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ARQUITECTURA Y FILOSOFIA, UN CICLO SIN FIN


Enviado por   •  6 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  1.240 Palabras (5 Páginas)  •  429 Visitas

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ARQUITECTURA Y FILOSOFIA, UN CICLO SIN FIN

Marriott Alejandra Rubio Orta

Esta perspectiva no está inclinada hacia ninguna tendencia, no se pretende hacer una crítica sobre una en específico. Este ensayo tiene un enfoque más general, en el que describo mi pensar acerca de cómo la arquitectura y la filosofía han unido sus vidas desde su existencia. Casi tan unidas que pareciera que su relación es causal cuando no es así.

No se trata decir que la arquitectura depende de la filosofía ni viceversa, tal como lo menciona Ferrater Mora en sus escritos ‘’No es que la arquitectura sea ninguna filosofía, ni que  la filosofía sea arquitectura alguna; es solo que ciertos estilos arquitectónicos puedes parangonarse con ciertos sistemas filosóficos, y ciertos modos de pensar filosóficos ofrecen una estructura que puede parangonarse con la de ciertos conceptos arquitectónicos’’ (J. Ferrater Mora, 1995); Y es absolutamente cierto que no existe una dependencia, pero no podríamos negar que la filosofía es una ciencia que se mete con todas las disciplinas que puedan existir, pues es un medio para hacer cambiar formas de pensar, para hacer cambios de organización sistemática u organización de vida, entre muchos otros aspectos; y aunque se lléguese a  tratar de dejar de lado dentro de una civilización, de alguna u otra manera ésta termina inclinada por ciertos conceptos y sistemas filosóficos, los cuales actúan como influencia que termina siendo plasmados mediante las distintas disciplinas, y no precisamente como una norma filosófica que está establecida, ni como algo que la filosofía intenta expresar a partir de las disciplinas, si no como lo que causa el encuentro entre la filosofía y la forma de pensar, de actuar y de ver el mundo.

Nos referimos al encuentro que algunas veces todos hemos tenido con algún concepto que hace que nuestra forma de pensar genere nuevas ideas y por lo tanto nuevos cambios, concepto definido así por Guilles Deleuze.

‘’ Ya no se trata del objeto de un reconocimiento, de una maniobra calculada y prevista, sino de lo que Deleuze llama un encuentro. Este nombre, “encuentro”, encierra una multiplicidad de matices: uno se encuentra en presencia de algo sin haberlo buscado, bajo el signo de la coincidencia, pero también bajo la presión de un choque que ejerce una cierta violencia por contravenir lo que en principio se esperaba y porque no se dispone de medios para hacerle frente; por otra parte, un encuentro es también un contacto que desemboca en una unión y puede dar lugar a una creación’’ (Ingala Gómez, Salvar lo infinito. La filosofía de Gilles Deleuze, 2010, p.234).

Es obvio entonces, que desde tiempo remotos ha habido encuentros constantes entre la filosofía y arquitectura, y que el conocimiento y las nuevas ideas que se generan en estos, son la base del porcentaje en el que la civilización se encuentra inmersa dentro de las tendencias filosóficas que se viven en cada época, lo que nos trae a deducir que siempre habrá un constante avance en los encuentros que se den y en cada avance habrá un nuevo pensar, y en cada pensar una nueva filosofía, y con ella nuevas influencias, nuevos sistemas, nuevos conceptos, y nueva arquitectura.

Para comprobar que la arquitectura, tal como otras artes y disciplinas no son puramente autónomas con respecto a la sociedad, sino que expresan un momento fundamental del ser en el tiempo, se pueden nombrar algunos ejemplos claros, y podemos empezar con la llamada ‘’Civilización occidental’’, tomando en cuenta al igual que Ferrater Mora (1995), cinco periodos: el helénico clásico, el gótico medieval, el humanista del cuatrocientos, el barroco del seiscientos y el contemporáneo.

En el helénico clásico podemos encontrar a Platón y Aristóteles, quienes se inclinaron por la tendencia a considerar las formas como modelos y a visualizar las ideas como imágenes, así como su propensión a equiparar lo real a lo perfecto y que tal caso mantuvo relación con la manera de construir de los arquitectos de tal época y su tendencia a producir obras de arte máximamente cerradas en sí mismas. Ambas tendencias independientes pero igualmente llenas de un paralelismo. Lo mismo podemos decir sobre la relación entre las catedrales góticas y los sistemas escolásticos medievales.

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