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LA ETICA DE ARISTOTELES (VIDEO)

Jimmy GuevaraDocumentos de Investigación20 de Junio de 2020

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LA ETICA DE ARISTOTELES

VIDEO PARTE 1

La Rueda de la Fortuna

Es un concepto del mundo greco-romano y medieval que expresa la naturaleza caprichosa del destino.

En las imágenes de la rueda vemos persona situadas en diferentes partes, si estas encima todo va muy bien, pero con una vuelta de la rueda mañana estas abajo y todo va muy mal, y luego hay gente en los lados. Lo que determina tu posición en la rueda,

y por tanto en la vida, no es tu esfuerzo o mérito sino el azar. La rueda pertenece a la diosa Fortuna y aquí la vemos a un lado dándole vueltas caprichosamente.

La posibilidad de que la fortuna echaba por abajo el trabajo y planes de uno aterraba

a los antiguos griegos. Vemos este temor reflejado en su literatura, el drama trágico, y en su filosofía. Como veremos, la Ética Nicómaco de Aristóteles no es excepción. A 2.300 años de Aristóteles, ¿qué pensamos nosotros de los azares del destino? Obviamente reconocemos que no podemos controlar todo, que los planes, por mucho que se cuiden, pueden acabar mal.

Pero nuestro temor no es tanto debido al legado judeocristiano. Lo moralmente relevante no es tanto el acto como la intención. Lo que cuenta es una buena disposición. Obviamente uno quiere lograr sus metas en la vida, pero si no, no pasa gran cosa porque hay una vida después de ésta en la que esa disposición, la virtud de uno, es compensada.

Esta idea hubiera sido muy extraña para los antiguos griegos. Para vivir bien uno necesita no sólo las ganas o disposición, sino que éstas se realicen concretamente.

Sería como ver una hamburguesa en el menú, tener la disposición de comértela, pero no lograr comerla en realidad. La diferencia aquí entre los griegos y nosotros estriba en la noción de virtud. Para nosotros es una cualidad interior (es buena persona). Para los griegos, la virtud, o arete en griego, es una excelencia, un poder que algo tiene para funcionar bien.

La función de un martillo es pegar un clavo. La virtud o excelencia que tiene el martillo es su cabeza dura y plana. Si tuviera otra forma, no funcionaría bien, sería vicioso.

La ética de Aristóteles es una que se basa fundamentalmente en esta idea de virtud. Sabemos cuál es la función o finalidad de un martillo y podemos reconocer uno bueno cuando lo vemos. ¿Pero la finalidad de un ser humano, de una vida humana? ¿Cuál es? ¿Y cómo puede uno reconocer una vida bien vivida? Es con estos interrogantes que Aristóteles inicia su reflexión.

La primera oración de su libro dice, “Todas las artes, todas las indagaciones, lo mismo

que todos nuestros actos y todas nuestras elecciones parecen siempre dirigirse hacia

algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien, cuando se ha dicho que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.”

A veces en clase ilustro lo que dice Aristóteles aquí de la siguiente manera. Busco a un alumno que parece medio dormido y le digo “Oye, ¿por qué estás aquí en clase? Podrías estar en cama o viendo una película o algo más divertido que esto.”

Se despierta y casi siempre me responde con alguna tontería como ‘me gusta la filosofía’ o ‘quiero aprender’.

Le digo, “OK, puede ser, pero quiero saber muy concretamente cuál sería la consecuencia de que no vinieras hoy a clase. ¿Qué pasaría?”

- Pues, me pondría una falta. - OK, viniste para que no te pusiera una falta.

¿Por qué no quieres una falta? - Porque quiero aprobar la materia.

- ¿Por qué quieres aprobar la materia? - Porque la necesito para terminar la carrera.

- ¿Por qué quieres terminar la carrera? - La necesito para conseguir un trabajo.

- ¿Por qué quieres un trabajo? - Porque quiero ganar dinero.

- ¿Por qué quieres ganar dinero? - Para comprar cosas.

- ¿Por qué quieres cosas? En este momento el alumno pausa y dice, pues,

pues . . . no sé. De repente se da cuenta de lo extraño que suena esta larga lista de medios y fines. Hacemos una cosa para lograr otra, y ésta para otra, pero, a fin de cuentas, la serie tiene que llegar a un fin. ¿Tienen nuestras acciones un fin final, algo que sea valioso en sí mismo? Aristóteles concluye que sí? ¿Cuál es? Espérate.

