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Cuestiones básicas de la primera meditación metafísica

Anto PertusiApuntes5 de Noviembre de 2022

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Rene Descartes:

              Cuestiones básicas de la primera meditación metafísica

  1. El escepticismo y el método de la duda

El escepticismo antiguo no consiste en una actitud de duda constante, esa concepción de escepticismo es algo que surge en la modernidad, entonces el escéptico sobre todo en la antigüedad es alguien que no duda de todo, sino que pone en duda las afirmaciones dogmáticas, aquellas que pretenden tener un carácter necesario, indudable, definitivo. Frente a ese tipo de afirmaciones y actitudes dogmáticas que plantean que es posible alcanzar la certeza acerca de algo, surgen entonces dos actitudes: -La actitud pirrónica, que sería la actitud escéptica, propiamente dicha. Lo que plantea el pirronismo es que hay tantas buenas razones para aceptar una proposición como la que proponen los dogmáticos como para aceptar la proposición contraria, entonces, hay tantas buenas razones para decir, por ejemplo, mis pensamientos están conectados con mis sentimientos como para afirmar que, no es verdad que mis pensamientos estén conectados con mis sentimientos, entonces no podemos decidir cuál es verdadera porque aquello en lo que me baso para decir una cosa puede contraponerle toda otra cantidad de buenas razones para afirmar lo contrario, entonces el pirrónico se abstiene de decir cuál es verdadera y sigue investigando, esto es lo que se llama suspender el juicio, me abstengo de decir cuál de las dos es verdadera o no.                                              Por otro lado, tenemos la otra actitud que es el academicismo que no es estrictamente, escepticismo porque plantea que no podemos afirmar nada con certeza absoluta, en esto es similar al escepticismo pirrónico, pero dice esto porque considera que no existe un criterio seguro que nos permita reconocer que algo es verdadero, en cambio el pirrónico dice que no sabe si puede existir o no un criterio. El académico dice NO existe un criterio seguro. El pirrónico le respondería que hay tantas buenas razones para afirmar que existe un criterio seguro como para afirmar que no existe un criterio seguro que nos permita reconocer cuando algo es verdadero. El académico dice que no puede estar seguro de que esta frente a la verdad, sin embargo proponen que respecto de las cosas que percibimos hay algunas que nos resultan más convincentes que otras porque son más coherentes y toda una serie de razones que dan, y por eso en base a este grado de persuasión que tienen nuestras percepciones, podemos decir que hay algunas que son más o menos probables. Por eso los académicos proponen grados de probabilidad. No es posible alcanzar la verdad sino que es posible alcanzar grados de probabilidad y esa es la diferencia con el pirronismo, que no acepta grados de probabilidad.                                                                                                                                                        Descartes no se considera a sí mismo un escéptico sino que usa al escepticismo como un método o como una herramienta para encontrar una afirmación indudable, es decir usa el escepticismo como un recurso momentáneo, temporal y exagerado, para descubrir aquello de lo que no se puede dudar.                                                                                                                                                       Un escéptico pirrónico no podría hacer esto, sino que se limitaría a seguir investigando, el objetivo de un pirrónico nunca podría ser encontrar algo firme y constante en la ciencia, que es lo que dice Descartes, algo firme y constante seria alguna afirmación indudable, una certeza a partir de la cual construyo otros conocimientos. Los pirrónicos no creen que exista algo así, entonces no es un pirrónico, pero tampoco la actitud de Descartes encaja con el academicismo porque Descartes nos dice en la primera meditación que va a considerar todo lo probable como falso, mientras que los académicos aceptan grados de probabilidad y lo consideran como un conocimiento aceptable. Para Descartes lo probable califica por lo menos en esas meditaciones metafísicas como falso. Entonces Descartes usa el escepticismo hasta encontrar algo que resista a la duda. Entonces cuando encuentra ese algo, esa primera verdad, cree haber derrotado el escepticismo. Está satisfecho con su hallazgo de la primera certeza, sin embargo  autores contemporáneos a Descartes y posteriores a él que eran dogmáticos, lo consideraban un escéptico, porque consideraban que había minado las bases o fundamentos de todo conocimiento, consideraban que la solución que ofrece Descartes para salir del escepticismo, ese “yo pienso”, no era una solución satisfactoria porque lo único que permitía afirmar con certeza era la existencia de la propia conciencia pero era imposible pasar de esa certeza de la propia conciencia a afirmar la existencia del mundo exterior o de las otras personas. Eso es lo que se conoce como el solipsismo cartesiano. Esta acusación tiene que ver con que encontró una sola certeza que es la existencia de su propia conciencia y no podemos salir de ahí ni afirmar más nada con certeza.

