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Capítulo XVI Psicología y filosofía


Enviado por   •  8 de Abril de 2016  •  Resúmenes  •  6.026 Palabras (25 Páginas)  •  226 Visitas

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Capítulo XVI Psicología y filosofía 1. Ciencia y filosofía Entre ciencia y filosofía han existido y siguen existiendo muy estrechas relaciones; al igual que todas las ciencias, la psicología procede también de la filosofía, de la cual se ha separado e integrado progresivamente como campo científico; en cierta medida, delimitado. La preocupación por los temas que conciernen a la psicología ha ocupado, y sigue ocupando, un lugar muy relevante en la filosofía. Sin embargo, lo más importante no es en sí la posible o frecuente superposición de temas o intereses, sino el problema del método con el cual cada una aborda los fenómenos que investiga. La difundida desconfianza del científico hacia la filosofía e, inclusive, su desdén por la misma, se justifica históricamente en cuanto, para construir y elaborar el conocimiento científico, hubo necesidad de luchar y dejar de lado la especulación y la religión, para atenerse estrictamente al método científico y al rigor empírico; dejando de lado la abstracción "pura" es como, en realidad, se fundamentóla ciencia. Pero esta actitud ya no se justifica, por varios motivos. Uno de ellos es el desarrollo de la filosofía en direcciones que de ninguna manera obstruyen la investigación científica, sino que la completan y le dan mayor profundidad, lucidez y vigor. Un segundo motivo es que el desarrollo mismo de la ciencia ha contribuido a que la filosofía, en alguna de sus direcciones, haya sufrido profundamente su influjo. Y una tercera razón es que en el comienzo y en el final de toda ciencia está la filosofía; con el agregado de que no sólo en sus extremos (si los hay), sino que también todo el conocimiento científico asienta sobre supuestos y categorías conceptuales cuya elucidación pertenece a la filosofía, aunque cada vez más frecuentemente tiendan a discutirla los mismos científicos. Y no sólo el conocimiento científico, sino también todo saber ingenuo, implica necesariamente la filosofía. El abismo y oposición entre filosofía y ciencia ha cedido en muchos aspectos, no sólo con una gradual incorporación de la filosofía por los científicos, sino también por un replanteo de toda la filosofía. En la actualidad es dable exigir del filósofo una buena preparación teórico-práctica, por lo menos en un campo científico, y se hace imprescindible exigir al hombre de ciencia una buena preparación filosófica, por lo menos en dialéctica y epistemología. La interpretación de las distintas disciplinas —el estudio interdisciplinario- abre posibilidades fecundas para todos los campos de investigación, y especialmente cumple este anhelo la ciencia de la ciencia, es decir, el estudio científico y filosófico de la ciencia misma. Podemos decir que no hay psicología sin filosofía. Pero la psicología no es filosofía. La psicología es un campo particular que no se esfuma dentro de la filosofía, aun con las estrechas relaciones que guarda con ella. La ciencia, por sus propias limitaciones metodológicas, estudia problemas concretos y accesibles a la investigación. La biología —por ejemplo-estudia los seres vivos o los fenómenos de la vida, pero esta definición, sin embargo, no delimita el alcance del objeto de la biología; a ésta como ciencia le incumbe estudiar fenómenos concretos: la función respiratoria, digestiva, etcétera; pero muchos grandes problemas vinculados a la vida no le conciernen a la biología como tal, a saber, la definición estricta y ajustada de lo que es el fenómeno vital, el sentido de la vida, los valores en la vida, etcétera. Todo esto pertenece a la filosofía en mucho mayor grado, aunque dicha investigación filosófica se realice a continuación o teniendo en cuenta los datos de carácter científico de la biología. A su vez, ésta como ciencia trabaja en los fenómenos concretos con implicaciones muy estrechamente vinculadas a la investigación filosófica. La psicología como ciencia debe estudiar fenómenos concretos. La definición de la