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CARTAS SOBRE LA NATURALEZA HUMANA PARA USO DE LOS SOBREVIVIENTES


Enviado por   •  4 de Mayo de 2022  •  Documentos de Investigación  •  35.243 Palabras (141 Páginas)  •  255 Visitas

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Dany-Robert Dufour

CARTAS SOBRE LA NATURALEZA HUMANA PARA USO DE LOS SOBREVIVIENTES

Título del original en francés: Lettres sur la nature humaine à l’usage des survivants

Editorial Calmann-Lévy Colección « Petite bibliothèque des idées »

Año 1999

ISBN 2-7021-2980-3

Traducción: Pio Eduardo Sanmiguel Ardila Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura Universidad Nacional de Colombia

A mi bella amiga…

Todos los hombres, en el vertiginoso instante del coito,

son el mismo hombre.

J. L. BORGES, Ficciones,

«Tlön Uqbar Orbis Tertius» (Nota 4)

MI BELLA AMIGA,

Esta mañana me celebraste… Me observabas. Entonces una sombra cubrió tus ojos. De pronto, me lanzaste una extraña mirada. Ya no supe a quién, o mejor, qué mirabas. Suspenso. El tiempo se detuvo.

Cuando te fuiste, esa mirada persistió. ¿Qué fue lo que alcanzaste a percibir de mí que no conocías y que yo no sabía? Tuve que ir a un espejo. Desnudo. Busqué. ¿Cabellos blancos? Celebras la llegada de cada cana. ¿Arrugas? Las perfilas con el dedo, las anticipas… No, has visto más profundo. Tu mirada se zambulló más lejos. Hasta lo más profundo. Tan lejos… Me fue necesario ir tan lejos para ver lo que viste. Viste mi cuerpo. Viste el cuerpo humano. El cuerpo que no pertenece a nadie. El cuerpo de todos. Viste que me paseo con el mismo cuerpo desde hace cien mil años. Viste que soy el mismo hombre desde siempre. Que mi dotación natural, mi gran cabeza con su masa cerebral, mi paso ágil, mi velocidad y mis pasos de danza que se yerguen sobre mi posición dinámica erecta, el pulgar oponible de mi prensión anterior tan precisamente hecha para atraparte al vuelo, mi dentadura con la que alegremente te amenazo cuando río, esas palabras que salen de mi ser como una fuente inagotable…, nada de eso ha cambiado en realidad desde que soy un homo sapiens sapiens. Has visto que soy siempre el mismo hombre desde la noche de los tiempos, quien quiera que yo sea en la incesante renovación de las generaciones.

Sí, yo fui el David de Miguel Ángel, fui Shakespeare, fui mi padre, mi madre y mi hijo, soy el loco Artaud…

¿Entonces, por qué súbitamente viste todos los hombres vivir en mí? ¿Por misericordia? Probablemente. Varias veces te escuché preguntarte por el destino de nuestra extraña especie. ¿Qué visión atravesó tu mente? ¿Habrás percibido la inminencia de un acontecimiento amenazante? ¿Habrás imaginado que vivías con el último de los hombres? Indudablemente. Decías además, hace poco, que a la vuelta del tercer milenio, la permanencia del cuerpo concedida incondicionalmente a cada uno de los ochenta mil millones que nos precedieron ya no está garantizada en absoluto para quienes vendrán. No porque la selección natural esté fomentando alguna nueva forma de humanidad. Es más bien que se está instalando un modo de selección diferente: una selección artificial, errática aunque buscada, gobernada pero ciega, promovida por los mismos que fueron, así como las

demás especies, objeto pasivo de esta selección: los hombres. Lees esos despachos que cuentan cómo el hombre aprende, cada vez mejor, a integrar en el germen el patrimonio genético de tal especie, a integrar rasgos importados de cualquier otra. Sigues el progreso de ese taumaturgo. Llega a ser capaz de provocar mutaciones artificiales que le quitan al mundo de lo vivo su naturalidad, su necesidad, su evidencia y su carácter ineluctable. Vuelven ese mundo un poco más sobrenatural cada día y mucho más barroco de lo que ya era. Sabes todo sobre ese maíz que ahora resiste a los herbicidas cuando integra una hormona humana, sobre esos cerdos que producen órganos vitales humanizados, cultivados para sernos trasplantados muy pronto, sobre esos extraños ratones que exhiben una gran oreja en su espalda, sobre esas terneras-fábrica que producen insulina u otras sustancias orgánicas utilizadas luego en la industria médica, alimenticia, química… Visitas el mundo como una feria de exposición que se acrecienta diariamente con productos vivos inventados por geniales criaturas, por sospechosos estetas, por inescrupulosos comerciantes, por médicos locos, por dudosos magos dispuestos a remediar la imperfección humana… Es Florencia en lo real, un extraño Renacimiento que prorrumpe en el mundo entero donde lo vivo renace siguiendo leyes diferentes. Una nueva génesis. Hemos pasado a un fabuloso bricolaje de las formas y de las condiciones de lo vivo, tan descontrolado que nadie podría anticipar, así fuese a mediano plazo, sus efectos locales y mucho menos globales.

Y si el hombre lo altera todo ¿por qué no alteraría al hombre?

Fue exactamente ahí donde tu mirada se cubrió, cuando notaste que ese movimiento, tan conquistador como anárquico, me iba a alcanzar a mí, que iba a afectar a la especie misma que se halla en el centro de tales trastornos. Soy siempre el mismo hombre. Páseme lo que me pase, estoy escrito. Escrito con una escritura secreta que ha llegado hasta mí y que yo transmito sin saberlo más allá de mis límites temporales. Pero han llegado nuevos Champolliones que han hecho posible descifrar la escritura natural de la que procedo. Estamos leyendo el gran libro donde están escritos los mensajes de los que soy expresión. Y si se saben leer y entender los mensajes escritos en esta escritura, pronto se sabrá escribir nuevos mensajes y producir entonces nuevas expresiones, diferentes a la que represento y que sobrevive desde la noche de los tiempos.

¿Estoy protegido? ¿Tengo derecho de anterioridad? Desde luego. Pero todo el mundo sabe que las recomendaciones éticas, que supuestamente habrían de evitar a los

hombres transformaciones intempestivas, sólo conciernen en el mejor de los casos a quienes las hacen, y de hecho, estos casi no abrigan esperanzas sobre su acción.

Es evidente, pues, que los hombres, por lo menos algunos, no están lejos de salirse de sí mismos y pronto intentarán cambiar de cuerpo. Es decir, intentarán dotarse de cuerpos inéditos que presenten características de resistencia a las enfermedades, de longevidad, de habilidad intelectual, de apariencia física, de duplicación1… Quién sabe si no hay algunos mutantes en gestación aquí o allá, y hasta si no hay varias nuevas humanidades ya en germen, ya no sólo en los relatos como siempre, sino en lo real mismo.

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