Primero quiero que entendamos algunas cosas generales sobre la naturaleza de su reflexión en este libro y su finalidad. Primero, deliberar acerca de lo que debes hacer en una situación dada no puede compararse con lo que hace un científico al razonar

sobre el mundo físico. Los dos manejan algún tipo de conocimiento, pero son distintos.

Aristóteles divide el mundo del conocimiento en dos clases básicas: conocimiento de lo necesario y de lo contingente. El primero trata de aquellos objetos que son eternos,

que no cambian, como son las verdades de la matemática, las leyes físicas, etc.

El conocimiento que le corresponde Aristóteles lo llama “sabiduría teórica”. Se divide en “razón intuitiva “y “ciencia” pero no vamos a tratar esos ahora. Por el otro lado está el conocimiento de lo contingente, de aquello que pudo haberse dado de otra forma. Hay dos clases: las acciones humanas propias, y productos de la acción humana como camas y estatuas.

Aquí se trata de la “sabiduría práctica” y “arte”. Ahora, te habrás dado cuenta de que la ética corresponde a esta ciencia práctica que acabamos de mencionar, y es verdad, pero Aristóteles la divide en tres esferas según la acción se lleva a cabo en el Estado (donde corresponde la ciencia de la política), la familia (la ciencia de la economía), o el individuo (la sabiduría práctica propiamente hablando).

Otra cuestión es la finalidad del libro. Lo que no pretende Aristóteles en absoluto es decirnos lo que deberíamos hacer en diversas situaciones de la vida.

La ética Nicómaco no es un libro de texto; no proporciona principios con los cuales podemos resolver dudas acerca de cómo actuar. En pocas palabras, no hay reglas que uno podría aprender.

Entonces, ¿de qué se trata el libro? Aunque la acción humana sea una cuestión práctica, lo que hace Aristóteles aquí es teórico. Quiere entender lo que posibilita el vivir bien. Cómo veremos, se trata de una serie de virtudes, por lo que sólo una persona ya virtuosa podría sacar provecho del libro. Al leerlo, se refuerza de forma

reflexiva su propia forma de vivir.

Para alguien sin esas virtudes, el libro sería pesado, como que no tendría sentido, como el niño que no entiende por qué es bueno comer bróculi.

OK, volvamos a nuestro alumno que no sabe por qué hace todo lo que hace. La respuesta de Aristóteles, como ya habrás adivinado, es ser feliz. De hecho, la palabra que usa es “eudaimonia”. Literalmente significa "cuidado por un genio benévolo". Pero la connotación más común de la época era simplemente buena fortuna o prosperidad.

La palabra "felicidad" pareciera ser la más adecuada para traducirla, pero no encaja del todo bien con lo que Aristóteles quiere decir. Por ejemplo, te llega un dinero extra en la quincena y te sientes feliz, pero en el camino al banco se descompone tu coche.

Ahí se va el extra que tenías en el bolsillo y, por tanto, te sientes triste. Lo que Aristóteles tiene en mente es algo más duradero, algo que no dependa pasivamente de los vaivenes de la vida, sino que provenga de la actividad propia de uno. La palabra "bienestar" connota mejor esta idea. Voy a seguir usando la palabra felicidad o feliz, pero con esta aclaración.

Bueno, entonces ya tenemos una palabra para designar aquello que toda acción implica o al que se apunta, pero ¿qué significa? ¿Qué es ese bien? Concretamente, ¿cómo es esa vida bien vivida? Como suele hacer, Aristóteles considera diversas opiniones.

Para algunos, ser feliz es gozar de placer; para otros, tener mucho dinero; y otros dicen que consiste en honores. Su propio maestro Platón decía que era vivir de acuerdo con la Idea del Bien.

¿Cómo responde Aristóteles? Pues eso del dinero es lo más fácil de refutar ya que es simplemente un medio. Uno no busca el dinero por su propio bien sino por lo que puede conseguir con ello.

El bien que buscamos debe ser un fin y no un mero medio. ¿Y el placer? El placer es algo que se busca como fin y no como medio. Pues, tampoco. ¿Tampoco? ¿La buena vida no tiene nada que ver con placer? Bueno, obvio que sí, pero no es el criterio principal con el que se distingue la felicidad o eudaimonia. ¿Te acuerdas del alumno en mi clase? En vez de estar en clase, podría estar con amigos tomando alcohol y pasándolo muy bien.

Fisiológicamente, se siente más placer con Jack Daniels que con Aristóteles. ¿Pero llamaríamos buena una vida que se pasa en borracheras? En ese nivel de placer de estímulo puramente fisiológico, la vida no se distingue de la de un animal.

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