DEONTOLOGIA
27 de Febrero de 2015
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UNIDAD III: ÉTICA PERSONAL.
INTRODUCCIÓN
Dentro de esta unidad se hablará de la conciencia individual y la influencia del medio social y jurídico en ella, iniciando con definir lo que es la persona humana, sus atributos, y dignidad; haciendo énfasis en la libertad, la responsabilidad, y la dimensión, social personal.
Además se hablará de la persona como fin de la sociedad y del estado y el deberse según la conciencia individual.
En un último momento se hablará de las virtudes éticas y la influencia del medio jurídico y social que condiciona en los deberes de la conciencia.
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
Exámenes parciales.......................................... (x)
Exámenes finales…........................................... (x)
Trabajos y tareas fueras del aula................. (x)
Participación en clase...................................... (x)
Asistencia a Prácticas…..................................... ( )
Solución de casos prácticos por alumnos (x)
Asistencia a clase………….................................. (x)
Otros: a criterio del profesor…………..……… (x)
OBJETIVOS PARTICULARES
Evaluar la interacción entre la conciencia individual y la influencia condicionante del medio jurídico y social.
CONTENIDO
3.1. Conciencia individual y el medio social.
3.1.1. Concepto de persona humana.
3.1.2. Atributos de la persona.
3.1.3. Dignidad a la persona humana.
3.1.4. Libertad y responsabilidad.
3.1.5. Dimensión social personal.
3.1.6. La persona como fin de la sociedad y del Estado.
3.2. Deberse según la conciencia individual.
3.3. Virtudes éticas.
3.4. La influencia condicionante del medio jurídico y social en los deberes de conciencia.
Fichas bibliográficas de los documentos
CAPITULO VI EL HOMBRE ES PERSONA
1. Actualmente el hombre es el punto de partida de la Filosofía. Afortunadamente. Es Filosofía del hombre. La persona es el centro de donde surgen los problemas que preocupan al mundo. La persona es el objeto de la Filosofía porque la persona es la síntesis misteriosa de materia y espíritu, de tiempo y de eternidad, del yo y del no-yo, de libertad y necesidad. Sin la persona sencillamente no habría Filosofía.
¿Qué es la persona? Etimológicamente persona es máscara, rostro. Del latín persona -máscara-.
Posteriormente significó el papel que los actores -los actores actuaban con máscara- representaban en el teatro. Finalmente la palabra persona pasó a la Filosofía y significó “una sustancia individual de naturaleza racional”.1 O también: Sustancia completa intelectual.
Ordinariamente se dice que el hombre es un compuesto de dos elementos: cuerpo y espíritu. Sin embargo, la realidad es que la persona humana es una bi-unidad o una unidad plural. Así dice el Dr. P. Chauchard: “el hombre no tiene un cuerpo y un alma, es un cuerpo que piensa y actúa… No tiene un cuerpo y un alma, existe y es simultáneamente cuerpo y alma, unidad compuesta”.2
Lo principal de la unidad psicosomática -la persona- es el espíritu. El espíritu es tanto más él mismo cuanto más consciente. No que espíritu y conciencia se identifiquen -muchas veces no tenemos conciencia y no por eso dejamos de ser espíritu- sino que la conciencia es la vida del espíritu. De este modo el espíritu, como conciencia, actúa de tres maneras:
a) Conciencia de lo universal: razón; b) conciencia de sí: reflexión; c) conciencia de los valores: apreciación.
a) La razón es propia del hombre. Es lo que lo distingue del animal. La razón es la facultad de lo universal. Capta la esencia de las cosas: los sentidos captan los fenómenos -lo sensible, lo que cambia-, la razón capta lo que es. Identifica los entes al descubrir su esencia. La razón es conciencia unificadora porque es visión: la conciencia racional capta la noción color, desligada de todo objeto coloreado. Y va más allá; no sólo capta las relaciones de semejanza sino que capta cualquier relación: la razón es la facultad de la relación. Entonces la conciencia es conciencia de las esencias y conciencia de las relaciones universales porque tiene la capacidad de abstracción. Por la razón el espíritu va más allá de lo real concreto: abstracción de lo singular en la visión de lo permanente; abstracción de lo sensible en la visión de lo inteligible; abstracción de lo múltiple en la visión de la unidad; abstracción del ser en la visión de los entes. La razón es exigencia de unidad.3
La razón, en su actividad primera, es conciencia de la unidad. Es visión de lo inteligible, de lo universal, de lo que está más allá del tiempo y del espacio.
