DEL SABER EL PENSAR Y LA FORMACIÓN DEL COLOMBIANO
nestoralonsoEnsayo16 de Septiembre de 2021
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- Del saber, el pensar y la formación del colombiano.
Néstor Alonso Sánchez Cardozo[1]
Soñar es tan barato.
Carlos J. Sánchez T.
El maestro no da lo que se debe leer; da lo que se debe: Leer... La lectura no da lo que se debe pensar; la lectura da lo que se debe: Pensar.
Jorge Larrosa.
Cero: un proyecto. Para mí, este es un proyecto. ¿De qué trata, entonces, un proyecto? Del inicio… Del aterrizaje de un sueño… Aterrice, - nos ha reclamado mil veces el refrán. - Quien nos lo dice, sugiere con ello, hacer un proyecto.
Devenir. La razón de estas palabras la pre-siento en un extraño lugar, ilusorio al decir de Borges, como suelen serlo todos los lugares, sus paisajes y los seres que los habitan y aquél que los ilusiona y lo pasado, lo presente y lo venidero[2] . Un lugar en donde se encuentran en contertulio un viejo, un hombre joven y un niño: En ese maravilloso paraíso que llamamos El Pensamiento.
El viejo es historia, lo sabe el tiempo, ha muerto. El hombre joven es un adulto, sabe que va a morir. El niño juega, es inocente. Al uno le corresponde el Saber, al otro el Pensar, al tercero, la Formación. El Saber del primero contiene su Pensar, lo que en vida pensó e hizo y su Formación, el lugar que ocupó como hombre del mundo; El Saber del adulto, lo recibe al tenor del Pensar como pregunta al Saber del viejo; su Formación la deriva de su única verdad: ¡morirá!.... y al niño hay que decir y enseñar, como mostrar un destino, un sentido, un modo de caminar la vida, un camino andado, un devenir. El niño al jugar pregunta, comienza a saber que no sabe.
La formación de un ciudadano colombiano. Partamos del supuesto que el Ciudadano a formar es un colombiano y aclaremos, consecuentemente, que tal supuesto le otorga al ciudadano en particular, un lugar en el mundo. El Su-puesto: Un Colombiano. Ese lugar que define al sujeto que lo ocupe como ciudadano colombiano.
La formación del colombiano nos impone como ejercicio del pensamiento, dos de sus caracteres más conocidos: El Saber y el Pensar. Acerquémonos, entonces, previo a "saber qué es lo que hay que saber" o "saber qué es lo que hay que pensar", a las ideas de Saber y Pensar tal como nosotros las concebimos y, antes de avanzar en el intento de dilucidar estas ideas, propongamos otra o mejor, a cambio de una idea, un ideal del Colombiano que vamos a formar. Sí, intentemos responder cómo es ese Colombiano Ideal.
Es una persona Emancipada al modo como lo concibe la premisa de la Ilustración enunciada por Emmanuel Kant: libre de su culpable incapacidad de conducirse a partir de su propia inteligencia sin la ayuda de otro[3]. Emancipado quiere decir con independencia autónoma de pensamiento; aquél quien es capaz de pensar por sí mismo, de exponer su pensamiento y demostrarlo en un ambiente en donde lo que se juega es la búsqueda de una razón, que no necesariamente es la que exponemos, sino que entre todos la demandamos para conducir nuestras acciones, incluyendo, obviamente, las acciones del pensamiento. En esta búsqueda de la razón, la nuestra se arriesga, ya lo dijimos se expone. Es libre o emancipado quien se expone en el pensamiento.
Es -continuamos haciendo la caracterización del ciudadano ideal propuesto- Respetuoso de la Cultura entendida como el acumulado de la vida de muchos hombres y mujeres de muchas generaciones, desplegado en trabajo y materializado en objetos más o menos complejos, tales como conceptos, prácticas e instituciones. Vemos que los colombianos somos aun lejanos de la Cultura. Que es muy difícil apartarnos del inmediatismo que ofrecen los medios como la televisión, para acercarnos al trabajo de la reflexión de la acción tal como concibe John Dewey la Experiencia como: una oleada de sucesos que se le desprenden a la acción ligada a otras de las cuales emerge... Un hombre está durmiendo, sufre una quemadura. Esta no ha sido la consecuencia perceptible de ningún acto suyo, por lo tanto no constituye experiencia. Respetuoso en la medida de "valerse de esta, la experiencia individual, con relación a la experiencia acumulada por la humanidad como ciencia[4] como referencia de sus acciones.
Es -El colombiano del ideal propuesto-: Acatador de las leyes[5], puesto que sabe que en las leyes se sintetizan, como voces, las luchas de ordenamiento de las generaciones anteriores a las relaciones interhumanas de sus generaciones y las generaciones siguientes.