  1. El propósito de Descartes en las meditaciones. ¿Solo busca refutar sus antiguas opiniones y cuestionarlo todo o también busca obtener verdades?

Descartes nos dice en el principio de sus meditaciones que es bueno por lo menos una vez en la vida hacer una especie de examen de conciencia, revisar si estamos convencidos de todas las creencias que tenemos o si simplemente las aceptamos porque otros nos las dijeron. No es una persona que viviera dudando continuamente, sino que decide hacer un párate en determinado momento de su vida para evaluar sus creencias y ver cuales valen la pena y cuáles no. Sobre todo lo que le interesaba era criticar las enseñanzas que el había recibido durante los años que el paso en el college de france, que era un colegio dirigido por sacerdotes jesuitas, donde recibió una educación aristotélico-escolástica. A él le interesaba romper con ese tipo de concepción del mundo al igual que otros autores de su época, no era original en esto. En particular en las meditaciones metafísicas, busca mostrar que a diferencia de lo que planteaban los aristotélicos puede haber un conocimiento que no dependan de imágenes que provengan de los sentidos sino que se base completamente en el intelecto y por eso, se lo considera como el primer pensador moderno. Descartes parece en esta primera meditación tener una actitud de duda universal, pero si nos fijamos bien, el al principio dice que va a dudar de aquello que sirve como fundamento para el conocimiento científico, es decir, es ese momento conocimiento científico es el conocimiento cierto y evidente, no es la ciencia como la conocemos hoy en día. Puntualmente a él le interesa revisar sus antiguas opiniones, aquellas que acepto acríticamente porque se las dijeron sus padres, sus maestros, es decir, aquellas figuras de autoridad y él busca despojarse de prejuicios. Finalmente preguntan “cómo puede ser verdadero que no haya nada de cierto en el mundo”, que es esa frase que dice Descartes. Es lo que podríamos llamar una afirmación paradójica, que podríamos comparar con el “solo sé que no se nada” de Sócrates, uno de los primeros filósofos griegos. A Descartes no le satisface haber llegado a esa afirmación, de que no hay nada de cierto en el mundo, porque es algo paralizante, si nosotros nos quedamos ahí, no podemos avanzar en ninguna dirección, ni podemos estar seguro de que sea verdadera esa propia afirmación de que no hay nada de cierto en el mundo. Por eso él no es un escéptico, no se queda ahí, sino que encuentra una salida a partir de la segunda meditación.

