Meditaciones Metafísicas

Historia de la Filosofía Moderna | 

Meditaciones metafísicas.

René Descartes.

Idea de fuerza: Demostración de la existencia de Dios y la distinción entre el alma y el cuerpo para poder dar una definición del hombre, y sustentar la existencia de las cosas exteriores al hombre.

Palabras claves:

• Duda
• Falsedad
• Sentidos
• Percepción
• Método
• Ciencias
• Genio maligno
• Pienso; existo
• Ideas innatas
• Ideas adventicias
• Ideas facticias
• EL error
• Conocimiento
• Alma
• Mente
• Cuerpo
• Imaginación

Desarrollo:

En su primera meditación, Descartes busca la verdad irrefutable, la verdad de la que no es posible dudar. Busca, pues, un conocimiento sin duda, sin incertidumbre, algo que los hombres puedan señalar y convenir en que es existente, real y verdadero.

Por lo tanto, hay que diferenciar lo que es verdaderamente real, de lo que no. Para lograrlo, hay que dudar de todo, hasta que aparezca, como fundamento del mundo indiscutible, ese elemento o componente del que no sea posible sospechar su irrealidad. Por ello es que nuestras ideas no sirven, ni valen nada, si no tienden a lo verdadero.

De este modo si analizamos el mundo a nuestro alrededor. Podemos decir que percibimos cosas, objetos, y que tenemos experiencias de este mundo. Así, los sentidos nos ofrecen información de lo que hay más allá de nosotros, pero los sentidos fallan, nos pueden decir que una cosa posee ciertas características cuando no es así en la realidad. Pero no todo el momento los sentidos nos engañar, poseen en ellos un cierto nivel de infalibilidad.

Así pues, los sentidos enseñan en parte cómo es el mundo, pero a veces engañan. De modo que ellos no pueden ser el fundamento real, puesto que Descartes pretende un saber absoluto, cierto en todo caso y momento, y ello no es así por lo que respecta a la experiencia sensible.

Ante esto es que Descartes presenta uno de sus argumentos, que es, el genio maligno. El cual tiene la capacidad de confundirnos en nuestras percepciones y arroja dudas sobre todo lo que podemos conocer acerca del mundo y de sus propiedades. Sin embargo, aunque este genio maligno puede falsear nuestras percepciones, no tiene la capacidad de falsear lo que creemos percibir. De este modo Descartes concluye que el poder de pensar y existir, no pueden ser corrompidos por dicho genio maligno, aunque todo esto sea una farsa absoluta.

Ahora bien, la segunda meditación contiene el argumento de Descartes sobre la certeza de la propia existencia, en la cual, a pesar de las acciones del genio, que nos impide pensar que algo es cierto, hay una sola cosa, nos dice Descartes, de la que podemos estar seguros. Y precisamente eso es, que estamos pensando.

Ya sea que todas las cosas a nuestro alrededor sean falsas no nos impiden en lo absoluto, que mientras se piense en ellas, y se decida si son o no falsas; ese mismo pensar existe. Aunque llegue a la conclusión de que nada es real, esa misma conclusión ha sido generada por el acto de pensar; he pensado ese pensamiento. Existimos mientras pensamos. Por lo tanto, al dudar de todo, incluso de que pueda dudar, estoy pensando, y ese pensamiento es real, auténtico, y existente.

Con ello llegamos al famoso “cogito, ergo sum" (Pienso, luego existo).

La tercera meditación tiene como propósito derrocar la hipótesis del genio maligno mediante la proposición de la necesaria existencia de Dios. El argumento para justificar la existencia de Dios, lo basa en la cuestión del fundamento de las ideas (argumento epistemológico), pues se pregunta si es que todas sus ideas las ha creado él.

Sin embargo, existe una idea que él tiene que es imposible atribuírsela a sí mismo, es la idea de la perfección. La idea de lo infinito no pudo haber sido creada por él, porque tendría que ser infinito él mismo (causa real), pero no puede ser infinito porque tendría que ser perfecto, y no es perfecto porque ha creído cosas como ciertas cuando no lo son.

...