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CLONACION COMO PROBLEMA FILISOFICO DEL DERECHO


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2011  •  1.435 Palabras (6 Páginas)  •  1.091 Visitas

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LA CLONACION COMO PROBLEMA FILOSOFICO DEL DERECHO

A medida que nos internamos en la llamada era de la genética, se despliega un abanico infinito de posibilidades tan seductoras como amenazantes: desde la modificación de alimentos y el desarrollo de nuevos fármacos, hasta la duplicación de material hereditario para prescindir de donantes de órganos. Finalmente, todo puede terminar en la tan atrapante como omnipotente clonación humana: ni más ni menos que el duplicado genético de una persona cuya subjetividad se ve seriamente amenazada, porque identificado el genoma humano, los humanos podrían perder su identidad. Más allá de lo posible o probable que resulte esta presunta conquista científica, existe un apremiante riesgo potencial: podría descubrirse la parte más secreta de la intimidad de las personas.

Es verdad que en muchos países ya existe la selección genética. Hay parejas que interrumpen el embarazo frente al diagnóstico de una malformación congénita en el feto, o cuando el sexo del futuro bebé no coincide con sus expectativas. Estas conductas o actitudes, dependen indudablemente de la relación que cada uno establece con los valores, algo tan sencillo como preguntarse a sí mismo qué está bien y qué está mal.

Todo parece demostrar que existe un conflicto entre moral y ciencia. Casi imperceptiblemente son superados los tenues límites entre la intención de eliminar la enfermedad y prolongar la vida, con aquel deseo subliminal de diseñar un individuo ideal y de creer que la eternidad y la inmortalidad son posibles.

El filósofo argentino Santiago Kovadloff sostiene que el proyecto apunta finalmente a que las personas tengan un duplicado de repuesto que -frente a la decadencia- sustituya la versión envejecida por un nuevo clon. Kovadloff compara aquello magistralmente descripto por Stevenson con la hipótesis del doble antagónico (Dr. Jekill y Mr. Hide), con la intención actual del hombre posmoderno que proyecta encontrar el doble idéntico; es decir, una nueva versión del original pero que lamentablemente no cumple con el criterio de individualidad. Quizás resulte premonitorio recordar el final de aquella historia cuando el científico pierde el control de su propio producto y debe pagar con su vida el trágico experimento.

La filosofía aparece entonces tan empeñada en encontrar respuestas como en hilvanar preguntas frente a la duda existencial de ser o no ser planteada por la clonación. Opiniones antagónicas y controvertidas abonaron el camino por el que transitó una discusión cuyo punto más alto fue, seguramente, el intenso debate que protagonizaron Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk. “La filosofía debe tomar conciencia del ingreso a la era de la antropotecnia”, declaró Sloterdijk, a lo que agregó que "la falla en la democracia social deja ahora a la ingeniería genética como el único medio para que la humanidad mejore su suerte".

Habermas no tardó en responderle a su colega alemán catalogando su visión de fascista, para reclamar luego la necesidad de “ejercer una actitud restrictiva sobre la intervención en el genoma humano", y aconsejar finalmente la participación estatal para regular este asunto.

En su libro "El futuro de la naturaleza humana" Habermas aborda estas tormentosas cuestiones y se pregunta con especial preocupación cómo transformarán las personas la visión de si mismas frente a la clonación. Por otra parte, cuestiona la legitimidad del derecho paterno para actuar sobre alguna característica genética de sus futuros hijos, y finalmente se plantea si un adolescente podría exigirle explicaciones a sus padres por el arsenal genético que recibió para enfrentar la vida.

En su "Diálogo de la Sabiduría", Sócrates sueña con un mundo pensado y organizado desde la ciencia, pero no vacila en preguntarle a su interlocutor Critias: "¿Tú crees qué seríamos más felices?"

Posiblemente allí radique parte del dilema: ¿será posible clonar la felicidad? Desde nuestra perspectiva parece una utopía, y ojalá lo sea. Porque finalmente todo lo humano se incuba en el deseo, una bellísima palabra que cristaliza lo alcanzable sin garantizarlo.

La imposibilidad biológica y socio-ontológica de la clonación humana reproductiva no significa que el Derecho otorgue carta blanca a los científicos para su práctica o realización. Al contrario, el papel del Derecho será precisamente establecer parámetros o limitaciones coherentes al avance científico (sin restringirlo)

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