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Resumen sobre Empirismo Británico

Fran CisApuntes21 de Agosto de 2017

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EMPIRISMO INGLÉS

El REALISMO CRÍTICO DE JHON LOCKE EN “ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO”

Libro I, Capítulo 1

El autor define el término “idea” como el objeto del entendimiento (“aquello con que se ocupa la mente cuando piensa”).

Libro II, Capítulo 1

Pregunta por el origen de las ideas. La dificultad en este caso nace a parir de la concepción de la mente como “vacía de ideas” –en lo que respecta a un momento manantial. Para Locke hay una respuesta tajante: la experiencia. Los dos tipos de ideas que se identifican a continuación tienen su origen en dos tipos distintos de experiencia.

En primer lugar, las “ideas de la sensación[1]”, surgen a partir de la acción de los cuerpos externos sobre nuestros sentidos.

En segundo lugar, las “ideas de la reflexión” (o del sentido interno), surgen a partir de la observación de nuestras operaciones[2] del entendimiento.

El autor insiste en que estas dos fuentes son únicas como origen de nuestras ideas, por apelación al sentido común (“demuéstreme que no es de otro modo”).

A lo largo de toda su vida, el ser humano se llega a proveer de estas las ideas de manera gradual. Primero, se dota de ideas de la sensación, cuya variedad dependerá de la variedad de objetos que alcancen a estimular los sentidos. Luego, se imprimen en él ideas de la reflexión. Este desfase se debe a que estas últimas requieren atención –mientras que, en los primeros años de vida, es fácil atender casi exclusivamente a estímulos externos-. Ocurre lo mismo con la variedad de ideas de reflexión que con la variedad de ideas de la sensación, “según el hombre sea más o menos reflexivo”.

Locke termina el libro caracterizando los dos tipos de ideas ya establecidos como “ideas simples”. Con respecto a su recepción, el entendimiento tiene un carácter normalmente pasivo, esto es, que “no está al alcance el poseer o no esos rudimentos, o, como quien dice, esos materiales de conocimiento.

Libro II, capítulo 2

Locke retoma la distinción en parte ya sugerida en el capítulo anterior. Las ideas, “algunas son simples, algunas complejas”. En la exposición sucesiva nos centraremos con respecto a las primeras. Estas son simples por cuanto:

  1. “Aun cuando las cualidades que afectan a nuestros sentidos, están en las cosas mismas, tan unidas y mezcladas que no hay separación o distancia entre ellas, con todo, es llano que las ideas que esas cualidades producen en la mente le llegan, por vía de los sentidos, simples y sin mezcla”. Que la frialdad, la dureza, el color, la rugosidad, y las restantes ideas de la sensación se distinguen es así por sentido común.
  2. El entendimiento no tiene capacidad alguna para inventar ideas simples. A aquel le corresponde una labor meramente combinatoria donde éstas le sirven de material originario en la formación de ideas complejas. Mientras nuestra adquisición de ideas simples está limitada a las vías que corresponden a nuestros cinco sentidos –sólo son imaginables las cualidades que afectan a los sentidos-, los límites de la labor combinatoria permanecen desconocidos[3].

Libro II, capítulo 2, 4 y 6

En lo sucesivo se expone una clasificación de ideas simples, consideradas “en relación con los distintos modos por los que llegan a nuestra mente y se nos hacen perceptibles”:

  1. Ideas que adquirimos a través de un solo sentido. (Luz y colores para la vista; ruidos para los oídos; sabores para el paladar; olores para la nariz; calor, frío y solidez para el tacto).
  2. Ideas que adquirimos a través de más de un sentido. (espacio o extensión, movimiento y reposos, forma, número, solidez).
  3. Ideas de la reflexión. (Las cuales, como ya se viene introduciendo, corresponden a las operaciones de la mente sobre sus otras ideas. Entre ellas dos son las operaciones más importantes: percepción o potencia (facultad) de pensar, voluntad o potencia (facultad) de voluntad.
  4. Ideas de la sensación y reflexión. (No se ahondará en el detalle sobre este punto).

