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Antes de nada Simone de Beauvoir, comienza planteándose el problema filosófico: ¿Qúe es una mujer? Y lo contesta de la siguiente forma.


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2015  •  Resúmenes  •  1.719 Palabras (7 Páginas)  •  246 Visitas

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Resumen Introducción y Conclusión “Segundo Sexo”

Introducción

Antes de nada Simone de Beauvoir, comienza planteándose el problema filosófico: ¿Qúe es una mujer? Y lo contesta de la siguiente forma.

Al hablar de ciertas mujeres los conocedores decretan: “No son mujeres”, aunque tengan un útero como las otras. Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras, y que éstas constituyen hoy, como en otros tiempos, casi la mitad de la humanidad; sin embargo, nos dicen que “la femineidad está en peligro”, y nos exhortan: “Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres”. Todo ser humano hembra, por lo tanto, no es necesariamente una mujer. Claro que, para definir feminidad, ya no podemos recurrir al esencialismo puesto que las ciencias biológicas y sociales no "creen ya en la existencia de entidades inmutables, fijas, que definirían, de una vez por todas, el carácter de la mujer" (12). Este hecho llevó a la filosofía ilustrada-moderna a afirmar que "la palabra mujer no tiene ningún contenido" (12) y que la mujer es, simplemente, un ser humano. De Beauvoir no niega este hecho pero insiste en que dicha afirmación es demasiado abstracta y que puede deberse a la mala fe puesto que "todo ser humano concreto está siempre y singularmente situado" (13) y no debemos olvidar que, aunque sea de manera provisional, la humanidad sigue dividiéndose en dos categorías (mujer/hombre) cuyos destinos son radicalmente diferentes. Es lícito, por lo tanto, preguntarse qué es una mujer.

Un hombre nunca se plantearía la pregunta ¿qué es un hombre?, porque el hombre es el centro, el eje desde el cual se nombra todo lo demás, lo Absoluto. La mujer es lo Otro, la Otra (Alteridad pura). En la sociedad patriarcal todo lo humano se mide a partir del canon de lo masculino. La mujer queda en un segundo plano, lo que provoca que no exista reciprocidad en las relaciones hombre-mujer. Pero ¿por qué la mujer es la Otra sin reciprocidad con el varón?, ¿por qué acepta una relación tan desequilibrada?  Todo sujeto, sea individuo o comunidad, "pretende afirmarse como lo esencial constituyendo al otro en lo inesencial, en objeto". Esto es lo que el hombre ha hecho con la mujer, el blanco con el negro y el nativo con el inmigrante. Hay, sin embargo una diferencia esencial: el negro y el inmigrante pueden afirmarse como sujetos al desear que el blanco o el nativo perezcan mientras que la mujer "no puede desear que el hombre desaparezca". Resulta, pues, que la característica fundamental de la mujer es que cumple la función de "Otro en el seno de una totalidad cuyos términos son necesarios recíprocamente". Claro que dicha reciprocidad no supone una liberación de la mujer. Recordemos, por ejemplo, que aunque "también el amo y el esclavo están unidos por una necesidad económica recíproca"  no por eso el esclavo es libre.

La mujer puede intentar afirmarse como sujeto pero esto significaría "rechazar ser el Otro, rechazar la complicidad con el hombre" lo que tendría como consecuencia "perder todas las ventajas que la alianza con la casta superior puede conferir". Si esto lo hiciesen todas las mujeres a la vez tendríamos una revolución pero como sólo lo hacen unas pocas, estas pocas sufren algo que podríamos llamar "represalia social". ¿Por qué no lo hacen todas las mujeres si parece ser "pretensión —y pretensión ética— de todo individuo el afirmarse como sujeto"?

Tres factores que impiden que las mujeres se afirmen como sujetos:En primer lugar carecen de los medios necesarios (legales, económicos, políticos); En segundo lugar han interiorizado la necesidad que tienen del hombre sin ser conscientes de que el hombre también tiene necesidad de ellas (lo mismo que le ocurre al esclavo frente al amo); Y por último para algunas mujeres es más cómodo vivir a la sombra del hombre (escogen una existencia inauténtica, renuncian a tomar las riendas de su vida). "la tentación de huir de su propia libertad constituyéndose de este modo en cosa. Esta vía —nefasta por pasiva y alienante—, es el camino fácil de quien evita la angustia y la tensión de llevar una existencia auténtica"

Las explicaciones al desequilibrio de la relación entre mujer y hombre han sido ideadas por estos últimos. Se reflejan en la religión, el derecho, las instituciones políticas e incluso en la ciencia, y tratan de justificar su situación de superioridad frente a las mujeres. Son explicaciones poco objetivas que responden a un interés de dominio por parte de los varones. Muchos hombres tienen miedo de competir en igualdad de condiciones con las mujeres. Incluso los hombres que, a nivel abstracto, defienden la igualdad de hombres y mujeres, no son capaces de medir la importancia de distintos factores y circunstancias que limitan a las mujeres la posibilidad de ser independientes y efectivamente iguales a los hombres. Por eso, aunque a nivel abstracto admitan la igualdad entre hombres y mujeres, cuando se plantean situaciones concretas siguen actuando como si consideraran inferior a la mujer.

La autora declara que va a adoptar la perspectiva de la moral existencialista para analizar el problema de las mujeres. Nos presenta los elementos principales de esta perspectiva.

Dicha moral consiste en afirmar que "todo individuo que desea justificar su existencia siente una constante necesidad de trascenderse". Cada vez que dicha trascendencia se convierte en inmanencia se produce una degradación de la existencia en "en sí", de la libertad en facticidad; esta caída es una falta moral si es consentida por el sujeto si, por el contrario, le es infligida, toma la forma de una frustración y de una opresión. El problema es que la mujer —que por ser "ser humano" es también una libertad autónoma— "se halla y se escoge en un mundo en el que los hombres le imponen que se reduzca a ser el Otro", es decir, que "se pretende fijarla en objeto reduciéndola, de este modo, a la inmanencia puesto que su trascendencia será perpetualmente trascendida por otra conciencia esencial y soberana". La pregunta es, pues, "¿cómo puede realizarse un ser humano encerrado en la condición femenina?" Sea cual sea el camino, la apuesta supone sacrificar la felicidad en aras de la libertad.

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