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Aristóteles: “Política”

salmaquiereResumen10 de Enero de 2023

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Unidad N°1

Aristóteles: “Política” 

Libro I

Cap. I

Todo Estado es una asociación, y estas tienden a un bien determinado, y el más importante de todos los bienes debe ser objeto de la más importante asociación (el Estado).

No sin error han dicho algunos escritores que se confunden los caracteres del rey, del magistrado, del amo y del padre de familia. Para demostrar la falsedad de esta afirmación, realizaré un análisis de sus elementos primitivos.

La primera sociedad nace con la aproximación de dos seres que no pueden existir uno sin otro; el hombre y la mujer.  Puede decirse que este deseo de dejar tras sí otro ser formado a la propia imagen es instintivo de la naturaleza (el primogénito).

La misma naturaleza ha creado ciertos seres para mandar y otros para obedecer, ambos se reúnen por el instinto de la conservación. En esta segunda sociedad buscan el amo y el esclavo su común interés. 

Esta doble reunión del hombre y la mujer, del amo y del esclavo, constituye la familia. 

La reunión de muchas familias tiene lugar por la necesidad de servicios recíprocos; entonces se forma la aldea  (colonia natural de la familia). La reunión de muchas aldeas constituye un Estado, que llega a bastarse absolutamente a sí mismo, nacido ante las necesidades de la vida que satisface. Así el Estado tiene siempre su origen en la naturaleza. Este fin y destino de los seres es, además, el primer bien para ellos y bastarse a sí mismos es su mayor felicidad.

  • El hombre es el ser sociable por excelencia: se le ha dado la palabra al hombre para expresar el bien y el mal moral. 

Es indudable que el Estado es antes que la familia y que los individuos, porque el todo es antes que su parte. Es por naturaleza superior al individuo. Si se hallase un hombre que no pudiese vivir en sociedad no sería propiamente un hombre, sería una fiera salvaje o un dios. La vida social es un imperioso mandato de la naturaleza. 

Sin virtud el hombre no es sino un ser feroz e impuro dominado por los brutales arrebatos del amor y el hambre. 

  • Justicia: la base de la sociedad
  • Derecho: el principio de la asociación política. 

Cap. II

Una familia bien organizada se compone de individuos libres y de esclavos. Estos elementos son el almo y el esclavo, el marido y la mujer, el padre y el hijo. Debe considerarse de una parte la autoridad del amo, después de la autoridad conyugal y luego la paternal. Hay un cuarto elemento que es la especulación o industria que provee al bienestar de los individuos que componen el hogar doméstico.

La ley dicen, es la única que establece la diferencia entre el esclavo y el hombre libre, pero la naturaleza hace a los hombres iguales y por ello la esclavitud es una injusticia, puesto que es resultado de la violencia. 

Por otra parte, la propiedad es una parte integrante de la familia y el modo de adquirirla forma parte también de la ciencia doméstica, puesto que sin las cosas de primera necesidad, los hombres no podrían vivir felices ni aun vivir. 

Así como en las demás artes se necesitan para trabajar instrumentos especiales, la ciencia doméstica necesita de los suyos. Entre los instrumentos, unos son inanimados y otros vivimos. La propiedad es un instrumento de la existencia, la riqueza una multiplicidad de instrumentos y el esclavo una propiedad viva (le pertenece todo entero al amo). El esclavo es una propiedad ajena y la propiedad es un instrumento necesario a la existencia. 

Ahora nos falta saber si la naturaleza misma ha creado o no la esclavitud; si es útil y justo que haya esclavos. La autoridad y la obediencia son cosas no solamente necesarias, sino eminentemente útiles. 

Todo animal está compuesto de cuerpo y alma cuyo fin es obedecer y mandar respectivamente. El hombre mismo encuentra en su organización una doble autoridad: la del amo y la del magistrado. El alma manda al cuerpo como un amo a su esclavo. Así la naturaleza quiere y el interés recíproco exige que el cuerpo obedezca al alma y la parte sensible a la parte inteligente. El macho es más perfecto y manda; la hembra, más débil, obedece. Esta es la ley general que debe también aplicarse al hombre. 

Hay en la especie humana individuos tan inferiores a los demás. Estos individuos son destinados por la naturaleza cuando, por la medida de sus facultades, puede pertenecer a otro y lo que precisamente le hace pertenecer a otro es el no participar de la razón por un sentimiento vago. Es evidente que unos son naturalmente libres y otros naturalmente esclavos y por tanto, exigen que el esclavo obedezca la autoridad y la justicia. 