Libro II, capítulo 8

En esta parte Locke pasa a disputar la posición dogmática, para la cual las ideas de nuestra mente son semejantes al objeto externo que las produce. Como se ve, la disputa de Locke se basa en una distinción tajante entre el objeto de nuestro entendimiento y el objeto externo. Dicha distinción se reduce en última instancia a una discriminación entre ideas y cualidades:

  1. Idea: “Todo aquello que la mente percibe en sí misma, o todo aquello que es el objeto inmediato de percepción, de pensamiento, o de entendimiento”.
  2. Cualidad[4]: “Poder de producir cualquier idea en la mente”. Estas son de dos tipos:
  1. Cualidades primarias: “aquellas enteramente inseparables del cuerpo, cualquiera que sea el estado en que se encuentre, y tales que las conserva constantemente en todas las alteraciones y cambios que dicho cuerpo pueda sufrir a causa de la mayor fuerza que pueda ejercerse en él”[5]. (Cualidades de solidez, extensión, forma, movimiento, reposo y número, que producen en nosotros las ideas correspondientes).
  2. Cualidades secundarias: “no son nada en los objetos mismos, sino poderes de producir en nosotros diversas sensaciones por medio de sus cualidades primarias, es decir, por el bulto, la forma, la textura y el movimiento de sus pates insensibles, como son colores, sonidos, gustos, etc.”[6] 

Esta última distinción acarrea un problema paralelo: ¿cómo estas cualidades producen sus ideas en nosotros? Locke supone que es el movimiento de partículas insensibles externas “que, afectando a algunas pares de nuestro cuerpo, se prolongue por conducto de nuestros nervios o espíritus animales hasta el cerebro o el asiento de la sensación, hasta producir en nuestra mente las ideas articulares que tenemos acerca de dichos objetos”. Nuestro cuerpo, en realidad, solo puede ser afectado por cualidades primarias, en la medida en que solo estas tienen existencia en los cuerpos. De ahí que la unión de tal movimiento que pueda ser interpretado como cualidad secundaria[7], con tal idea como su efecto en la mente, sólo puede ser atribuida a Dios.

De esta exposición se sigue la relación de dependencia de las cualidades secundarias con respecto a las cualidades primarias: en la medida en que aquellas “no son nada en los objetos”, y dependen del volumen, forma y movimiento de las partes “reales” de un cuerpo.

Y aún de la anterior distinción Locke saca la siguiente observación: “que las ideas de las cualidades primarias de los cuerpos son semejanzas de dichas cualidades, y que sus modelos realmente existen en los cuerpos mismos; pero que las ideas producidas en nosotros por las cualidades secundarias en nada se les asemejan”.

Realismo crítico (parágrafo 17)

De la precedente exposición se siguen dos grandes conclusiones que permiten caracterizar la doctrina de Locke como “realismo crítico”: (1) sólo el volumen, el número, la forma, y el movimiento, particulares de las partes de los cuerpos existen realmente en los cuerpos, es decir, con independencia de que yo pueda o no percibirlas. (Por tanto las cualidades primarias pueden en este sentido ser denominadas “cualidades reales”); por esta razón (2), reduciendo a sus causas “primeras” (jejeje) la totalidad del contenido de nuestra mente, solo nos encontraremos en posesión “real” de ideas de cualidades primarias.

Libro II, capítulo 32

Ninguna idea, en cuanto apariencia en la mente, es verdadera o falsa. Esto solo podrá ser atribuido con propiedad para la emisión de juicios, es decir, “siempre que la mente refiera cualquiera de sus ideas a cualquier cosa extraña a ellas”.

Libro IV, capítulo 11

Esta sección versa sobre nuestro conocimiento[8] de la existencia de otras cosas. En síntesis la argumentación de Locke se reduce a cinco puntos a favor:

  1. No podríamos tener ideas si no fuera por el concurso de nuestros sentidos. En otras palabras, las ideas de sensación son una justificación suficiente de que hay cosas independientes del entendimiento.
  2. La inevitabilidad de las ideas de la sensación con respecto a las ideas de la memoria, evidentemente distintas[9] de las primeras.
  3. El placer y el dolor que acompañan las ideas de sensación no se produce, por ejemplo, junto con las ideas de la memoria.
  4. Ayuda de los distintos sentidos para predecir la existencia de cosas externas.
  5. Aceptando las limitaciones del pensamiento (objeciones cartesianas), pero nuestras ideas son suficientes para sobrevivir.

EL IDEALISMO DE GEORGE BERKELEY EN “PRINCIPIOS DEL CONOCIMIENTO HUMANO”[10]

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