tuales franceses puede ser también apreciada en su «London Letter» escrita para la Partisan Review en el verano de 1944,

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donde insiste sobre el «servilismo de los llamados intelectuales hacia Rusia» y asimismo, frecuentemente —con gran indigna- ción de muchos de sus lectores—, en su columna «As I Please» en el Tribune, de manera especial en la publicada el primero de septiembre de 1944, en la que expone su ira ante la general indi- ferencia provocada por la batalla de Varsovia (en la que, como es sabido, las tropas alemanas aniquilaron la resistencia polaca ante la pasividad de los rusos detenidos a las puertas de la ciu- dad). Decía Orwell: «Ante todo, un aviso a los periodistas ingleses de izquierda y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régi- men soviético o de otro cualquiera y después pueden volver re- pentinamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución. »Y después, una consideración más amplia: nada importa tanto al mundo en este momento como la amistad anglo-rusa y la cooperación entre los dos países, pero esto no podrá alcanzar- se si no hablamos claro y sin rodeos. » Ardua cuestión esta porque, además de los «compañeros de viaje» —y así consideraba Orwell en aquel momento a hombres como Victor Gollancz—, no eran pocos los que dudaban de si era prudente ese «hablar claro» a que aludía Orwell, ni siquiera de modo alegórico, tal y como se exponía en Rebelión en la granja. Gollancz, con quien Orwell estaba ligado por contrato, fue el primero en rechazar el libro, probablemente sin sorpresa alguna para Orwell, quien, por razones obvias, ni esperaba ni quería que fuera editado por él, pues recordaba su rechazo del original de Homenaje a Cataluña. «Debo decirle -escribía Orwell a Go- llancz que el texto es, creo yo, inaceptable políticamente desde su punto de vista (es anti-Stalin). »Por su parte Gollancz, en una

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carta del 23 de marzo de 1944, refuta sus alegatos y pide ver el manuscrito. Según la opinión de varios amigos de Orwell,lo

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