psicología como ciencia que estudia los fenómenos psíquicos o el alma dice tanto como la definición de la biología como estudio de las fuerzas vitales, o aun menos. Estas son derivaciones generalizadas y abstractas que corresponden estrictamente a la filosofía; en el campo científico, el biólogo estudia concretamente la contracción de un músculo o el ritmo del corazón o la oxigenación del tejido. El psicólogo -en cuanto científico- aborda problemas concretos con métodos científicos y sus esquemas conceptuales, si bien deben ser generalizadores, no por ello deben diluir lo concreto en un abstracto inexistente; todas las definiciones y todos los postulados, hipótesis y teorías en el campo psicológico deben referirse a los fenómenos estudiados y no a inferencias de carácter metafísico que se transforman en entes reales, de los cuales, a su vez, se hace depender los fenómenos. El psicólogo, como todo científico, tiene derecho y necesidad de entrar en teorías generalizadoras muy amplias, tanto como en el campo de Psicología y filosofía 205 la especulación, pero en este último caso tiene la obligación de conocer cuándo ha trascendido el límite de los datos, que se puede verificar y no conceder el mismo valor a los datos extraídos con la metodología científica y las inferencias que la rebasan. Debe además, en todo lo posible, reconocer los supuestos con los cuales está trabajando. 2. Materialismo e idealismo En todos los campos científicos tanto como en la filosofía, el problema idealismo o materialismo es fundamental y aunque no se lo explicite o defina, está implicado en toda tarea de investigación y —por lo tanto— también en psicología. La relación y la primacía que se establece entre sujeto y objeto, imágenes y pensamiento por un lado y la realidad por otro, entre espíritu y materia, definen en un sentido al idealismo y en el otro al materialismo. Pero no se trata solamente de dos posiciones filosóficas, sino de dos posiciones ideológicas y políticas; el idealismo está ligado con todas las fuerzas que tienden a mantener un status social, económico y político, y es el producto de ellas, mientras que el materialismo es la ideología de todas las fuerzas renovadoras, de todo lo que incrementa y posibilita el poder del hombre sobre la naturaleza y sobre la propia organización social. Materialismo e idealismo son las tendencias finales del pensamiento filosófico y científico de todas las épocas. El materialismo floreció, en primer término, entre los escolásticos ingleses, especialmente con Bacon, y su primera formulación fue la de los nominalistas. Realismo y nominalismo fueron las dos tendencias principales de la escolástica y se corresponden, respectivamente, con el idealismo y el materialismo. Para los nominalistas (Duns Scot, Guillermo Occam), las nociones generales no existen antes que las cosas, únicamente existen el individuo y lo individual, mientras que los conceptos generales existen sólo de nombre y designan reuniones de individuos. Para los realistas (Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino), lo que existe son los universales. Debemos desde ya descartar una posición vulgar y peyorativa que resulta de la extensión al lenguaje filosófico de acepciones que pertenecen a otro orden de cosas, y que consiste en llamar materialista al sujeto al que sólo le interesa gozar de la vida y de los placeres, despreocupándose y descartando los valores espirituales (confusión en la que ya históricamente se incurrió con el epicureismo), y en designar como idealista a la persona noble, generosa, elevada, sacrificada. Son acepciones que nada tienen que ver con el distingo filosófico que estudiamos; un materialista filosófico puede ser un idealista en su acepción vulgar, y viceversa. La oposición materialismo-idealismo se plantea tanto en el campo gnoseológico (en la teoría del conocimiento) como en el ontológjco (estudio de los entes), pero hay un vínculo tan estrecho entre ambos que con gran frecuencia se superponen o correlacionan muy estrechamente, razón por la cual serán expuestos sin mayores distingos; se puede decir que la relación sujeto-objeto pertenece a la gnoseología, mientras que las relaciones entre materia, vida y mente corresponden a la ontología. 