  1. La figura de Dios

Descartes era religioso, creía en dios. Si siguiéramos leyendo las meditaciones metafísicas, veríamos que en la tercera meditación Descartes ofrece una serie de pruebas para demostrar la existencia de dios. La idea de dios para Descartes como para otros pensadores de la época también, es una idea innata, es decir que está en nuestra mente, espíritu y alma (sinónimos), desde antes de nacer. Es como una impronta que muestra el sello del creador en sus criaturas. Descartes dice que si tenemos la idea de dios entendida como la idea de un ser perfecto, omnipotente, que todo lo sabe, sumamente bondadoso, la causa de esa idea que está en nuestra mente, tiene que ser tan perfecta como la idea misma. Nosotros como somos seres finitos imperfectos no podemos ser causa de esa idea perfecta, por lo tanto, la causa de la idea de dios tiene que ser algo que realmente posea todas las perfecciones que esa idea representa. Esta es una de las pruebas que descartes ofrece de la existencia de dios, como vemos, no es una prueba fáctica, que parta de los hechos de la existencia del mundo, porque justamente, en esa tercera meditación, Descartes todavía tiene motivos para dudar acerca de si el mundo existe, entonces tiene que ofrecer una prueba que no se base en la existencia de ese mundo que todavía es dudoso. Justamente después de haber demostrado la existencia de dios, Descartes lo va a usar a dios como garante, es decir, es aquel que va a garantizar, luego en la sexta y última meditación, que efectivamente las ideas que Descartes tiene del mundo se corresponden con algo que existe tal cual él lo percibe.

  1. La figura del genio maligno

Antes que nada hay que tener en claro que el genio maligno no es Dios para Descartes, sino que es una hipótesis metodológica de máxima, que inventa Descartes para dudar acerca de las cosas que parecería imposible dudar. Entonces, en un primer momento Descartes plantea la posibilidad de que sea dios mismo el que nos engañe, pero esa posibilidad iría en contra de la naturaleza de dios, porque nuestra noción de dios implica que se trata de un ser omnipotente, omnisciente, que todo lo conoce, y que es infinitamente benevolente, entonces, si dios es benevolente nunca podría engañarnos ni habernos creado de manera tal que sistemáticamente nos equivoquemos. Esa es una de las razones por las cuales Descartes propone la hipótesis del genio maligno, seguramente inspirada en la “caza de brujas” que fue intensa durante la época que Descartes vivió y escribió las meditaciones. Y en ese momento se les atribuía el supuesto poder que tenían las brujas a un pacto con el demonio entonces era algo que andaba flotando en ese momento. El genio maligno es una hipótesis mediante la cual Descartes puede poner en duda incluso las verdades más firmes, como las de las matemáticas y la lógica (argumentos para dudar de la razón), es decir, de aquellas afirmaciones tan simples como “2+3=5”, que son indudables en el instante en el que las concibo, cuando yo pienso “2+3=5”, es indudable en el momento mismo en que la estoy pensando. Pero la hipótesis del genio maligno es tan fuerte, que muchos intérpretes de Descartes sostienen que no puede derribarse, si no nos damos cuenta que el genio maligno nos está engañando, no podríamos darnos cuenta que todos los datos que produce mi mente son engaños, es decir, que viviríamos en un engaño permanente sin posibilidad de saber que estamos siendo engañados, es decir, sería una especie de matrix. Para Descartes el genio maligno no es tan poderoso como dios, pero tiene el poder suficiente como para engañarnos sistemáticamente. Por qué no es tan poderoso como dios? Porque si Descartes plantea que el genio maligno es tan poderoso como dios estaría adhiriendo a lo que se conoce como el maniqueísmo, doctrina antigua que postulaba que en vez de existir un solo ser todo poderoso, omnisciente, etc., existían dos principios igualmente poderosos, un principio del bien y un principio del mal, que estaban en constante batalla, lo que se traslucía en la existencia del bien y el mal en el mundo, pero en el momento en el que escribe descartes el maniqueísmo se consideraba como una doctrina atea, una blasfemia, entonces Descartes no adhería a él. Descartes no niega la existencia de dios, sino que niega la posibilidad de que sea dios quien nos engañe sistemáticamente. Por eso propone como alternativa, siguiendo ese método de la duda, una alternativa muy poderosa, aunque no tanto como dios, que cumple esa función de engañarnos, sin que eso atente contra la idea de un dios infinitamente benevolente. El genio maligno es una hipótesis que propone Descartes, no es que crea literalmente en su existencia. Entonces al afirmar la existencia de genio maligno lo hace a modo de hipótesis y no como una certeza.

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