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Conocimiento Cientifico Kant Y Marx


Enviado por   •  15 de Abril de 2014  •  2.542 Palabras (11 Páginas)  •  403 Visitas

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Kant

En la ciudad de Koenisberg, en 1724, vino al mundo Emanuel Kant, hijo de un artesano fabricante de sillas. En la escuela, a la que fue enviado a los 10 años, se mostró tímido y desmemoriado. Su físico débil le hizo ejercitar su voluntad para seguir adelante. Su familia era muy religiosa y pertenecía a la secta pietista de la Iglesia Luterana, que predicaba una absoluta severidad moral, rigidez en las costumbres y un ascetismo profundo. Tal vez esta influencia se reveló después en la personalidad del filósofo: era ex-tremadamente puntual en todas sus actividades ( a las 10 en punto se metía a la cama y se levantaba a las cinco exactamente, por las tardes se reunía con algunos amigos, pero a las siete todos se dirigían a sus casas), nunca faltaba a clase, no permitía que cosa alguna estuviera fuera de su lugar, etc. Estudió en la universidad de su ciudad natal y en un principio pensó dedicarse a la teología. Trató inútilmente de conseguir un puesto de ayudante en la propia institución, por lo que durante mucho tiempo se vio obligado a vivir de sus ingresos como profesor privado. Sólo hasta que contaba 42 años pudo obtener una plaza de ayudante de bibliotecario y tres años después la de profesor en la Universidad. Sus clases eran amenas e interesantes, trataba de que sus estudiantes pensaran; les decía que deberían filosofar en vez de aprender filosofía. Aunque nunca se alejó más de 100 Km de Koenisberg, fue un excelente profesor, entre otras cosas, de geografía. Sin embargo, en general, al escribir seguía su meticulosidad característica y con frecuencia su estilo es pesado y difícil de seguir. Descartes había estudiado el método racional y Locke insistía en la experiencia; Kant se propuso entonces examinar a fondo la razón como medio de obtener conocimiento. La Crítica de la razón pura es su obra cumbre; en ella, paso a paso desmenuza las operaciones racionales a fin de determinar si se puede tener confianza en la razón, más que en la experiencia, como medio de conocimiento. Su respuesta es afirmativa. Murió en 1804. Se reproducen aquí las partes I y 11 de la "introducción" a su Crítica de la razón pura, Buenos Aires: Sopena, 1945, 3a, ed. págs. 76 y 77.

Crítica de la Razón Pura, De la distinción del conocimiento puro del empírico

No se puede dudar que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, porque, en efecto ¿cómo habría de ejercitarse la facultad de conocer, si no fuera por los objetos que, excitando nuestros sentidos de una parte, producen por si mismos representaciones, y, de otra, impulsan nuestra inteligencia a compararlas entre si, enlazarlas o separarlas, y de esta suerte componer la materia informe de lás impresiones sensibles para formar ese conocimiento de las cosas que se llama experiencia? En el tiempo, pues ninguno de nuestros conocimientos precede a la experiencia, y todos comienzan en ella.

Pero, si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia no todos, sin embargo proceden de ella, pues bien podría suceder que nuestro conocimiento empírico fuera una composici6n de lo que recibimos por las impresiones y de lo que aplicamos por nuestra propia facultad de conocer (simplemente excitada por la impresi6n sensible), y que no podamos distinguir este hecho hasta que una larga práctica nos habilite para separar esos dos elementos.

Es, por tanto, a lo menos, una de las primeras y más necesarias cuestiones, y que no puede resolverse a la simple vista, la de saber si hay algún conocimiento independiente de la experiencia y también de toda impresi6n sensible. Llámase a este conocimiento ti priori, y distinguese del empirico en que las fuentes del último son a posteriori, es decir, que las tiene en la experiencia.

Sin embargo, la expresi6n a priori no determina todo el sentido de la precedente cuestión; pues suele decirse que podemos tener a priori, o en parte al menos, muchos de nuestros conocimientos derivados de la experiencia, porque no los hemos tomado inmediatamente de ella, sino que proceden de reglas generales; sin advertir que esas reglas se derivan también de la misma experiencia. Así, se dice de aquél que mina los cimientos de su casa que debía saber a priori que ésta se derrumbaría; en otros términos, que no debía es-perar a que la experiencia se lo demostrase; pero eso no puede saberse sino a posteriori, pues ¿quién, si no la experiencia, nos enseña que los cuerpos son pesados y que aislados de todo apoyo, caen?

Entenderemos, pues, en lo sucesivo por conocimientos a prior, no aquéllos que de un modo u otro dependen de la experiencia, sino los que son absolutamente independientes de ella; a estos conocimientos son opuestos los llamados empíricos. o que sólo son posibles a posteriori. Es decir por la experiencia. Entre los conocimientos a priori, llámase puro aquél que carece absolutamente de empirismo. Así, por ejemplo, "todo cambio tiene una causa" es un principio a priori; pero no puro, porque el concepto de cambio sólo puede formarse con la experiencia.

Nos hallamos en posesi6n de ciertos conocimientos "a priori" y el mismo sentido común no carece

siempre de ellos

Esta es la ocasión de dar una señal por la que podamos distinguir el conocimiento puro del empírico. La

experiencia nos muestra que una cosa es de talo cual manera; pero no nos dice que pueda ser de otro modo.

Digamos, pues: primero: si se halla una proposici6n que tiene que ser pensada con carácter de necesidad,

esa proposici6n es un juicio a priori. Si además no es derivada y sólo se concibe como valiendo por si misma,

como necesaria, es entonces absolutamente a priori. Segundo: la experiencia no da nunca juicios con una

universalidad verdadera y estrecha. sino con una generalidad supuesta y comparativa "'(por lainducci6n), lo

que propiamente quiere decir que no se ha observado hasta ahora una excepci6n a determinadas leyes. Un

juicio, pues, pensado con estricta universalidad, es decir, que no admite excepci6n alguna, no se deriva de la

experiencia y tiene valor absoluto a priori. Por tanto, la universalidad empírica no es más que una extensi6n

arbitraria de valor, pues se pasa de un valor que corresponde a la mayor parte de los casos al que

corresponde a todos ellos, como, por ejemplo, en esta proposici6n: "Todos los cuerpos

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