Introducción al ser
ntzo2603Ensayo5 de Marzo de 2018
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INTRODUCCIÓN AL SER
El misterio del ser permanece intocado.
La metafísica pretende estudiar el ser más allá de lo que muestra por los sentidos. Su objeto de estudio es lo inmaterial a través de lo material. Busca explicar las causas, el sentido y la finalidad del hombre.
Existen varias ciencias que intentan estudiar al ser, como por ejemplo la biología que se encarga de estudiar las características de los seres vivos. La física es otra de las ciencias que busca explicar la razón del ser, la cual estudia los aspectos de la materia que explican las características de los seres vivos e inertes, encontrando las razones de su consistencia. La matemática, se refiere a la materia de forma inmaterial, a través de conceptos; llegando a una abstracción más profunda que la de la física, pues conceptualiza al ser desmaterializando la materia. Lo que quiere decir que lo que está más allá de lo material se conoce exclusivamente por el espíritu, el cual es expresión del pensamiento. Para Platón, esto significa la forma de alcanzar la verdad y el bien que sólo al espíritu le pertenece. Para este filósofo, el ser espiritual es el ser en sentido fuerte, mientras que el material es una especie de degeneración del mismo, al que llama el no ser, por lo que piensa que la filosofía se debe ocupar del ser espiritual; es decir, ir más allá de la materia, distinguiéndose esta a través del espíritu.
En cambio, la metafísica busca ir más allá de la física y alcanzar lo que sostiene al ser en su consistencia más profunda: espíritu. Lo que se supone es solamente pensable y no captable por los sentidos (Platón).
Según Aristóteles, la inmaterialidad está contenida en la materia, pero no tiene ninguna de sus propiedades. A través de lo inmaterial del hombre, es que surge la diferencia de este con los otros seres vivos, ya que es una mixtura estudiada por muchas ciencias; pero es la metafísica la encargada del conocimiento más profundo, de estudiar lo inmaterial presente en lo material y alcanzar el principio del ser y su naturaleza.
El yo se hace patente a sí, y ante él se presenta lo trascendente, mientras que la materia no tiene voz interior, carece de intimidad y desconoce lo otro. La materia se hace presente en lo inmaterial de una percepción o un concepto, mientras que el espíritu lo hace en sí. Esto significa que el mundo inmaterial aparece exclusivamente en un yo que es espíritu.
El hombre se encuentra con el ser en sí mismo, por lo cual le es perceptible, pero no lo comprende porque no es capaz de originarse, y siempre le aparece rodeado de un misterio al que no alcanza, como el preguntarse sobre su propia existencia.
La consistencia de la materia se va haciendo cada vez más nebulosa al ir acercándose a la mera energía. Es decir, las partículas van simplificándose y apareciendo los cuantos, una energía empaquetada de diversas formas y cantidades en las que cada vez es más difícil encontrar una complejidad y distinción. No es posible alterar el ser último de la materia. Se toca y de ese contacto sale siempre fortalecido. Esta misma característica la encontramos en ser espiritual: una dureza enorme aún mayor que en la materia y con cualidades especiales indicadoras de su diferencia.
Con el espíritu estamos ante un ser que no ocasiona extensión y que posee unidad, lo que ocasiona que no se pueda romper, distinguiéndose de cualquier otro. Cada espíritu es un mundo diferente, poseedor de un yo que abarca su totalidad en la unidad.
El ser espiritual es capaz de una enorme riqueza de manifestaciones y transformaciones, pero todas ocurren en su unidad e intimidad. El espíritu en su individualidad es capaz de ser todas las cosas, lo cual significa una potencialidad enorme. La riqueza le nace de sí, por una transformación que no conlleva agotamiento sino crecimiento; es decir es capaz de actualizarse o reestructurarse en sí mismo a través de una actividad interior que constituye su crecimiento y su vida. El crecimiento también ocurre en la materia, pero gracias a agentes externos; en cambio, en el espíritu se da desde su propia substancia, sin acumulación de nada exterior, sin perder su unidad e intimidad. Se puede afirmar entonces que el espíritu crece en su unidad, mientras que la materia necesita de sus partes para que esto suceda.