Los partidarios opuestos admiten una esclavitud diferente de la nuestra, que llaman esclavitud legal entendiendo por tal el derecho de gentes, en cuya virtud todo lo que se conquista en la guerra se hace propiedad del vencedor. Pero muchos legistas acusan a este derecho de ilegalidad. Porque es horrible que el más fuerte, sólo por serlo y poder emplear la violencia, haga de su víctima su esclavo. 

Puede asegurarse que la violencia es resultado necesario de la virtud; que la victoria es premio natural de las cualidades brillantes y de la superioridad y que así, no puede haber violencia sin virtud. 

Hay algunos que, pretendiendo que la esclavitud tiene su origen en el derecho positivo, aseguran que es justa cuando resulta de la guerra. Pero esto es contradictorio, porque la causa de la guerra puede ser injusta. Para evitar la dificultad, los partidarios de esta opinión cuidan de aplicar el nombre de esclavo solamente a los bárbaros y esto les lleva a afirmar una esclavitud natural. 

Se ha visto que es útil que ciertos seres estén sometidos a otros; que es justo y aun indispensable que exista autoridad y obediencia en el orden de los poderes por la naturaleza establecidos. El esclavo forma parte del almo, es un miembro suyo, aunque existe separadamente. Existen entre el amo y el esclavo relaciones naturales de ventajas recíprocas, puesto que la naturaleza ha hecho de los dos un todo; otra cosa sería si el origen fuese la fuerza. 

Se sigue de estos principios que el poder del almo y el magistrado son muy diferentes y que, en general, la naturaleza de los poderes no es la misma. Se es amo por naturaleza, pero el magistrado necesita la ciencia política. Quizá sería posible educar a los amos en la ciencia que deben practicar, lo mismo que los esclavos. 

Cap. III

Los pueblos viven cómodamente combinando existencias diversas y tornando de una lo bastante para llenar los vacíos de otra. La naturaleza misma asegura estos medios de subsistencia: nada ha hecho en vano y puesto que su obra es perfecta, es forzoso que todo lo haya creado para el hombre. 

La guerra es un medio de adquisición natural que forma parte de la economía doméstica. Por ella, el sabio administrador debe hallar o procurarse sin trabajo los medios de existencia, sin los cuales la familia y el Estado serían imposibles. A esto es lo que debe llamarse verdadera riqueza que, una vez bien determinada, no excita ese deseo insaciable (codicia).

Por el contrario, hay aquí un límite: la riqueza no es sino la abundancia de instrumentos domésticos y sociales. Riqueza y propiedad tienden a confundirse estos dos modos de adquisición por su afinidad. El primero se funda en la naturaleza, el otro es el resultado de la destreza y de la industria. 

Toda propiedad tiene dos usos, ambos inherentes al objeto, con un destino particular. Uno natural y otro artificial. Así el uso natural del calzado es servir para andar. Su uso industrial es el de servir de objeto de cambio. El cambio, en su origen, se limita a las más estrictas necesidades y es ciertamente inútil en la primera asociación (familia). 

Se convino en dar y en recibir en las transacciones una materia útil y de circulación fácil. La moneda es un valor imaginario. Su valor está en la ley y su valor real desaparece en el punto en que cambia la opinión que en la circulación le admite. 

Con razón las gentes sensatas buscan la opulencia de la riqueza en otra parte, y ciertamente la riqueza y la adquisición naturales, objeto de la ciencia doméstica, son otra cosa. La adquisición comercial no tiene por fin el objeto que persigue, puesto que consiste en amontonar riquezas a riquezas. Pero la ciencia política tiene límites, porque su objeto es totalmente distinto.

  • Hay también una verdadera y necesaria riqueza que es la economía natural que se ocupa únicamente de la satisfacción de las necesidades. 

Se trataba de saber si la adquisición de los bienes era o no asunto propio del jefe de familia y del jefe del Estado. Es cierto que es preciso siempre suponer la preexistencia de los bienes. Así, la política misma no hace los hombres, sino que, tomándolos tales como son por naturaleza, su arte consiste en saberlos emplear. Asimismo a la naturaleza toca suministrar los primeros alimentos, que proceden de la tierra o del mar; el jefe de familia los emplea del modo más conveniente. La adquisición de bienes necesarios a la familia concierne, hasta cierto punto a su jefe y hasta otro a la naturaleza, que los debe suministrar.

Dos modos de adquirir los bienes: uno natural y otro comercial. El primero es esencial a nuestras necesidades y un arte noble y honesto y el segundo es justamente menospreciado y no existe sino por la avaricia de los hombres.

Cap. IV

En cuanto a la riqueza que produce el cambio, su elemento principal es el comercio. Existe un género intermedio de riqueza, que participa de la natural y de la mercantil, porque se compone de los productos de la naturaleza y de las operaciones de tráfico.

Libro III

Cap. IV

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