3. Idealismo El idealismo ha guardado y sigue guardando muy estrechos vínculos con la religión; se caracteriza fundamentalmente por conceder prioridad al espíritu sobre la materia, al sujeto sobre el objeto, al pensamiento y la conciencia sobre los objetos del mundo externo. Implica, por lo menos, alguno de los siguientes planteos: 1)  Incluir fuerzas y entidades ajenas al propio curso de los fenómenos naturales, como es el caso, por ejemplo, de las siguientes afirmaciones: a) que Dios hizo y gobierna el mundo; b) el mundo deriva de la transformación (alienación) de un espíritu absoluto (posición del idealismo objetivo de Hegel); c) el espíritu gobierna la materia. 2)  Partir de los procesos psíquicos para explicar todos los otros fenómenos y hechos, como por ejemplo: a) que el mundo sólo existe en nuestra conciencia; cuya posición extrema está dada en Berkeley y Fichte, en el idealismo subjetivo (solipsismo); b) las cosas son según las ideas que de ellas tenemos; c) las ideas gobiernan el mundo; d) la bondad y la maldad explican nuestra conducta como seres humanos, y nuestra organización social. 3)  Trasladar o realizar una trasposición de leyes y categorías correspondientes a un campo científico particular, a otro nivel de integración de los fenómenos, como por ejemplo: a) aplicar las leyes de la fisicoquímica y sus categorías conceptuales a los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales (físicoquimismo, energetismo), como es el caso de explicar las relaciones sociales recurriendo a la atracción y repulsión de electrones; b) aplicación de las leyes del movimiento mecánico a los fenómenos de orden biológico, psicológico y social (mecanicismo); c) aplicar las leyes de la materia viva al fenómeno social (organicismo). Psicología y filosofía 207 4. Materialismo Sustenta la prioridad o bien la existencia exclusiva de la materia. La posición materialista no se superpone, estrictamente, con el conocimiento que en un momento dado se tenga de la materia en el terreno científico y no se invalida, como posición filosófica, cuando dicho conocimiento se modifica o profundiza. De esta manera, el materialismo es tan válido, por ejemplo, dentro de la física moderna, como lo es en la física clásica, aunque el conocimiento sobre la estructura de la materia sea distinto en una y en otra. La concepción materialista significa concebir la naturaleza tal como es o, mejor dicho, concebir el mundo y todos sus fenómenos tal como son. La definición del materialismo filosófico, tanto como la de la materia, sigue siendo un problema difícil, y se oscila entre acepciones muy amplias y muy estrechas. La definición de Engels, que es la que más arriba hemos tomado como base, enuncia que "la concepción materialista del mu^do significa simplemente la concepción de la naturaleza tal como es, sin ningún elemento extraño", y para Lenin "la única propiedad de la materia cuya admisión define el materialismo filosófico es la de ser una realidad objetiva, de existir fuera de nuestra conciencia". El materialismo filosófico más evolucionado no sólo incorpora como hecho material a la materia en su sentido usual, o como hecho natural, sino que fenómenos que no forman parte estrictamente de la naturaleza también se incluyen como fenómenos materiales (las instituciones sociales, la estructura económica, etcétera). Se superpone, en gran medida, el concepto de materia con el de hechos, sucesos y fenómenos reales, tales como ocurren o se dan. Aunque el materialismo incluye posiciones muy divergentes, en su acepción más general incluye o sustenta las siguientes afirmaciones: 1)  Entre materia y espíritu, la materia es lo primordial. 2)  Afirma la existencia de un mundo objetivo, externo, que existe independientemente de que sea percibido o no. 3)  Entre sujeto y objeto, el objeto es lo fundamental y es el que promueve las imágenes, pensamientos. 4)  Todos los fenómenos son interdependientes y constituyen manifestaciones de distintas formas de organización de la materia; se descarta la inclusión de lo extranatural o sobrenatural.

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