Medusa

A partir de la puesta en escena de la obra teatral Medusa, en concomitancia con el mito clásico homónimo del título de la obra, ya mencionada; y tomando como base teórico-metodológica el texto Propuestas para un replanteamiento metodológico en el estudio de las relaciones de literatura y cine. El método comparativo semiótico-textual de José María Paz Gago, parte el siguiente análisis.

La obra teatral presenta, desde el título, a un personaje mitológico, que cuenta con gran propagación, cuya historia es bien conocida, por lo que es, prácticamente, imposible no tener preconcepciones acerca de cómo es el personaje, cómo debería desarrollarse la trama, qué personajes son parte fundamental en el relato y, desde luego, cómo debe finalizar la historia. Sin embargo la trama que fue presentada en la puesta en escena denominada Medusa, como ya bien se indicó, presenta algunas variantes, a la vez que se toma ciertas libertades con respecto al mito, que es lo que comúnmente conocemos como adaptación, aunque para Paz sea un término que necesita corregirse. Es aquí, donde cabe mencionar un concepto fundamental dentro de toda adaptación que es lo que Paz designa como guión.

El guión va a ser la herramienta mediática presta a servir como vehículo de renovación y prolongación entre el mito en su estado de consagración, y las interpretaciones y diferentes versiones que surjan de él, visto como esencia temática, a la vez que toman nuevas direcciones y exploran, desconocidos, pero fecundos terrenos. Tal como lo da a entender Paz en la siguiente cita:

-(…) el posterior proceso comparativo a partir de la consideración del guión literario, es muy interesante e iluminador tener en cuenta las reflexiones y opiniones, las teorizaciones cuando existan, de escritores y cineastas, especialmente ante experiencias fenomenológicas como la escritura de guiones adaptados o las transposiciones de sus propios relatos, con su posible colaboración en la redacción del guión o la realización y dirección de una película.- (Paz, 38)

Es el guión, quien cumple una labor importantantísima a la hora de darle formato a la puesta en escena pues logra, por medio de una buena estructura que incluye veracidad dentro del espacio ficcionalmente creado, que el personaje de Medusa adquiera un cariz notoriamente diferente al expresado en el mito clásico. Pues en la obra se presenta a Medusa-mujer, más allá del prototípico Medusa-monstruo al que estamos acostumbrados.

La obra en cuestión, le otorga a Medusa voz, perfil psicológico, le confiere deseos y perturbaciones, aflorando todo esto en su condición de mujer; y aunque el final es fulminante para ambas “Medusas”, al menos se puede destacar que una vivió de acuerdo a lo que sentía, que sus palabras lograron persuadir, en lugar de enfurecer, al héroe; y que su cuerpo, armonioso, antípoda de la desagradable y atemorizante figura que le confiere la mitología clásica; incitó el deseo de un hombre, quien la deseaba por ser mujer.

El final de la obra, si bien llega en modo de tragedia, presenta esta vez una particularidad con respecto a la del mito. Esta vez la tragedia no obedece a un sentido vertical, sino que fue pensada para caer de una forma horizontal; es decir de una forma en la que resulta ser tragedia para todos, y no solo para Medusa.

Con la muerte de Medusa, Perseo queda a la intemperie, desolado cae en la cuenta de lo fácil que se dejo llevar, y de lo lejos que lo llevaron sus actos. Reflexiones que no se presentan en la figura heroica y aguerrida del mítico Perseo clásico, el cual se glorifica de sus victorias y no tiene tiempo para lamentaciones y consideraciones.

Perseo en la obra, puede darse el lujo de recontar sus actos, a la vez que los revaloriza, dándose cuenta de todo cuanto perdió por seguir y encarnar la figura del héroe, que hacía

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