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Reporte de análisis del fragmento de la novela “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez.


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  982 Palabras (4 Páginas)  •  2.809 Visitas

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Reporte de análisis del fragmento de la novela “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez.

 

El texto inicia con una narrativa llena de nostalgia y anécdota en donde Aureliano se acordaba muy bien de cuando si papa lo llevo a ver el hielo por primera vez.

“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.

Macondo me recordó los inicios de mi colonia; dicen los primeros pobladores que el contexto era muy similar, las calles no tenían nombre y se describían por cualidades visuales características obvias, por ejemplo el Rio de Churubusco que en ese tiempo estaba al descubierto, y servía de eje para dividir los límites de la colonia o los hornos que estaban de lados donde ahora se localiza el aeropuerto internacional de la ciudad  de México; La aldea en ese entonces al igual que la mía tenia casas de barro y piedra.

Esa aldea llamada Macondo era el pueblo de José Arcadio Buendía, un habitante con gran imaginación, un día como había sucedido durante ya muchos años, por el mes de marzo, una familia de gitanos cuyo líder era Melquiades llego a la aldea y con un gran alboroto daban a conocer los nuevos inventos y le ofrecieron a José Arcadio Buendía un imán, lo compro y con él lo quiso para buscar oro.

Lo que me llamo más la atención de ese episodio y que me puso a recordar la imagen que se tenía de los gitanos (bandidos, ladrones, mentirosos, etc.,) y es que  la ignorancia de la época y la “malicia” de los que tenían conocimiento sobre algunos temas (magnetismo concretamente) eran la herramienta y forma de vida de muchos pueblos sobre todo los errantes los cuales por la misma movilidad podían traer  y llevar conocimientos de una lugar a otro y lograr hacerlos su forma de vida.

Melquíades, en un momento de  honradez, le previno a José Arcadio Buendía que para eso no servía para encontrar oro, pero por el hecho de ser gitano Arcadio no creyó lo que el gitano decía así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados.

La ambición de Arcadio pudo más que el buen juicio. Y no podemos juzgarlo a la ligera porque a todos nos ha pasado en algún momento, por ejemplo, cuando nos dicen que las probabilidades de ganar en la lotería son casi nulas, y sinceramente sabemos que es cierto pero no nos importa y aun así conociendo las consecuencias y si tenemos un dinerito extra compramos un billete para probar suerte.

Muchas veces me encuentro con gente que confunde la palabra ambición con algo malo pero en esta ocasión logro hacer su vida menos aburrida y le aventuro en una situación que imagino fue gratificante (en conocimientos) aunque frustrante monetariamente.

Desde pequeños se nos ha enseñado que no debemos ser ambiciosos, que no debemos querer más de lo necesario y que incluso debemos ser “humildes”. Como si la humildad significara ausencia de abundancia, o simplemente pobreza; y la verdad nunca he estado de acuerdo con esta concepción.

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