Crisis Del Hombre Moderno
absolutions12 de Noviembre de 2014
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Crisis del hombre moderno.
Desde el comienzo de la era del hombre, hemos visto como este crece junto con la tecnología, el medio ambiente y su espiritualidad. Incluso su pensamiento crece junto con este. En la antigüedad, el pensamiento filosófico era parte esencial de los hombres de la antigua Grecia. Y así fue por un par de siglos.
Luego de la edad media, o época oscura, vemos el renacimiento del hombre. Y junto con este, el renacer también del pensamiento filosófico clásico. A este pensamiento clásico, se le unen nuevas corrientes filosóficas, que destacan hasta el día de hoy.
Con la entrada de las nuevas tecnologías en estas últimas décadas, vemos un decaer absoluto del pensamiento filosófico o del mismo estudio de la filosofía. O de incluso filosofar, como antiguamente se hacía. Es ahí cuando comienza la crisis del hombre moderno.
Podemos ver, frecuentemente en libros o imágenes, que antiguamente el hombre estaba muy arraigado a la reflexión y la espiritualidad. Éramos hombres cercanos a la religión, la naturaleza y la reflexión. Poco y nada nos importaba las tecnologías o las comodidades que podían existir. En un momento, el ser cómodo y tener más que otros, era considerado banal y carente de alma.
Como podemos ver, hoy en día, aquello difiere mucho de la realidad que se presentaba hace muchos años atrás. El hombre, con el acceso a las nuevas tecnologías y el nuevo estilo de vida que tiene en el presente, deja de estar en contacto con lo espiritual y natural, dejándose llevar meramente por lo banal y por tener más que el otro.
Podemos ver, también, una crisis en lo espiritual. El hombre se ha alejado completamente de la religión, dando paso a cosas más insignificantes, como por ejemplo, tener el celular más caro y de moda, que —de vez en cuando— tomarse cinco minutos para reflexionar sobre la vida y la actualidad.
El autor Octavio Derisi, en su ensayo “La crisis del hombre actual y de los valores en la filosofía actual” dice: “el hombre actual ha perdido su fin trascendente y eterno y, con él, los valores capaces de cimentar una normal moral de vigencia absoluta. Se ha encerrado en su vida terrenal y temporal, movido también por los valores de este orden, prevalente y casi exclusivamente materiales, desvinculados además de todo valor trascendente, y, como tales, relativos y dependientes únicamente de su propia voluntad. La vida espiritual —sobre todo en sus manifestaciones más elevadas: el conocimiento desinteresado, el arte y más todavía, la religión y la moral— se van alejando más aún del hombre común de nuestra época. Cada día es mayor el número de los hombres para quienes su única norma de conducta es el instinto o la inclinación natural a la vida animal. La inteligencia espiritual, dominada por esta vida inferior, se aplica casi exclusivamente al refinamiento de los medios para hacer más agradable la vida de los sentidos: la salud, la comodidad, etc. La misma ciencia parecería haberse encerrado en sus aplicaciones para este fin”.
Como el autor dice, el hombre en estas últimas décadas se ha inclinado a una vida sensitiva, llevado por esta inclinación natural y encolerizada por los medios de comunicación, tales como el cine, la televisión, el internet, entre otros. Gracias a esos medios, el hombre pierde poco a poco su capacidad de reflexionar por sí mismo, dejando el trabajo a otros. Otros piensan por el e influyen en su subconsciente, adormilando sus propios pensamientos y sus propias reflexiones, dejando así, de reflexionar por vía propia y dejándose llevar por esa vía sensitiva simple de dejar que los otros lo hagan por mí.
Si pensamos bien, la ciencia ha aportado a esta crisis del hombre moderno, aumentando la tecnología existente para hacer que el hombre deje de hacer cosas tan simples, como por ejemplo, conversar cara a cara con alguien. Ahora tenemos la
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