SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL de Friedrich Nietzche

SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL.

Friedrich Nietzche

Nietzsche desde el inicio describe que, en el mundo, unos animales racionales, los humanos, inventaron el conocimiento. Hará principal hincapié en decir que la creación de la verdad no es más que un artilugio que ha inventado el ser humano para creer que somos el centro del universo. El conocimiento es dependiente del lenguaje, lo que es también invento del humano. De entre todos los hombres, el filósofo es el más soberbio entre todos porque es quien quiere buscar la verdad, no tiene otra ocupación. Este se cree supremo, más puro. Además, se puede reconocer en el escrito de Nietzsche que va a presentar las siguientes ideas: 1) La verdad no existe; 2) El conocimiento es un error que el hombre es motivado a otorgarse al ser carente de otras habilidades y con la intensión de querer ser superior y alcanzar a Dios. 3) Somos lo que la historia quiere que seamos.  

El conocimiento y la filosofía no son más que armas ficticias para el hombre, una especie débil por prescindir de estas. El concepto de lenguaje, conocimiento son descripciones “superficiales” que son resultado de estímulos. Como dice el autor “juega al tanteo sobre el dorso de las cosas”. Si el ser humano en realidad se viera como un simple ser vivo en lugar de como el centro del universo, notaríamos que, de hecho, no sabemos nada de nosotros mismo.  Solo creemos que sabemos y nos afanamos por alcanzar la verdad.

El autor nos dice que el ser humano busca su conservación frente a otros individuos y así evitar el estado natural de las cosas. Ya sea por aburrimiento o necesidad, es necesario estipular un acuerdo de paz para evitar el bellum omnium contra omnes (Todos contra todos), anterior a toda forma social. El autor considera al lenguaje como la confirmación de un pacto establecido y un primer paso hacia la verdad. Este pacto, en el cual no hemos participado, establecerá la distinción entre lo bueno y lo malo; lo verdadero y lo falso, en sentido moral^[1].  El que la sociedad haya establecido este convencionalismo tuvo como objetivo el hacer preservar a nuestra especie. Las palabras hacen parecer a lo irreal como real. Un ejemplo que se plantea en la lectura es el de decir que “soy rico” cuando la designación correcta es “pobre”. El abuso de estas convenciones conlleva a prejuicios y se le “excluirá” a la persona de la sociedad. El hombre sólo quiere la verdad en sentido limitado. Desea las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que conservan la vida; es indiferente al conocimiento puro y carente de consecuencias, y está hostilmente predispuesto contra las verdades que puedan ser perjudiciales y destructivas.

El lenguaje se origina de un triple proceso de transformación, en primer lugar, el mundo se presenta como estímulos e impresiones. Estos luego se convierten en imágenes, luego en sonidos y finalmente en palabras. Se puede concluir que el lenguaje oculta la realidad originaria del mundo. Es mediante el lenguaje que confundimos la naturaleza de la realidad, asumiendo que existe lo masculino y femenino, la verdad y la mentira, o lo bueno y lo malo. La “cosa en si” es inalcanzable. Creemos saber algo de las cosas mismas cuando se habla de árboles, flores, mesas, pero no poseemos más que metáforas de las cosas que no corresponden a su esencia primitiva. Por otro lado, a la naturaleza no le interesa nuestras denominaciones. Toda descripción nuestra del universo son proyecciones antropomórficas, proyecciones que suponemos están.

Entonces, ¿Qué es la verdad?

Metáforas, antropomorfismos. Son ilusiones de las cuales nos hemos olvidado que lo son. Conjunto de denominaciones que luego de un uso prolongado, a la sociedad les parecen fijas y obligatorias. La verdad es relativa y dependerá del valor que le otorgue el hombre. Las propiedades de las cosas corresponden a las características que nosotros les hemos dados (conocimiento científico). En el sentido moral, la sociedad se divide en buenos y malos, es así como ha intentado encontrar un modo de dominar su miedo a ser libres (seguir la intuición). La labor que ha tenido la filosofía ha sido el de convencernos que la razón humana es la suprema. La razón aniquila a la experiencia individual, artística del hombre intuitivo.

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