Entre algunos conceptos clásicos del ser podemos destacar el de Parménides, quien lo concibe extenso como un continuo sin fallas. Sostiene que, por su extensión, el ser es material, pero por su darse en el pensamiento es inmaterial e incapaz de distancias. Para este autor, “…el ser constituye la nota distintiva y fundamental de los entes, desde el momento que ellos son; es decir, el ser del ente, es aquello que compete primariamente al ente, pues toda cosa real, por el hecho de serlo, conjuga el verbo ser.” (Echauri, 2007, p. 101). El ser, según Parménides, es único, pero también variado, en el cual todo es unidad y a la vez trascendencia. Para Heráclito, el ser es una lucha interior entre el ser material y la posibilidad de no ser o de pasar a ser, así como de lo permanente (espíritu). Está claro que para estos filósofos la dureza del ser está presente, pero también el cambio. Se hace necesaria entonces la división de la unidad en partes y para que esta no produzca la destrucción, se precisa de la inmaterialidad que impida la separación de las partes. El ser material se caracteriza por su extensión y la el ser inmaterial por la falta de esta que imposibilita la separación y la degradación del ser. Es decir, la inmaterialidad da una permanencia que permite persistir idéntico eternamente, mientras la materialidad sostiene los continuos cambios.
Para Platón, a partir de un mundo inmaterial se puede explicar el ser y el orden del material. Hace falta algo que oriente y dé estructura a la realidad material dentro de los cambios que le son propios, y esto sólo es posible mediante el ser inmaterial.
Aristóteles, señala que la materia ha de convivir con lo inmaterial, que tendrá que soportar cambios y corrupción que han de ser explicados. Además, este autor hace uso de conceptos como de acto y potencia, substancia y accidente. La substancia es la proveedora del ser propiamente dicho, es inmaterial y responsable de la dureza y la estructura del ente, pues define sus propiedades y configuración. Los accidentes reciben el ser de la substancia, siendo algunos de carácter material y otros inmaterial, unos propios y otros con secuencias de las relaciones. La dureza y la permanencia las pone el acto, que coincide con el ser existente y acabado, es decir estático. La potencia será la responsable de los cambios, y en ella debemos encontrar la causa de la novedad. Esta se define como lo que no es, pero puede llegar a ser y sólo existe como tal en los seres en acto. Es capacidad de ser, pero ha de recibir el ser de quien lo tiene y sólo puede ser de un acto. Es responsable de la individualidad, de la posibilidad de cambio y de la materialidad.
Podemos decir entonces que, para este último filósofo, el “ente” (ser) está conformado por la substancia y materia prima; acto y potencia respectivamente.
Es innegable la existencia del ser inmaterial, así como el ser material el cual es una forma inferior del ser. El ser inmaterial permanece inalterable, mientras que el material está sometido al cambio continuo. En estos cambios se precisa un acto que actualice a la potencia. En los cambios substanciales, el acto, cambia, puesto que unos seres se convierten en otros. El origen del cambio susbtancial puede ser algún tipo de alteración de lo que ya posee, es decir, un enriquecimiento o empobrecimiento de la forma poseída, lo cual sólo es posible mediante la existencia de una composición en la que se le pueda añadir o quitar determinadas proporciones al ser, consecuencia de añadidos o eliminaciones. Asimismo, para Aristóteles, existen cambios accidentales, los cuales son modificaciones del ente que no lo cambian substancialmente, es decir que ocurren sin que deje de ser lo que era, produciendo modificaciones poco profundas y que, por lo tanto, se quedan en la materia y que surgen por factores externos, no significando aumento o disminución en el ser, a diferencia del cambio substancial.
Cabe resaltar que la primera presentación del ser es doble: de quien contempla y de lo contemplado. Un ponerse frente a la realidad y una realidad enfrente de un yo. El ser puede iniciar el conocimiento a través de las sensaciones hasta llegar a lo más abstracto de la inteligencia (metafísica), tratando de responder las interrogantes más profundas sobre sí sin poner límites al respecto. Para que el ser exista, precisa además de un ente superior (Dios) y de la inteligencia para aparecer. Esta última se muestra en el acto de conocer al ser, y sus profundidades, en lo que el ser llega a mostrarle
EL SER MATERIAL
La materia se nos presenta a través de los sentidos, a partir de los cuales nos da a conocer sus diferentes propiedades y dimensiones. Si el ser es aquello que se nos presenta, el ser material es el que se presenta a través de los sentidos, que hacen de intermediarios entre el intelecto y la materia, entre el cognoscente y la cosa.
La extensión es una propiedad primaria de la materia (potencia), y junto con la resistencia, hacen posible su conocimiento, así como su relación en el interior y con el exterior. La resistencia es una dimensión que habla en profundidad del ser de la materia y lo cataloga como fuerza, la cual nos lleva al concepto de energía como algo propio de ella. La energía y la extensión posibilitan los conceptos de espacio y movimiento.
El ser material
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