Medusa
CloudSpainApuntes22 de Marzo de 2023
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Las Gorgonas, unos monstruos infernales cuyo poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarlas a los ojos quedaba petrificado. Esteno, Euríale y Medusa, hijas del dios Forcys y la diosa Ceto, dioses de los peligros de las profundidades y de los monstruos del mar respectivamente.
Euríale, la mayor de las gorgonas junto con Esteno, la que más muertes causaba a los humanos, eran inmortales; por su parte, Medusa, nació mortal y hermosa.
Medusa, desde pequeña fue devota de la diosa Atenea. Cuanto más crecía, más hermosa se volvía y más claro tenía que su sueño era ser una sacerdotisa de Atenea y por lo tanto no podía ceder a las tentaciones del amor, ya que una de las virtudes que representaba la diosa era mantener su virginidad perpetua. Cuando alcanzó la edad necesaria, inicio con la preparación para convertirse en una sacerdotisa de Atenea, una preparación que requería una conducta ejemplar ya que todos sus actos se reflejarían en la diosa a la que serviría, por lo que nunca debería rendirse a la influencia de Eros y Afrodita. Medusa se convirtió en una sacerdotisa perfecta, sus rituales cada vez atraían a más seguidores encantados con su forma de realizarlos, sus movimientos hipnotizaban a los que la contemplaban. La diosa, desde la cima del monte olimpo, observo toda esa conmoción que estaba ocurriendo en uno de sus templos y se dio cuenta de que una gran parte de los hombres que había allí solo quería ver a la joven sacerdotisa. En un principio, Atenea no tomo ninguna medida contra ellos, ya que, aunque no era correcto lo que los hombres hacían, Medusa no tenía la culpa. Poseidón, desde el olimpo se dio cuenta de que la atención de Atenea estaba puesta en su sacerdotisa, y decidió que utilizaría a esa joven como venganza hacia Atenea por haber sido ella la elegida como matrona de la ciudad de Atenas. Poseidón vigilaba a Medusa cautelosamente y en el momento correcto se apareció frente a ella y uso su encanto para seducirla, su plan era mancillar la reputación de Atenea llegando a sus seguidores más ejemplares, pero Medusa, aun deslumbrada por este no olvido sus votos y lo rechazo. Poseidón, descontento con su rechazo, la agarro, pero Medusa consiguió huir de él buscando refugio en el templo de Atenea, sin embargo, Poseidón la persiguió hasta el templo, donde ella lloraba aterrorizada a los pies de la estatua de Atenea pidiendo protección. El dios se acercó hacia ella y la poseyó por la fuerza en el altar de la diosa, después, dejó el templo satisfecho por lo bien que había ido su venganza ya que había corrompido a la mejor sacerdotisa de Atenea además de haber degradado su templo.
Atenea tomo la forma de la estatua de su templo y reprendió a Medusa, reprochándole que, de no ser por sus actitudes exuberantes y su vanidad, nada de eso habría pasado, su honor no habría sido degradado al igual que su templo. Atenea castigo a Medusa convirtiéndola en un monstruo al que jamás nadie podría volver a mirar a la cara sin convertirse en una estatua de piedra. Para no causar daño a nadie más después de petrificar a su mejor amigo sin querer, Medusa huyó dejando de piedra sin poder evitarlo a más gente a su paso; cada vez que un grupo de hombres se reunía para darle caza, eran encontrados días después petrificados. Medusa no quería herir a nadie, solo se defendía de agresiones injustas, por lo que decidió marcharse a una región que había sido abandonada por sus habitantes hacía años; allí encontró un templo abandonado y lo convirtió en su escondite.
Aislada, la antigua sacerdotisa iba perdiendo lo poco que le quedaba de humanidad, ganándose una fama de terrible monstruo y sobreviviendo de pequeños animales que cazaba. Fue uno de esos animales el que le hizo encontrar un busto de tiempos inmemorables que representaba a la diosa Atenea y se dio cuenta de que ese templo había sido una construcción en honor a ella. Ese descubrimiento sacó a la luz sus viejos hábitos y Medusa comenzó a cuidar el templo y a honrar a la diosa.
En lo alto del monte Olimpo, Atenea se percató de los rituales que Medusa le dedicaba y se dio cuenta de que no hacía todo eso por vanidad, ya que no había nadie que fuese testigo de sus actos. Arrepentida por haberle impuesto un castigo tan cruel e irreversible, decidió mandar a Perseo a acabar con su sufrimiento. Mientras realizaba otro de sus rituales, Medusa escuchó entrar al joven y se preparó para enfrentarlo, pero este contaba con la ayuda del escudo de Atenea, que estaba tan pulido que en él se reflejaba todo. Fue de esta forma como Perseo vio que la gorgona estaba detrás de él, y de un golpe seco, el joven guerrero separó la cabeza de Medusa de su cuerpo. Después de completar el encargo, el joven Perseo llevó a Atenea su escudo de vuelta, y también le entregó la cabeza de Medusa. Atenea glorificó a Medusa fijando la cabeza de esta en su escudo, y así, la imagen de la leal sacerdotisa se eternizó junto a la de la diosa que tanto amaba.
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