ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Arte Filosofia Contemporanea


Enviado por   •  18 de Enero de 2013  •  2.981 Palabras (12 Páginas)  •  605 Visitas

Página 1 de 12

Tema 2. Entre la razón y la subjetividad. Neoclasicismo y Romanticismo: La revolución romántica

1.- La ruptura de la tradición artística

Con la crisis del Clasicismo se comienza a desarrollar lo que llamamos “arte contemporáneo”, el cual comprende un período que va desde principios del siglo XIX hasta la actualidad.

La principal característica de este nuevo arte es que ya no se rige por valores eternos ni absolutos, sino por valores constantemente cambiantes y relativos. Por poner un ejemplo, podemos comentar lo que ocurrió con el ideal de Belleza pues, a partir de la crisis del Clasicismo, la belleza deja de ser el objeto principal del arte siendo sacrificada en aras de la verdad o la expresión.

Así, las reglas para el arte empezaron a cambiar, al solo dictado de las modas. Se produjo una revolución permanente del gusto artístico. Para comprender dicha revolución es necesario descifrar el término “moderno”.

La palabra “moderno proviene del latín y significa “lo hecho al modo de hoy”, de modo que “arte moderno” será aquel que está hecho a la moda.

Un arte moderno es un arte en continuo cambio, sin reglas fijas, temporalizado, que valora la calidad de una obra principalmente por las innovaciones que aporta.

Otro término muy popular entre nosotros es el de “vanguardia”, que se comenzó a usar en el arte a partir del Romanticismo, aludiendo a una voluntad imperiosa de renovación constante, rupturista con lo anterior. Por ello, desde el Romanticismo vemos como la historia del arte avanza a través de “movimientos de vanguardia”.

El Romanticismo es la primera gran vanguardia en el arte y la literatura de nuestra época. Este movimiento conlleva aceptar dos cuestiones:

a) Sus límites cronológicos se pueden extender desde el último tercio del siglo XVIII hasta casi la primera mitad del XIX, dependiendo de los países y la personalidad de los artistas.

b) El Romanticismo reacciona frente al optimismo racionalista de la Ilustración. Se subordina la razón a lo irracional, que hace surgir la inspiración. De esta forma, se tienen en cuenta las religiones, las tradiciones populares, los instintos, etc.

Desde el punto de vista político, social y económico, la Revolución Industrial y el crecimiento demográfico en las ciudades provocaron un sentimiento de pérdida de identidad, que trató de ser reconsiderado.

Otra de las características propias de este movimiento es el tradicionalismo en contra del progreso, que inundó a los románticos. Se buscó reconsiderar la personalidad histórica de cada país frente a la potenciación del nacionalismo.

Por último, cabe destacar el interés de los románticos por las civilizaciones y culturas no occidentales. Estas formas exóticas se apreciaron por sus diferencias y demostraban la variada riqueza del género humano.

2.- Precursores del Romanticismo: David y Goya

Estos dos autores fueron educados dentro de los presupuestos artísticos y estéticos del arte tradicional convirtiéndose en pioneros del arte de nuestra época. A David se le conoce como creador de la pintura neoclásica. A Goya, no se le adscribe a ningún estilo ni forma, pues su obra es proyectada hacia el futuro.

2.1.- David, un artista al servicio de la Revolución

Jacques-Louis David es uno de los más característicos pintores galantes de la Francia del siglo XVIII. Recibió el Premio de Roma en 1774, pero sus sucesivos fracasos anteriores le pusieron al borde de la desaparición, marcando su posterior actitud de hostigamiento frente a la institución académica absolutista. Viajó a Roma en 1776, y en la década de 1780 logró un formidable éxito internacional con una serie de cuadros que representaban el ideal pretendido por todo el mundo:

Belisario pidiendo limosna (1781): En este lienzo se nos muestra la imagen patética del general Belisario, que aparece mendigando. La intención del tema es política, criticando al régimen corrupto, y dotándolo de una persuasiva fuerza teatral. El juramento de los Horacios (84-85): Causó sensación y le otorgó una popularidad notable. La muerte de Sócrates (1787) y Los lictores devuelven a Bruto los cuerpos de sus hijos (1789). La última obra es pintada el año en que se inicia la Revolución Francesa, en la que David participó a modo de “artista comprometido”.

Estas tres obras condensan el estilo de David: son tres escenas de interior, algo agobiantes, al estar encuadradas las figuras en un primer plano dentro de una rígida estructura prismática, y por el efecto del claroscuro, subrayando el dramatismo, e inspirándose en Caravaggio.

Los temas elegidos resultan muy elocuentes. Los héroes que aparecen son trágicos protagonistas que mueren o se sacrifican de forma brutal por un ideal superior.

Por último cabe destacar la reivindicación por parte del autor de la vieja moral masculina, la exaltación de la lucha y la ausencia de sentimientos e intereses personales. Arte y filosofía conteporanea

Pero fue Aranguren quien, siguiendo las sugerencias de Ortega y, sobre todo, los planteamientos de Zubiri, subrayó la importancia radical de ese aspecto de la moral, refiriéndose a él con el concepto de “moral como estructura”. Aunque los antropólogos actuales discuten la posibilidad de una cierta capacidad de aprendizaje en los animales, una de las diferencias básicas entre éstos y el hombre es que el animal se halla ajustado al medio, frente al característico desajuste que con éste mantiene el ser humano. Ante estímulos similares, y en circunstancias también semejantes, la respuesta del animal se puede predecir, puesto que su equipamiento biológico le proporciona respuestas instintivas, es decir, genéticamente adquiridas y estereotipadas. Al hombre, en cambio, ningún aspecto de la realidad le viene ofrecido unívocamente. Al poder dar diferentes respuestas y hacer diversas propuestas, tiene que interpretar la realidad y elegir, entre las posibilidades que se le ofrecen, las que estime pre-ferentes. Así, hay algo de lo que los hombres no somos libres: de dejar de serlo, pues, como Sartre decía, estamos condenados a la libertad. Es a ese tener que elegir a lo que Zubiri y Aranguren denominaron moral como estructura. Pero el hombre, constitutivamente moral, puede, sin embargo, conducirse luego debida o indebidamente, moral o inmoralmente, que es a lo que ambos autores se referían al hablar de “moral como contenido”: el

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (18.7 Kb)  
Leer 11 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com