Verdad Y Mentira En Sentido Extramoral Nietzsche

VERDAD SEGÚN FEDERICO NIETZSCHE

¿Qué es la verdad para Federico Nietzsche? Para intentar responder a esta cuestión nos apoyaremos en su célebre ensayo Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, el cual fue redactado en 1873 y publicado en 1903 como escrito póstumo. En él, el pensador del siglo XIX realiza de manera general una crítica al cientifismo y al positivismo. En su primera sección se aboca a cuestionar el lenguaje humano y su concepción de verdad, por el contrario, la segunda sección versa sobre la filosofía del arte. De las dos secciones mencionadas sólo nos interesa la primera por la relación que guarda con el problema que nos ocupa.

En general, se ha caracterizado a la filosofía de Nietzsche como irracionalista. Es sabido que una filosofía irracionalista es aquella que hace una “…defensa de lo irracional como una característica del ser humano o de cosas relativas al hombre; defensa que consiste en la valoración de otras fuentes de conocimiento distintas de la razón y la experiencia, y en su grado máximo en la valoración del absurdo”

Ahora bien, el irracionalismo se divide en gnoseológico (o metodológico) y metafísico. El primero desconfía de la razón y la experiencia en la esfera del conocimiento, mientras que el segundo tiene que ver con la falta de sentido de la condición humana que es concebida como absurda. Un irracionalismo de carácter metafísico hace del absurdo su categoría fundamental. A nuestro juicio, el pensamiento filosófico de Nietzsche parece contener ambas modalidades de irracionalismo antes descritas. Sin embargo, la que nos interesa, en todo caso, es la de carácter gnoseológico, toda vez que el problema que nos hemos propuesto abordar está relacionado con la teoría del conocimiento. Ciertamente, el concepto de verdad es una categoría que es estudiada por la epistemología; la rama que reflexiona filosóficamente sobre el conocimiento.

Por otra parte, la filosofía nietzscheana es presentada como “un llamado permanente a la subversión del orden moderno”. De hecho, es una crítica radical a la cultura occidental y específicamente, a la religión, a la ciencia, a la metafísica y a la moral tradicionales, las cuales han despreciado los valores esenciales que afirman la vida. Por ello, su pensamiento no sólo cuestiona la base de la cultura occidental sino que aspira a su superación a través de la llamada transmutación de los valores, que no es otra cosa que la transformación y la invención de nuevos valores.

La crítica de Nietzsche a la ciencia se debe a que considera que ella es la responsable de la idea de que existe un orden eterno que debe ser develado por el ser humano. “Este orden eterno es el que se fija en el lenguaje conceptual que se pretende inequívoco y que aprisiona el pensamiento en conceptos acabados, fijos o estáticos, creadores de trasmundos eternos”.

Nietzsche inicia su breve y lúcido ensayo analizando la condición humana viendo al ser genérico humano como una existencia efímera e irrelevante en la totalidad e infinitud del cosmos. Describe al hombre como un animal cognitivo que se caracteriza por fingir para sobrevivir. De manera magistral, con su peculiar estilo aforístico, el pensador alemán ilustra una especie de fábula donde evoca el momento en el que, en un planeta llamado Tierra, unos hombres (animales inteligentes) inventan el conocimiento. Este momento -dice- ha sido el más altanero y falaz de la historia universal.

El invento del conocimiento ha convertido al hombre en un ser soberbio, el cual se siente el centro del mundo, como si en torno a él girasen todas las cosas. En efecto, “…el más soberbio de los hombres, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos”.

El intelecto humano se presenta en la naturaleza como lastimoso, sombrío, caduco, estéril y arbitrario. El intelecto humano no siempre ha existido ni siempre existirá. Es solamente un atributo humano que no tiene ninguna finalidad después de esta vida terrenal. La existencia de la especie humana en el universo es contingente, no necesaria. Cuando nos hayamos extinguido como especie será como si no hubiera pasado nada en el universo.

El orgullo y la soberbia humana relacionada con el conocimiento y el intelecto nos hacen engañarnos sobre el valor de nuestra existencia. Nuestra posesión del conocimiento e intelecto nos generan miopía y amnesia, non engañan, nos adulan y hacen que nos sobrevaloremos.

Nietzsche considera

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