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Corporeidad humana como mediación en el mundo


Enviado por   •  19 de Febrero de 2018  •  Ensayos  •  2.327 Palabras (10 Páginas)  •  314 Visitas

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Corporeidad humana como mediación en el mundo

La estructura humana mostró al cuerpo como el principio informado por el espíritu y constituyente de un ser único; o sea, sustancia compuesta de dos principios, el material o corporalidad, y el inmaterial o espiritualidad: cuerpo y alma, una sola sustancia. Aquí consideramos ese cuerpo como aquello que media entre mi yo y el mundo, elemento que sirve para comunicarme con el mundo.

  1. La corporeidad no implica una concepción materialista del hombre

Por ser tan íntima la relación del mundo, mediante el cuerpo, fácilmente se llega al materialismo que considera al hombre no más que la expresión muy elevada y noble de la materia en evolución.

Examinando nuestro ser en sus funciones y estructura, encontramos que ni es exclusivamente material, ni exclusivamente espiritual: es espíritu encarnado

  1. La corporeidad es la relación trascendental con el alma

La rechazada concepción dualista del hombre miró al cuerpo como entidad contra distinta del alma, y por lo mismo como realidad puramente material, sustancia en si aislada. Nuestro hilemorfismo, rechazando ese dualismo, sostiene que nuestro cuerpo es materia animada y no solo un montón de moléculas al servicio del espíritu. Así pues, el cuerpo es ser vivo, no simple materia física o química informada con esas formas, sino “materia prima”.

De lo anterior se sigue que el cuerpo, para existir y vivir, exige el espíritu o alma, la cual, para ejercer sus funciones precisa del cuerpo en el que tiene que “incorporarse”. Esta mutua e intrínseca relación del cuerpo con el alma se llama referencia “trascendental” en el sentido de que es constitutiva de todo ser humano.

  1. La corporeidad es “espacialidad” connatural en el hombre

Vimos que “ser en el mundo”, no es solo “estar en el mundo” como si él fuera un complemento circunstancial de lugar para el hombre, un sitio como lo es para las cosas y animales. Para el hombre el mundo no es algo adjetivo o adverbial, sino elemento constitutivo y esencial, para el hombre “ser en el mundo” es algo propio y natural y hasta se llega a decir que nuestra piel no separa nuestro cuerpo del mundo sino que se coextiende al mundo, como si todo él fuera nuestra piel; en tal forma que cuerpo humano y mundo se coimplican mutuamente.

  1. La corporeidad es “temporalidad” connatural en el hombre

En efecto “ser en el tiempo” es algo innegable para todo hombre y ello le bien por ser cuerpo, pues mediante él está el hombre inmerso en esa duración continua y sucesiva a lo que llamamos tiempo. Y por ello nunca puede realizarse definitivamente ni de golpeo de una vez.

La corporeidad como mediación para el “yo”

  1. Por su corporeidad, el hombre es “espíritu encarnado

El sentido de “encarnación”, palabra bíblica, cuadra muy bien para el hilemorfismo que rechaza el dualismo, como si el alma se introdujera en el cuerpo, por la misma razón, más que “tener cuerpo”, se dice que “soy cuerpo”, significando la íntima relación del yo con su aspecto corporal, de tal manera que estas dimensiones del yo en su doble aspecto, corporal y espiritual, se integran sin confundirse ni excluirse. El cuerpo no es “simple instrumento” del alma, pues todo instrumento es distinto de quien lo utiliza; en cambio el cuerpo, elemento informado por el espíritu, es medio por el cual yo empleo o utilizo los demás instrumentos. Alma sin cuerpo o sin aquella trascendental relación a él, no se entiende, y no siendo dos seres, uno que habita en el otro, “ser encarnado” significa un modo continuo de ser, y por tanto, de habérmelas con el mundo.

Existir es estar en continua referencia con el mundo enriqueciéndolo y enriqueciéndose, o sea, “encarnándose”; de lo contrario, no sería encarnarme sino identificarme con las cosas. Así, “ser encarnado”, más que situación pasiva, es manera de ser o tarea que se va cumpliendo.

La encarnación, relación del alma con el cuerpo es filosóficamente, “un misterio”, entendiendo por tal, aquello que involucra a quien lo considera, por comprometerlo en su ser.

