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“JUICIO A LUIS XVI: ¿REY O TIRANO?” CASOS EMBLEMÁTICOS

21212113Apuntes21 de Noviembre de 2022

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“JUICIO A LUIS XVI: ¿REY O TIRANO?”

CASOS EMBLEMÁTICOS

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Índice

Índice        1

1.        Análisis de la proporcionalidad entre el hecho y la pena        2

2.        Contraste con la realidad        6

2.1.        Principio de Irretroactividad        6

2.2.        Principio de Legalidad        8

3.        Impactos        9

3.1.        Impacto Jurídico        9

3.2.        Impacto Político        12

3.3.        Impacto Social        13

3.4.        Impacto Religioso        14

3.5.        Impacto Filosófico        15

4.        Una perspectiva desde los derechos humanos        17

4.1.        Teoría de los derechos fundamentales de Robert Alexy        17

A.        Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva        19

B.        Derecho al debido proceso        21

C.        Derecho a la vida        22

D.        Derecho de los niños a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral        24

5.        Apreciación crítica        25

6.        Referencias Bibliográficas        27


  1. Análisis de la proporcionalidad entre el hecho y la pena 

Luego de 1789, año en que sucedió la Revolución Francesa, se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente cuya principal finalidad era redactar una nueva constitución. Esta iba a establecer un régimen de monarquía constitucional estableciendo políticas totalmente diferentes. De tal manera como se iba a implantar un nuevo texto constitucional, la posición de la nobleza, el clero e inclusive la del rey, anteriormente considerado divino, iban a cambiar tanto en materia fiscal como en materia de privilegios. Producto de ello, Luis XVI, que todavía seguía en su posición de mando, pero con facultades restringidas, al ejercer su poder de veto ante dicha legislación fue mal visto por la población generando enfrentamientos políticos muy violentos.

Se desató una guerra interna apoyada por todos los sectores incluyendo al rey que vio la posibilidad de recuperar sus antiguos privilegios produciéndose algunos acontecimientos importantes como la masacre de Champ- de- Mars donde sucedió una balacera terrible que terminó con decenas de muertos. Ante ello, los reyes conocían perfectamente lo delicado de su situación, razón por la cual, buscaron establecer vínculos con otras monarquías europeas para poder escapar a fin de realizar una contrarrevolución. No obstante, el plan fracasó, la familia real fue reconocida y devuelta a París.

En septiembre de 1792, se desató la guerra con Austria y Prusia, países con miras a invadir Francia, sin embargo, las tropas revolucionarias francesas lograron apaciguar dichas guerras generando una serie de victorias a partir de la derrota prusiana de Valmy. Con esta victoria, los revolucionarios al tener más fuerza política y reconocimiento por la mayoría de la población, encarcelaron al rey en la prisión del Templo de París.

Ya teniéndolo como prisionero, el Comité Legislativo quiso juzgarlo mediante un proceso, empero, el primer problema con el que se enfrentó es que no sabía cómo juzgar a una persona constitucionalmente sagrada ya que tampoco existía legislación para ella.  Surgieron diversas posturas que trataron de dar respuestas, sin embargo, la que al final tuvo efectos fue la de darle al proceso ciertas formalidades sin convertirlo en un juicio propiamente dicho. Entonces, como Luis XVI iba a ser juzgado tenía que tener abogados para que hagan su defensa respectiva de los cuales eligió a tres resaltando la figura de Raimon Deséze que iba a llevar el caso.

El proceso contra Luis XVI empezó no teniendo ningún contacto directo con sus abogados y estos tampoco tuvieron mucho tiempo para preparar fundamentos ni recolectar suficientes pruebas debido a que solo contaban con 10 días para hacerlo. La defensa y discusión del caso consideró tres aspectos fundamentales: la implicación de Luis en un delito contra la seguridad nacional, la posibilidad de realizar una consulta popular respecto a la inviolabilidad de su figura y la pena a imponer al reo en caso de ser condenado. En el primer presupuesto, 705 votos fueron a favor mientras que, por el contrario. solamente obtuvo tres abstenciones y ni un solo voto en contra.  Más reñida resultó la votación sobre la consulta popular: 423 votos frente a 286 decretaron la derrota del sector más moderado de los girondinos, que veían en el referéndum la única posibilidad de salvar la cabeza del que fue Luis XVI.  Y, por último. el tercer tema trataba sobre el castigo que merecía donde de los 721 diputados que votaron, 361 lo hicieron en favor de la pena de muerte (siendo la mitad más uno); 26 votaron por la misma, pero con sobreseimiento de la sentencia y los restantes, sin ejecución alguna.

Es importante resaltar que en el código penal francés para la determinación de la pena de muerte se necesitaba contar con las dos terceras partes de los votos de los jueces, es decir, por lo menos 480 jueces tenían que votar a favor, sin embargo, esto no fue así ya que solo votaron 361. Debido a ello, Deséze intentó establecer una analogía en beneficio del reo argumentando que, si no había una mayoría de las dos terceras partes, entonces dicha pena no se podía ejecutar. Esto no sucede ya que de por sí se tenía un concepto negativo del “antiguo rey de los franceses” por parte de los jueces, así como de la misma población (Queralt, 2019).

Por todo lo explicado anteriormente, resulta muy dudoso que dicho tribunal haya sido justo e imparcial tomando en cuenta todos los actos que él había cometido.

Es necesario hacer un énfasis al contexto en el que se realizó el juicio debido a que el hecho de juzgar a un monarca, considerado antes con facultades absolutas y, sobre todo, divinas, se reconocía el importante papel que tenía la población dentro del régimen político de una sociedad además representaba que por fin se estaba haciendo “justicia” ante todas las arbitrariedades que había cometido Luis XVI, personaje antes considerado como intocable.

La pregunta yace en si realmente este personaje merecía la pena de muerte o, en cambio, existía la posibilidad de darle una de menor gravedad. Una posible respuesta se puede deducir a través de la intervención de Robespierre en la Convención Nacional donde menciona “Luis debe morir para que Francia viva” y aunque suene muy extremista, estaba en la razón.

La revolución francesa había sido llevada a cabo en 1789 y el juicio a Luis XVI en 1792, es decir, todavía tenía poco tiempo de haberse cambiado totalmente el esquema político además que si todavía seguía vivo el ex monarca siempre iba a existir la posibilidad de que otras monarquías europeas, aprovechando la reciente adaptación de la población ante un nuevo gobierno, realicen una contrarrevolución posicionándolo de nuevo en su trono. Esto era algo que la misma población francesa no podía permitir, ellos ya estaban cansados de todas las arbitrariedades que se habían cometido contra ellos y era momento de hacer justicia castigando a los autores principales que lo ocasionaron.

Si se dejaba vivo a Luis XVI, es decir, si se le imputaba otra pena de menor gravedad que no sea la pena de muerte, iba a ser el símbolo viviente de que todavía existen rezagos de lo que alguna vez fue una monarquía absoluta, rezagos que los franceses querían eliminar por completo.

Por otro lado, como ya se había explicado anteriormente, la población tenía una sed de justicia queriendo que se le imponga la pena más grave al ex monarca haciéndole pagar por todos los actos que había cometido en contra de ella, por lo tanto, si existía cierta empatía o consideración hacia él iba a ser percibido como una amenaza antirrevolucionaria. No resulta difícil imaginar que, si ese hubiese sido el caso, en el mismo juicio contando con la presencia de varias personas, se hubieran generado varios conflictos exigiendo que se establezca otro tribunal con diputados más “capacitados”.

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