Él se ase a las leyes, en tanto las acata para intermediar con los otros. Nada sacamos los colombianos si teniendo una Constitución Política Nacional renovada, fruto del pacto entre las diferentes fuerzas políticas del país, no la apropiamos e implementamos en tanto sujetos políticos, reconocidos en tanto ciudadanos del derecho. Nuestro colombiano ideal acata las leyes que se derivan de tal constitución y si ha menester ponerlas en cuestión, lo hace en el lugar de la libertad como hombre o mujer emancipado en el lugar público, v.gr, en la universidad, en la publicación a través de los medios de comunicación existentes. El hecho es que aceptar las leyes no implica perder autonomía de pensamiento; a cambio, diferenciar los lugares de lo público que son de plena libertad de expresión respecto de los lugares "privados" al decir Kantiano[6],en donde se obliga a acatar en función del ordenamiento implicado en saber que, en tanto somos diferentes unos de otros, somos, también, altamente susceptibles al conflicto, el cual, si no cuenta con condiciones regulativas, se degenera en violencia tal como ocurre en nuestra actualidad de colombianos.
- Sigamos -: Nuestro colombiano es Dispuesto a la amistad dado que concibe en esta, como en las demás apariencias del amor, la posibilidad del encuentro con la diferencia; con esa potencia que la amistad genera al invocar la crítica; la renovación posible del punto de vista apropiado por otro que al momento era desconocido.
Es Orgulloso de ser trabajador, en tanto el trabajo es por excelencia la expresión de la materialidad esencial del ser humano; porque su trabajo es el atributo que él le otorga a la sociedad que le circunscribe. Y es, finalmente, en la idea que tratamos de bosquejar:
Justo; esto es, luchador incansable por la dignificación de la existencia del género humano. En este sentido reivindica, no sólo el derecho a la vida, sino que, además, vela por el cuidado del ambiente que le rodea tanto a él como a sus demás congéneres.
Sintetizando diremos que este ciudadano colombiano es: Respetuoso de la Cultura, Acatador de las leyes, Dispuesto a la amistad, Orgulloso de ser trabajador y justo.
3.3. Del saber. Aunque las tradiciones del pensamiento han propuesto diversas acepciones al Saber, vamos a entender aquí tal noción de un modo pragmático, según nos lo sugiere Jhon Dewey, tal cual conviene en tratándose de la formación, el asunto que nos convoca. Diremos que el Saber es el conjunto de experiencias prácticas e intelectuales validadas por una tradición de pensamiento como verdades. Entendiendo que le llamamos Tradición de Pensamiento al conjunto de prácticas y reflexiones, más o menos organizadas que por avanzar en procura del establecimiento, búsqueda o invención de la verdad se han sistematizado con rigor hasta lograr un nivel de institucionalización y legitimación autorizada en una sociedad específica. Diremos, entonces, que es Saber el conjunto de verdades derivadas de la Filosofía, la Ciencia, el Arte, la Religión, y la Tecnología.
3.4. Del pensar. Llamaremos, en la misma formalidad pragmática, Pensar a todas las posibles dudas que se le puedan plantear al Saber.
Dado que asumimos la vía del pragmatismo como la posibilidad de la reflexión más óptima por el momento para la formación del ciudadano colombiano, asumiremos también que para alcanzar la formación ideal, es necesario definir desde el lugar del maestro que ocupamos; es decir, desde el lugar que ocupa aquel o aquella que ha optado, con autonomía plena, por incidir, fundamentado en un Saber Pedagógico, en la Formación de un tipo especial de ciudadano colombiano, en este caso.
¿Cuál es el Saber y cuál es el Pensar requerido para cumplir la misión de este sujeto a cabalidad en el ámbito de un país llamado Colombia? Lo que implica tener en cuenta el ordenamiento jurídico que le regula; esto es, al menos, su Constitución Política Nacional y la Ley General de la Educación.
3.5. Principios, valores, procesos, conceptos y técnicas. El Saber y el Pensar se pueden organizar inicialmente bajo la premisa de una instrumentalización que proponen las implementaciones curriculares desarrolladas en nuestro país. Estas tradiciones han implementado la enseñanza de: principios, los cuales se corresponden con concepciones de carácter universal acerca de los dioses, la naturaleza, la sociedad, la cultura, el conocimiento, el lenguaje y el ser humano. Valores, como aquellos símbolos destacados o relievados, al modo de un convenio social operado implícitamente en las relaciones intersubjetivas, con respecto de otros símbolos que se expresan en contextos particulares. Procesos, entendidos como la concatenación de una serie de prácticas y conceptos en función del alcance o desarrollo de una competencia, v.gr, la lectura, la escritura, el análisis, la síntesis, la construcción de modelos lógicos, entre otros. Conceptos, en tanto verdades derivadas de saberes específicos. Y, técnicas o capacidades de obrar u operar con destreza a partir de un fundamento conceptual.
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