b) Soy un ente que piensa. Por tanto soy espíritu. El pensamiento se manifiesta no solo por la razón sino ante todo por la visión de mí propio yo. No hay pensamiento sin un yo pensante. La conciencia es un centro original que refiere a sí mismo todos los actos de pensamiento. El centro es el yo; la referencia es la reflexión. La reflexión es, pues, el volver del sujeto sobre sí mismo por el que se conoce como origen de su pensamiento. Este volver es una intuición en la que el yo está presente a sí mismo. Esta es una característica propia del espíritu. La materia no se conoce: el ojo, por ejemplo, no se ve porque está orientado hacia afuera; la conciencia se ve porque aunque se dirija hacia afuera, se da cuenta de que es fuente incesante de su actividad y de que se dirige hacia los objetos. Los objetos -dicen Hegel y Sartre- son en-sí; la conciencia es para-sí. El para-sí es el ser transparente a sí mismo y que vive en su intimidad; el en-si es el ser opaco y ciego que nunca se puede ver a sí mismo.
La primera actividad del espíritu -conocimiento de las esencias- es objetiva; la segunda actividad conocimiento de la propia esencia- es subjetiva, de modo que conocerse y conocerse conociendo son lo mismo, es decir, la conciencia es simultáneamente, en una sola intuición, conciencia de sí y conciencia de la conciencia de sí.
No se confundan reflexión e introspección: la primera es ontológica; la segunda es psicológica; la reflexión es una actividad espontánea; la introspección es un método psicológico. La reflexión es -como dijo Bergson a otro propósito- “la atención que el espíritu se presta a sí mismo”.4
En la reflexión lo psíquico y lo antológico se identifican puesto que la reflexión es una actividad inmediata por la cual el sujeto capta su propia actividad sin que haya distinción entre sujeto y actividad.
c) Conciencia de los valores.- El espíritu no queda definido por la conciencia de sí. La conciencia de lo universal y la conciencia de sí no tienen sentido si no son manifestación de otra actividad: la apreciación. Por la razón, el espíritu se orienta hacia lo objetivo; por la reflexión se orienta hacia lo subjetivo. Pero falta la síntesis.
Aunque la orientación hacia un objeto es orientación de un sujeto, y la actividad cognoscitiva del sujeto es siempre actividad que implica un objeto, sin embargo, la apreciación es la reconciliación -la síntesis- de lo subjetivo y de lo objetivo porque el valor es lo que el sujeto capta en un objeto.
Así la apreciación supera, une y completa las otras dos formas de conciencia espiritual. Las supera porque ya no es conciencia del ser ni conciencia del yo sino que es justificación del ser. Las une porque es la síntesis de sujeto y objeto Las completa porque da a cada una de ellas sentido y orientación. La conciencia, mediante la apreciación, es decir, a través de los valores, se orienta hacia la acción. De esta manera el espíritu es conciencia ontológica, conciencia psicológica y conciencia axiológica. O si quiere, el espíritu es ente, conciencia y valor. Y en tanto conciencia el espíritu se opone a la materia como lo abierto se opone a lo cerrado, la comunicación a la soledad, lo dinámico a lo estático, el para-sí al en-sí, el sujeto al objeto. O sea que la persona -el espíritu- es apertura, comunicación, dinamismo, interioridad. En este sentido N. Berdiaev ha dicho que “el espíritu no es ni naturaleza, ni objeto, ni ser, él es sujeto, acto, libertad”.5 […]
3.1.2 Atributos de la Persona.
3.1.3. Dignidad a la persona humana.
PERSONALIDAD MADURA
ERNESTO BOLIO Y ARCINIEGA
El hombre es un ser único. No hay dos personas exactamente iguales, aunque igual sea su esencia. De este rasgo de unicidad ha de brotar un profundo respeto por la persona. Es irrepetible: nuestra vida pasa y no es posible repetir en el mismo contexto, en idéntica forma, nuestras acciones, nuestro modo de pensar, nuestras experiencias. Podemos, sí hacer las mismas cosas, realizar las mismas acciones, pensar lo mismo, experimentar lo vivido, y, sin embargo, nunca será exactamente igual: nosotros mismos, nuestro ambiente ya no es el mismo.
De aquí nace el sentido de responsabilidad ante la vida.
El hombre es inacabado e inacabable, sabemos que no somos seres terminados como lo puede ser un objeto; somos seres que nos vamos haciendo, personas que vamos realizando una tarea que nunca acabaremos totalmente. Esto da origen al deseo de luchar continuamente y seguir aprendiendo.
Es finito, tiene unos límites concretos. No lo podemos todo ni en el pensar ni en el querer ni en el actuar, y por eso aceptamos y comprendemos que no todo esta a nuestro alcance.
Es contingente, es decir, es un ser que ha empezado a existir en el tiempo y va a dejar de existir en el mismo;
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