Mi alma, como forma del cuerpo, le da ser, pero no queda absorbida en corporalidad. Así pues, por una parte soy mi cuerpo en el sentido de que sin él no puedo ser en el mundo y porque él hace visible mi yo (el brillo de mis ojos, el aspecto de mi rostro, el timbre de mi voz, los gestos de mis manos, reflejan mi yo). Por otra parte, sin embargo, yo trasciendo mi cuerpo, pues yo soy mucho más que sola corporeidad o solo organismo, y no me uno a mi cuerpo como a un objeto, sino como a algo que constituye mi yo, mi subjetividad, y por eso el que ve mi cuerpo ve mi yo.

  1. Por su corporalidad el hombre se hace “facticidad”

En efecto, “ser encarnado” es participar de esta y no de aquella cultura, de este entorno espacial y no de otro, de este sexo y no de otro, y así de todas las demás limitaciones. Esta llamada “facticidad”, sin embargo, no significa que todo se me presente determinado por el destino y que no haya lugar a mi libertad; algunas “facticidades” dependen de decisiones humanas, y aquellas que necesariamente se me imponen pueden ser asumidas o rechazadas por mi actitud interna, libre actitud que constituye mi personalidad.

  1. Por su corporeidad el hombre se hace “ser sexuado”

El espíritu encarnado es esencialmente sexuado, advirtiendo que la sexualidad; sin excluir la genitalidad, abarca más que ella. Por el cuerpo el espíritu se materializa o exterioriza, y por él la materia se interioriza o espiritualiza, hasta poderse hablar de “espiritualidad del cuerpo”, ya que por la sensibilidad corporal el alma emerge y se traduce en realidad espacial y temporal. Así, el cuerpo es el lenguaje que manifiesta la interioridad del hombre, y además, por medio de él, entra en comunicación con los semejantes. Ahora bien, la primera y primordial comunicación del hombre se plastifica en la sexualidad; por eso hoy más que nunca, cuando las antropologías actuales insisten en la centralidad de la dimensión interpersonal y corpórea del hombre, se hace indispensable profundizar en el significado humano de la sexualidad, entendida en su sentido amplio, no como solo genitalidad sino como interrelación masculino-femenina.

  1. Fenomenología de los sexos distintos pero complementarios

La distinción de los sexos es indiscutible y tiene sus alcances importantes para el comportamiento intersexual en general y de la pareja matrimonial en particular.

  • En la esfera biológica son distintos ambos sexos: las glándulas genitales, los órganos genitales, y también los terciarios como lo son la musculatura, todas las células del cuerpo están sexuadas por el “gonosoma” o cromosoma sexual (XX para la mujer, y XY para el varón). Finalmente, el sistema hormonal produce diferencias notables, tanto en el comportamiento de cada sexo, como en la correspondiente fisiología que pone en marcha el instinto sexual.
  • En la esfera psicológica el sexo imprime en el varón u en la mujer tendencias diferenciales, varían de hombre a mujer así: actitud centrifuga de parte de él y centrípeta de parte de ella; conocimiento conceptual-racional en el hombre y e intuitivo-imaginativo en la mujer; visión objetal en él y personal en ella; predominio de abstracción en él y de concreción en ella. Estas diferencias son muy aleccionadoras para que las parejas se comprendan y dialoguen como se hace en terapias de grupo y en consejerías matrimoniales.
  • La complementariedad, significa que la carencia fisiológica o psíquico- espiritual de un sexo, es satisfecha por el correspondiente aspecto positivo del otro, como en geometría una figura complementaria es la que llena la carencia de otra, esta complementariedad ya va prefigurada en la configuración anatómica de los órganos genitales y en su funcionamiento, pues el uno es para el otro. Por eso el intercambio de cualidades de los dos sexos es mutuamente enriquecedor.

 

  1. Significado de la sexualidad

Es importante encontrar el sentido de la sexualidad, como relación íntima, no solo carnal, de las personas. El núcleo del problema de la sexualidad radica en la relación expresada por los dos “espíritus encarnados”.

La interpretación personalista de la sexualidad, considera al sexo como un aspecto esencial y fundamental de la persona, aunque  no sea su valor supremo; por lo mismo ha de integrarse y desarrollarse en armonía con los otros factores que conforman la personalidad. El instinto sexual ha de ser orientado según los principios y criterios que la razón traza para el uso acertado del sexo y dentro de la opción de estado por lo que se ha optado.

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